Quien no ha vivido una situación, en la que esta al lado del ser amado luchado por seguir viviendo ante una muerte terminal. Nos cuesta comprender y aceptar que la naturaleza es así, nadie nació para ser eterno corporalmente, aunque el bebe al nacer muere a un estado de vida (vientre de la madre), para nacer de nuevo, debiendo pasar por una situación traumática.
Así es la muerte, un cambio y sufrimos por que nos aferramos al ser querido, deseamos por el momento un acto mágico, un acto de fe sin fundamento, que le devuelva la salud, con el deseo inconsciente de eternidad.
Y el enfermo también se aferra, a los hijos, nietos, conyugue y seres querido. El hecho es que el viaje a realizar es de uno, nadie nos acompaña como nadie nos acompaño al nacer, es tan propio. Lo desconocido nos aterra. Pero ahí esta nuestro espanto, el miedo a que? Tan solo es un paso de un estado a otro y si eres agnóstico, bueno es un cambio de energía.
Mi amiga Cristina Zapata de Herrera, siempre nos tenía una palabra de consuelo. A pesar del sufrimiento de un cancer terminal, ella iba a trabajar con un turbante o un gorro que le cubría su calvicie como consecuencia del tratamiento quimio terapéutico. Nunca faltaba esa bella sonriza y la palabra afectuosa y consoladora. Nunca dejo de sonreír hasta el ultimo instante, como burlándose a la muerte y vislumbrando una luz etérea que le indicaba el nuevo mundo.
A mi Amiga Cristina
Quien dice que se apagó
La luz de este bello candil,
! La cera ante su calor,
No pudo resistir ¡
Perenne es su amor
Como perenne su existir.
La flama es eterna,
No un efímero sentir.
Dios piensa en ella,
Es su elixir.
Nadie se atreva pensar
Que todo desapareció,
Todo quedó mustio,
Lo que en su presencia,
Floreció.
Nadie se atreva pensar
Que ya no veremos su figura
En la geografía de su hogar.
Las cosas son del pasado,
Mas su ser ha de perdurar,
Nadie se atreva pensar
Que todo ha terminado,
Quedándose encorvado y
Dolido,
Tan sólo tenemos que aprender
A sentir,
Dónde mueren los sentidos,
Donde se nace al morir,
Donde al ver,
Se aprende ha mirar
Lo que estaba escondido.
Es un dulce pensamiento,
Su presencia se hace notar,
Es como una dulce brisa,
Juega en el rostro,
Y suele refrescar.
Es una presencia viva,
Cuando la suelo llamar.
No tendré su figura,
Su voz, su gestos al
Hablar,
Los sentidos se revelan,
Como queriendo explotar,
Pero la vida no es un sentir,
Lo que se sintió, pasó ya,
Como las cosas que hoy es,
Y mañana no están,
Ella es luz interior,
Que a mi oscuridad suele iluminar.
Quien dice que se apagó
La luz de este bello candil,
! La cera ante su calor,
No pudo resistir ¡
Perenne es su amor
Como perenne su existir.
La flama es eterna,
No un efímero sentir.
Dios piensa en ella,
Es su elixir.
Nadie se atreva pensar
Que todo desapareció,
Todo quedó mustio,
Lo que en su presencia,
Floreció.
Nadie se atreva pensar
Que ya no veremos su figura
En la geografía de su hogar.
Las cosas son del pasado,
Mas su ser ha de perdurar,
Nadie se atreva pensar
Que todo ha terminado,
Quedándose encorvado y
Dolido,
Tan sólo tenemos que aprender
A sentir,
Dónde mueren los sentidos,
Donde se nace al morir,
Donde al ver,
Se aprende ha mirar
Lo que estaba escondido.
Es un dulce pensamiento,
Su presencia se hace notar,
Es como una dulce brisa,
Juega en el rostro,
Y suele refrescar.
Es una presencia viva,
Cuando la suelo llamar.
No tendré su figura,
Su voz, su gestos al
Hablar,
Los sentidos se revelan,
Como queriendo explotar,
Pero la vida no es un sentir,
Lo que se sintió, pasó ya,
Como las cosas que hoy es,
Y mañana no están,
Ella es luz interior,
Que a mi oscuridad suele iluminar.
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