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26 de enero de 2016

UN CAFE EN LA NIEVE

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Una tarde que se mostraba fría en mi ventana, los copos de nieves pintaron de blanco los arboles y todo lo que se le antojaron. La calle recobraba su vida con niños que salían de su casas a jugar en la nieve, volví a mi cuarto cálido de tanto amor y tu descansando en mi cama como guerrera de una gran batalla, te dejaste vencer ante mi presencia y yo como el codicioso conquistador que cogió el fruto del triunfo, estaba despierto y orgulloso, pero sin poder dejar de contemplar tu belleza, que hasta el día de hoy no diviso encontrar la punta del hilo de esta madeja y descubrir que es lo que hace, que es lo que me mueve a ti. Podrá haber mujeres exótica, despampanante, pero no son las que me tilda la mirada. 
El aullido de la pava y el batir tembloroso de su tapa, me despierta de tan profunda contemplación y desde la cocina invade el aroma de café todo el departamento, tu despierta lentamente y te deja atrapar por el pocillo de café servido en la cama. Lo hermoso que tu histeria es armoniosa con la mía y hace que la convivencia tenga aroma y sabor a café
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27 de enero de 2010

UN CUENTO DE GRATITUD

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Un místico, llamaba la atención por su estilo de vida, solía rezar a menudo y cada vez que lo hacia, terminaba su oración con una profunda gratitud por lo que vivía, por lo que recibía, por la existencia misma. Solía expresar “Señor es tanta tu compasión y la abundancia de tus dones que me siento abrumado. ¿Cómo podré pagar todo el bien que me das?, aparte de mi pobreza y mis lagrimas no tengo mas que ofrecer.”


Una vez sucedió que, estando de peregrinaje en compañía de muchos de sus discípulos, durante tres días seguidos, en la atravesaron aldeas pobladas por personas al que eran fanáticos, fanáticos de otra religión. Estos no ofrecieron al monje, ni a sus discípulos ningún alimento, ni siquiera agua, menos aun, un techo donde protegerse de las frías noches.


Para los discípulos ya era demasiado pasar tres días en esa condición infrahumana. Estos decidieron hablar con el místico, por que desde hace mucho que le seguían y eran fieles a sus enseñanzas, pero era la primera ves que vivían tales situaciones y mas aun no encontraba sentido a las oraciones de agradecimientos de este, que a pesar del momento, seguía agradeciendo en todo.
“Maestro, hemos pasado tres días esperando la misericordia, la comprensión, la caridad de alguien que nos socorriera, con unos panes o un lugar donde protegernos del frío, pero nadie vinos a nosotros, mas bien al mirarnos, nos ven como unos locos, o enemigos. Pero tu una y otra ves con tu gratitud y las mismas lagrimas, esta enseñanza no alcanzamos a comprenderla. ¿Por qué estas tan lleno de gratitud?”

El místico se hecho a reír y dijo: “Estos tres días para mi fueron los mas importante de mi vida” ¿acaso es mi gratitud un cambalache o una convicción, o algo que va madurando en mi corazón? Todo lo que me da la vida es lo que realmente necesito.
Estos tres días que pasaron, experimente hambre, sed, frío, cansancio, hasta el limite de enfrentarme con la muerte, pero estos días eran necesario para mi vida y comprender que sentido es estar agradecido si uno lo tiene todo, la gratitud se pone a prueba en los momentos difíciles, y en esos momentos es donde uno tiene que descubrir que la vida te da lo que necesitas en ese instante. Por eso mi gratitud no es condicional, sino todo lo contrario es incondicional, y no es por que Dios sea bueno conmigo. No tiene ningún motivo; responde únicamente a mi alegría, mi felicidad y mi devoción por la existencia.
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21 de enero de 2010

UN CUENTO DISTINTO

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Una leyenda etiope cuenta la historia de un hombre y de una mujer, ambos viudos que habiendo caminado ya la mitad de un siglo, ambos supieron atesorar los momentos mas hermoso de su vida y con el corazón lleno de buenas intenciones, la vida les abrió la puerta del encuentro, se enamoraron y se casaron. La alegría de la mujer fue grande cuando se fue a vivir a la casa de su nuevo marido, si bien, la fuente de la vida se le había secado, siempre albergó la esperanza de que lo tuviera. Con esta expectativa, cuan feliz se encontraba al ver que su compañero de ruta y estaciones, tenía un hijo.
Ahora ya tenía el primero. Pero el niño todavía lloraba la muerte de su madre y se mostraba hostil con su madrastra, rechazando sus afectos. Rehusaba su cocina, rasgaba su costura y se apartaba de su bondad y sus atenciones.


La excluía completamente y ni siquiera le hablaba. Transcurrido un tiempo, la mujer, llena de decepción y tristeza, fue a buscar la ayuda de un hechicero que vivía en una colina cercana.



¡Por favor!, prepárame una poción de amor para que mi hijastro me quiera-le suplico la mujer desesperada.
- Puedo preparártela – le contesto el hechicero, pero los ingredientes son muy difíciles de obtener. Debes traerme tres pelos del bigote de un león vivo.
La mujer imploro diciendo que era imposible, que seria devorada, pero el hechicero insistió en que era la única forma.




Se fue afligida, pero decidida a no abandonar. Con el nuevo día, cogio un cuenco con mucha comida y se dirigió a un lugar donde vivía un gran león. Y espero. Pasado un tiempo, lo vio venir. Al oír su rugido, dejo caer el cuenco y huyo.




A la jornada siguiente, fue otra vez a la morada del león con más comida, espero a que apareciera y dejo el cuenco antes de irse. Cada día le dejaba más cerca la comida y esperaba un poco más antes de irse.



En una ocasión decidió esperar a que el león comiera la carne para mirarle desde la distancia. Otro día se puso lo bastante cerca como para poder oír su respiración y, al cabo de un tiempo, se acerco tanto que podía olerlo. Cada vez le decía palabras suaves. Después de mucho, mucho tiempo, ya podía quedarse cerca de el mientras comía.



Y llego el momento en que el león se mostraba tranquilo en su presencia, se estiraba y dejaba que le acariciase su pelaje, ronroneando feliz. La joven mujer decidida que entonces podía cumplir con su propósito. Mientras acariciaba la espalda y la cabeza de la bestia, hablándole suavemente, tomo tres pelos de su bigote sin que lo notara.



- Gracias, querido amigo – le dijo, y se fue derecha a la cabaña del hechicero, quien se mostró encantado de que le hubiera traído, al fin, los ingredientes mágicos.



- Aquí tienes, te he traído los pelos de un león vivo – anuncio, y los entrego al hechicero, que estaba sentado fuera de su cabaña frente al fuego.





- En efecto, lo tienes – dijo el hechicero, sonriendo, mientras examinaba los tres pelos. E inmediatamente, y antes la mirada atónita de la mujer, los tiro al fuego.
- ¿Pero que has hecho? – le grito ella -. Eran para la poción de amor que quería que hicieras. ¿Puedes imaginarte que difícil ha sido para mí obtenerlos? Me ha llevado meses ganarme la confianza del fiero león.
- ¿De verdad crees que el amor y la confianza de un niño pueden ser mas difíciles de obtener que los pelos de una bestia salvaje?
- le pregunto a la mujer – Vete a casa y piensa en lo que has logrado.
La joven mujer comprendió. Reconoció su hazaña, su espera paciento a lo largo de los meses y sus intentos graduales de acercarse al león.
Ella misma había cambiado durante el intento.
Ahora la aproximación a su hijastro seria diferente. Espero, segura y confiada, se acerco a El, poco a poco, respetando su ritmo y su territorio, sin invadirle, y sin, por eso, dejarlo por imposible. Tras un tiempo, el niño la acepto como su madre y la dejo entrar en su corazón. (Cuento tradicional de Etiopia) contado por Piero Ferrucci y Vivien Reid
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3 de agosto de 2009

EL TIEMPO PASO ACOMODANDO EL DOLOR

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El tiempo paso, acomodando el dolor por la partida de mis tíos, volviendo mi vida a lo cotidiano, tan solo me queda en mi recuerdo la frase de mi tío Pule, “hola pechazo”.
Mi padre tuvo un perro llamado Nerón, era negro, enorme, bueno, para mi estatura así lo era. Cuando me sentía solo, me paraba en la vereda y me apoyaba sobre su lomo, viendo como pasaba la gente del barrio.


El tan solo se quedaba quieto y sabia de antemano cuando yo lo iba a buscar, preparaba su lomo, daba vuelta su cabeza y me miraba cuando yo me acercaba, me apoyaba en él, él volvía dar la vuelta su cabeza y me miraba como sonriendo complaciente por mi acción.
Siempre estaba a mi lado, ya sea que estudiara o lo que hiciese, ahí estaba.

Un día salí a jugar y note su ausencia, fui a ver donde él dormía y yacía frío en su lecho, con los ojos fríos sin parpadear, así estuvo hasta el mediodía cuando mi padre regreso del trabajo.

Por las tardes, cabo una fosa, cerca del criadero de conejo, lo enterró ahí, lo despedí como se despide a un gran amigo, en esa edad, no sabia por que se murió, pero aprendí que las cosas no son para siempre, siempre en la vida algo muere, algo pasa, algo cambia, en mi corazón y en mi entorno.
Como mascota me quedaba una catita, que de ves en cuando se escapaba de la jaula y se subía en una morera inmensa.


Mi madre me hacia subir en ella, con un pedazo de pan mojado en leche y recubierto de azúcar, ella al ver este manjar, bajaba hasta mi mano y una ve saciada subía en mi dedo y la bajaba.


Mis primeros años de escuela, no sé por que me resulta tan borroso, no me gustaba salir de casa.
No me olvido que en un acto de izar la bandera, tenia necesidad de ir al baño y ante la negativa de la maestra de dejarme ir, al salir de la escuela, no pude aguantar y me ensucie en los pantalones.

Nunca sentí tanta vergüenza y el miedo de que la gente se fijase en lo ocurrido, caminaba despacito tolerando el mal humor de mi hermana que me apuraba a regañadientes.
La miraba como diciéndole “callate que se darán cuenta”, pero el ambiente de esta situación sé hacia sentir. Sabia que al llegar a mi casa, tenia que vérmelas con mi madre.
Después del reto y de la disciplina de rigor, mi cuerpo aprendió que siempre, con concentración y esfuerzo uno puede contener muchas cosas.

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27 de julio de 2009

MI PRIMER TRABAJO

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Corría a fines de 1982, la guerra por las Islas Malvinas había pasado, Argentina pasaba por una profunda recesión y culturalmente, afloraba a flor de piel, la necesidad de expresión, que se hacia sentir como vapor encerrado en una olla a presión.

Era necesario expresar tanta frustración, ante un gobierno de facto, que con el fracaso político y bélico, le resultaba imposible manejar la situación.

En la casa de mis padres no estaban bien las cosas. Había salido del Seminario Mayor San José de la Plata, Buenos Aires, fruto de un cansancio mental, al que los psiquiatras le llamaban surmenage, ahora se le llama estrés o distrés.

Es increíble como se van cambiando los conceptos, aparecen unos nuevos y a los viejos es como si perdieran significado.


Volvía de las clases practicas de la Facultad de Filosofía y Letras, pasando por la Iglesia Nuestra Señora de la Merced, sentí la necesidad de ingresar a ella y tome rumbo hacia el Santísimo Sacramento, donde en total silencio, que se entrecortaba con el rezo del santo rosario de unas viejitas, pedí a Jesús que me diese trabajo, pero si me lo iba a dar que no fuera relacionado con los números(contabilidad, cajero, control de stock etc.), luego de haber pedido al Hijo, me fui al santuario de su Madre, la virgen de la Merced, pidiendo lo mismo y diciéndole que hablara con Jesús y se pusieran de acuerdo en cuanto al trabajo que pedía.


Deseaba trabajar, ayudar en mi casa. Nunca había trabajado, por lo tanto no tomaba conciencia de la magnitud e importancia de lo que pedía.


Al regresar a la casa materna, recibo la información de que mi hermano mayor, Luis, había estado, trayéndome la noticia que al día siguiente, debía presentarme en el Honorable Tribunal de Cuentas de la provincia y que tenia que hablar con el Dr. Julio Emilio Cartier, y que el me iba a informar el resto.


Al otro día, con ansiedad y curiosidad, me presento ante El, que por segunda vez lo veía.


Mi hermano lo conocía mucho, era esposo de una gran dama de la sociedad Tucumana, la Madame María Sofía Nuogues, mujer piadosa que se dedicaba a la beneficencia y toda su actividad, además de ser profesora de Frances en el colegio Santa Rosa, destinaba su tiempo a conseguir ropas para los ancianos del Hogar San Roque.


El Dr. Cartier, siendo Vocal del H. Tribunal de Cuentas, me llevo ante el actual Presidente Dr. Aldonate. Ya estaba con el Sr. Daniel Carabajal (ex combatiente de Malvinas), seguidamente a secas, nos pregunto sobre el desempeño que habíamos tenido en Malvinas, yo quedándome en til, con varios cric, cric, cric, en mi cabeza y rompiendo ese silencio que algunas veces suele ser embarazoso, Daniel contesto, explicando su experiencia en el portaaviones 25 de Mayo. Luego dirigiéndose a mi con la mirada, tan solo fui sincero, “estuve en el Seminario, estudiando para ser Sacerdote”.


Ante de terminar mi frase, el Dr. Cartier me dio por debajo una estocada con su codo y sonriendo el Dr. Aldonate por lo ocurrido, diplomáticamente disimuló la situación.

Ahí me cayó la gota al tanque, dándome cuenta de que estaba por ingresar al mundo del trabajo.

Como si fuera poco e ironía de la vida, como si Dios me diera respiro y me ambientara, estuve como se lo pedí, cuatros años en Asesoría Jurídica, en lo que los números eran tan solo los indicadores de Leyes, Decretos y Resoluciones.


Luego me trasfirieron al Departamento de Personal, donde tuve que aprender a liquidar el sueldo de mis compañeros de trabajo. Ahí lo humano y el mundo de los números convivían en armonía.


Ya a mis 49 años cumplidos, pienso uno y otra vez estos momentos tan mágicos. El día anterior estaba de rodilla ante el Ssmo. Sacramento y ante la Virgen de la Merced y al volver a casa ya como designio divino, ya tenia noticia cierta de un trabajo seguro.

Es tan cierto esta frase: “uno llega a valorar un bien, cuando ya no lo tiene”

A esta altura de mi vida, como me cuesta conseguir trabajo. Como si el Mundo laboral es privilegio de los jóvenes y con gracias hasta los 35 años, en algunos casos hasta los 40 años.


De la magia de la oración, pase al suspenso de las entrevistas, que por más que uno ofrezca trabajar más de la jornada legal, todo queda en la incompatibilidad con la edad.

Algunas veces se entrecruzan pensamientos “será que no estoy pidiendo con fe” “quizás Dios, para estos pedido relacionado al el mundo laboral, también tiene limites de edad”


Pero sigo repartiendo curriculum vitae como quien reparte la posibilidad, para que una persona de bien, hiciese una obra de caridad, que el mismísimo cielo lo tendría en cuenta. Pero espero esa actividad tan fundamental que dignifica al hombre y cubre su desprotección y desnudes ante la sociedad.




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19 de julio de 2009

TRAGEDIA EN MOTO

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Creo que tenía dos años o tres, era una mañana fría de invierno en la que el sol se quedaba remolonamente debajo de un espeso acolchado de nubes. Antes de que este empezara su caminata, llego a casa, un agente de policía anunciando a mi Madre y a mi tía Mañanita, que su esposo, mi tío Pule (hermano de mi madre), había fallecido en un accidente de moto junto con mi tío Mecho.
A mi tío Mecho, se le decía así por el nombre de Mercedes, el mote en masculino es Mecho y en femenino es Mecha.
En cuanto a mi tío Pule, era un chico fornido, continuamente cuando practiba Boxeo, decía, mira yo tengo polenta, que en el campo la gente la modificaba “pulenta”, y bueno le quedo el mote de Pule.
Como decía, era una mañana fría o con pereza de clarear. Mi tía se quebraba por el dolor y mi madre mas todavía, en esta mañana perdía dos hermanos.
Mi tío Pule tenia una moto Puma de 50 cilindrada, en esa época 1962-3 era una moto veloz, a pesa de ser de poca cilindrada.
Ellos venían de una fiesta de noche, y choco de frente con un camión canadiense, la que venia con un solo faro encendido, quedaron atrapado debajo el camión.
No recuerdo como sigue la historia, ya que todo es muy borroso y confuso, pero si me acuerdo a mi abuela de pie frente al crucifijo mientras rezaba, abrasando a los dos féretros y mi abuelo acompañando en este infernal silencio que muchas veces nos lleva el sufrimiento.
Al otro día a media mañana, mi abuelo carneo un novillo y cerdo para asar. Había que dar de comer a los comensales del dolor.
A mi tía Mañanita, no la ubico en que lugar estaba y a partir de ahí se esfumo de mi vida y nunca mas supe mas de ella. Mis abuelos en total silencio, con una fuerza interior que unía sus corazones desgarrado, no había ningún reproche, lo hecho, hecho esta.
Lo que me resultaba tan grotesco, es como en esa situación de dolor, algunos comían y bebían grotescamente, como si fuera un filme de Fellini.
Mis abuelos y mi madre en su interior, deseaban con ansias que esto terminaran, sentía necesidad de estar solos. No hubo un quiebre, tan solo en la soledad y el silencio, se sentía el sollozo de mi Abuela, Mecho y Pule ahí estaban.
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7 de julio de 2009

LA FUERZA DE UN SUEÑO

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A principios del siglo pasado, un pastor llamado Elaeard Bouffier vivía en una zona de los Alpes, cerca de Provenza, tierra desértica azotada por el viento.

En este lugar inhóspito, el Sr. Elaerd tenia su rebaño de ovejas, al cual, las hacia pastar cotidianamente.

En esta extrema desolación, decidió un buen día plantar robles, hayas y abedules, como quien pinta de verde este terreno árido y rocoso.


Por las noches elegía las mejores semillas de cada una de las especies mencionada y al día siguiente caminaba al lugar al que el soñaba con transformar y empezó a sembrar una por una todos los días, horadado el duro terreno.

En 1910 ya había sembrado 90.000 semillas perfectamente ordenadas. Tenia la esperanza que por los menos 15.000 irían a brotar, a pesar de la escasa humedad del lugar.


Pasaron los años e iban saliendo los brotes de las semillas sembradas y aquellos que no prosperaban o no brotaba con mucha paciencia volvía a sembrar.
Pasaron los 15 años y los arbustos ya tenían su misma estatura, el terreno había cambiado por completo.

En 1933, muchos árboles median ocho metros y tras la segunda guerra mundial, ya que esta no afecto a la zona, muchísimo soldados fueron a buscar la paz del lugar, como así los jóvenes y aventureros.


Se realizaron nuevas construcciones, se plantaron huertos y jardines. Una pequeña ciudad nació cobijada por este hermoso bosque. El tórrido viento que le caracterizo al lugar antes de que el Sr. Elaeard Bouffier llegara, había cambiado totalmente. A lo largo de la pradera se sentía una hermosa y fresca brisa.

Todo estos fue posible gracias a la fuerza de voluntad puesto por un hombre visionario, que tenia la seguridad de que, con su fuerza interior podía cambiarlo todo.

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6 de julio de 2009

IMAGENES DE MI NIÑEZ

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Es una tarde de invierno, el sol cae en mi ventana calidamente, el polvillo del ambiente, que se dejan ver através del hilo dorado que se proyecta en la pared, como si estos juegan con la brisa del momento.

Recuerdo que tenía tres años, como si al pasar los años el recuerdo de la infancia se me hizo tan nítido. Como si los años transparentara cada vivencia en mi mente. Es como mirar una imagen a través del vidrio, si de este vidrio, el de la ventana. Donde mi reflejo me mira y nos interpelamos mutuamente, como ignorándolo para no ver sus arrugas, me proyecto a la distancia, viendo a lo lejos los autos en la carretera, cada uno con una meta y un destino.
A mis tres años, veo a mi tío Pule, que me daba golpecitos y me decía “como estas pechazo”, me hacia sentir que era su sobrino predilecto.
Vivíamos en una casa de madera, detrás de la cancha del Club San Martín y como contrariando a la vida desde muy pequeño, yo era del club contrario Atlético.



Todavía recuerdo a los hinchas entrar en el terreno, que alquilábamos y donde vivíamos, trepar por la tapia que hacia de medianera, para poder ver el partido, sin tener que pagar entrada.



También con nosotros, vivía un señor de edad al que se le llamaba Don Silca. Este tenia una mirada tierna y nos hacia barriletes. Vivía solo en su casa, era todo un misterio, nunca entre en ella, siempre llegaba hasta el umbral de su puerta, ya que ahí era como si se dividiera dos mundo, uno el real, con el sonido cotidiano y el otro, el interior de su casa, era un mundo misterioso, oscura, iluminada con velas. Era el ambiente ideal de un gran hechicero o un brujo de la edad media.




Mi casa, que se defendía de las grandes tormentas, con su techo de chapas de cartón, como aforrándose a las paredes y vigas, era real. No me llamaba tanto la curiosidad, como la casa de este Caballero.


Mi tío Pule, un buen día me hacia jugar, tirándome en el aire hacia arriba y luego me sentaba en la mesa. Un día como de costumbre, dejándome un momento para servirse un vaso de soda, en este pequeño tiempo, perdí el equilibrio y caí de cabezas al piso.

Tan solo recuerdo que de nuevo me tiraba para arriba y me decía “PECHAZO” “VAMOS PECHAZO, VOLVE”. Ahora me di cuenta que me había desmayado, luego cuando me reanimaron, me encontre en los brazos de mi madre, que me ponía rodaja de papas en la zona del golpe
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23 de abril de 2009

LA EXISTENCIA DEL VACIO

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Era las 21.00 horas y el deseo de cerrar el telón del día, era más rápido que la realidad misma. Mi ser viajo, ya había apagado el pabilo encendido de mi conciencia, de lo que quedaba, del resto del día.

Como muerto, autómata de comportamiento, con movimientos fríos, vacíos. La mirada perdida, como que las pupilas se cansaron de procesar las sensaciones de la realidad. Que da una reserva, que gira y gira, lo que hay que hacer mañana.


Ese reservorio de procesos mecánicos.
Si, antes me tenias despierto, no se en que momentos te perdi, no se el tiempo, ni la situación, ni el lugar donde mi ser apago tu imagen.

Te miro, pero no te miro, hay saludos, silencio, preguntas, respuestas que salen sin saber por que, pero salen. Como un programa, que para tales condiciones, se debe hacer esto o aquello.


Me acuesto lentamente, con mis articulaciones ya oxidadas, con sus sonidos característicos de una puerta que suena como quejándose de lo que no desea hacer, tan solo desea estar.

Mi cuerpo se desploma en su aposento, mi osamenta, sin miramientos, se desploma, lento, lento.

En el misterio de la eternidad, en ese infinito, en ese desconocido al que se nos velo toda conciencia y conocimiento, muero en la presencia y esa ausencia que nace y llamamos sueño, es el misterio donde la vida esta ausente, no se a donde viajamos.

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3 de marzo de 2009

PITUCHO

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¡Pitucho ven para acá! El se acercaba con mucho temor y medio encorvándose para recibir los golpes de doña Clara, quien asestaba varios varillazos en su espalda, como quien descarga sus enojos ante la vida.

Esta mujer, su madre, sentada en una silla de ruedas, invalida por el dolor y la deformación de una enfermedad a los huesos. El dolor y el sufrimiento sin explicación y aceptación calo hondo, hasta desmoronar sus huesos.

Los vaivenes de la vida la dejo, con sus hijos, en la total pobreza sin un lugar a donde vivir.
Fue a integrar, como todos los carenciados, a la orilla del canal norte, ahí con sus hijos, Coca, Cuca y Pitucho, ayudaron a su madre a hacer un rancho precario.

Hacia ya dos años que nos habíamos cambiado al Colmenar, tierra extraña, con lugares descampados, a los lejos un tambo, con casas precarias y muchos sitios baldíos.
Pronto, con nuestros vecinos se nos transformo en un lugar de total aventura, donde jugábamos subiéndonos a los árboles y entre la maleza.

Un día, sentí que golpean la puerta de casa, voy a ver quien era, estaba ahí un chico que me llamo la atención, tenia dos dientes extremadamente grande que se abría pasos entre sus gruesos labios, como que estos se imponían de tal forma, que dejaba la boca entre abierta.
Su ojo izquierdo, se movía alocadamente de aquí para allá, como queriendo ver todo los movimientos de su interlocutor arrastrando ligeramente su ojo derecho.
Era un niño de diez años, que había que descubrirlo, ya que por su apariencia que le dio la vida, era una grotesca figura, al que los chicos del barrio asustaba. Detrás de esta figura, había un ángel.

Por mandato materno, todas las mañana salía temprano a pedir, hasta el medio día. Cuando pasaba por frente mi casa, cargando con orgullo lo que la divina providencia le regalo y con agradecimiento a la misericordia de la gente.

Todos éramos un poco necesitados y menesterosos, pero sabíamos que siempre hay alguien peor que nosotros, a los que Dios, la vida, el ser, nos ponía en esa encrucijada del compartir.

Pitucho llevaba en su hombro la faena del día, ya tenía que comer su madre y sus hermanas. Pero lo que mas grande que el valoraba, es la sintética y escueta sonrisa de aprobación de su madre. Es que para ella, no había término medio, como que la vida no le enseño gesto de flexibilidad y paciencia. Si Pitucho no traía nada, seguro que estaba el golpe certero en su espalda. Pero a el le gustaba esa sonrisa austera de su madre. Ella no entendía que algunas veces la misericordia de la gente y la providencia divina estaban muy esquivas, como tampoco entendía la niñez de ese ángel, que se distraía jugando a las bolillas conmigo y sin medir el tiempo siempre se le pasaba la mañana.

Sus hermanas Coca y Cuca poco las veía, se que la mas chica trabajaba en una casa de familia y volvía a la tarde y a Coca muy rara ves.
Ya había pasado el tiempo, nuestra vida corría sin detenerse, sin dejar de lado el escenario del Canal Norte.
En época que no corría agua, se trasformaba en un lugar preferido para jugar con nuestras bicicletas. Nos bajábamos cada uno con sus carritos, al que tirábamos a alguien a lo largo del canal, no importaba el calor de la loza hirviendo, lo importante era el viaje. Pasábamos por frente de la casa de Pitucho, estaba ahí, mirándonos como queriendo estar en el grupo, pero no se tenia que alejar de su madre. Siempre sentía que al pasar, el viajaba en el carrito que yo tiraba.


Algunas veces, en verano cuando llovía mucho, el agua levantaba una loza lateral del canal, horadando la tierra, formando cuevas, en la que nos reuníamos para cocinar y comer algo. Cada uno traía de la casa un elemento de cocina, otros traía las verduras otro el fideo y el que no podía, tenia la obligación de juntar leña y hacer el fuego. Todo era una aventura sin tener en cuenta el grado de contaminación del agua que traía el canal. La asepsia a la hora de comer en esa edad no la teníamos presente, no conocíamos que era contraer una enfermedad.


Pitucho tenía una pierna derecha encogida e igual su mano derecha, no tan solo tenia que lidiar con su cuerpo minusválido sino que era el tema de las irónicas cargadas de los chicos del barrio.
Algunas veces, mi madre me mandaba para que llevase una caja de leche en polvo, al entrar a su casa, encontraba a su madre Doña Clara, pálida como un vaso de leche, al que le resaltaba el color renegrido y espeso de su cabellera, adornado naturalmente con algunos mechones canoso. A la par de su silla estaba El, con un cepillo, cepillando esa larga cabellera. Ella agradecía el gesto, y le decía a Pitucho “chango da la gracias”.


Ya tenia mis dieciséis años, era pleno gobierno militar, donde la pobreza, la guerra contra la subversión, la desaparición de estudiantes y personas hacia que la vida tenga sus momentos virulentos y difíciles. La pobreza hacia crecer al vecindario en la orilla del canal. Todo se renovaba, las casas vacías que quedaban después del control militar, eran ocupados con gran rapidez.

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12 de enero de 2009

PERDI MI TRABAJO

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El día 5 de Diciembre del 2008 me quede sin trabajo, al principio me quede sin reacción, como si todo se me viniera encima: deudas bancarias, pagos de servicios (sin teléfono, sin luz, sin gas etc.), toda una película de terror la que vivía, en la que uno padece y no se siente comprendido y como si fuese poco para la ironía humana, cuando uno necesita un momento de soledad para recapacitar, uno llega a ser el primer actor, aquel que vive, ve y padece el drama, dentro de una comunidad en la que observa, algunos con empatía, otros con indiferencia, otros con gran preocupación.


Uno queda con la mente que parece que es una equivocación, por qué a mi, por que no corrieron a Eleodora, que se la pasa con el chat y Eudiviges que se prende al teléfono casi la mitad de la mañana y dice a la madre o la empleada que cocinar?.

Y la pompa de los que debían haber corrido en lugar Mio se hace interminable.

Como quien retira en cajas, las pertenencias del difunto, había que retirar las pertenencias, mis pertenencias, ese valor agregado que le fui dando a la oficina para no estar pidiendo a las autoridades y como no fue de gran monta, pero en la cantidad de cosas uno queda asombrado.

Si el dolor adicional de retirar mis pertenencias de la oficina, el despedirme de mis compañeros de trabajo, se que me dieron mil y un consejo, en su remitente habías promesas y mas promesas. Como quien se va de viaje, dejando de participar de los ideales, de aquellos ideales de crecimiento, deja los esfuerzos para que todo sea en orden, sin tantas cosas más.

Salí a la calle, me puse a caminar lentamente como si el tiempo no existiera, tan solo quería dejarme estar, tan solo caminar y caminar.

Pase toda una noche pensando que hacer, hasta que el cansancio me dejo en off.




Desde el fondo de la tierra, sentía el trinar de los pájaros, se hicieron cada vez más fuertes y persistentes. Era señal que me despertara, abrí los ojos y el techo de la habitación estaba arriba Mio, nunca preste atención a ese detalle.

Mientras uno esta en el cotidiano ajetreo, del tiempo y la ceguera es dueña de lo urgente, fagocitando lo importante para la vida.

Cuán cierto es esto, cuando uno esta a mil por hora, hay tantas cosa que pasamos por alto, algunos hasta la sonrisa de tus hijos.

Me levante rápido y con una fuerte ducha de optimismo tome el diario del día domingo y mientras tomaba mate, buscaba en avisos clasificados algún trabajo que me venga a bien, si tenía la ilusión de que rápidamente iba a conseguir trabajo, además era un tipo re conocido en el ambiente, así que algunos de mis amigos me ayudaría. La tenía tan clara. Algunos me dijeron, porque no te tomas unas vacaciones o unos meses sabáticos y luego empezar la búsqueda. En realidad, la necesidad quebraba el espíritu turista y todo deseo de descanso. Si Dios descanso, bueno, es Dios y yo una criatura a la que no doblegaría la desocupación.

Empecé la peregrinación por mis “amigos y conocidos”, repartí 30 Curriculum Vitae, palabra y promesa mas o menos ahora me di cuenta que en mi vitae me fue para el culum de mi curri.

Me desplome, por primera vez desde mi niñez me sentí tan desprotegido, sin ningún valor, además a mis 48 años que haré.




Pensé, opción alternativa a mi experiencia laboral. Ahora como las cosas esta que arde, seré chofer de taxi, se manejar si señor se manejar. Y al primer aviso de necesito chofer para taxi ahí estaba. Empecé de chofer, pero no tenia conocimiento de las calles, así que para llevar a un cliente a su casa tuve que dar tantas vueltas que más que consumía el combustible que el valor del viaje. Un día me introduje en un gran barrio que ni con GPS me podían encontrar. Bueno no es que sea gallego pero es una forma figurativa de lo que me pasaba.
Luego, me dije y como empleado de la construcción, creía que sabia revocar pero tardaba tanto y tiraba tanto material que a la semana el capataz me dijo Mire Francisco le regalamos un balde y una cuchara para que practique en su casa, y cuando se sienta seguro y rápido venga a probar suerte. Bueno como constructor no iba.

¿Que es lo que estaba pasando?

Lo que si estaba seguro es que en mi casa, encerrado no debía estar.

Primero trate de sacar de mi corazón cualquier ilusión sin tener los pies en la tierra, en realidad cambie la ilusión por la fe. Me pregunte ¿Paco que es lo que sabes hacer?

Hice un listado de mis conocimientos, observe que en algunos casos podía enriquecerlo con un pequeño curso a realizar. Para esto si tuve que tener la humildad de pedir ayuda. Aquí, la palabra humildad es reconocer la verdad, estaba necesitando ayuda. En determinado momento de la vida uno tiene que dejarse ayudar por los seres que nos aman y aprendí que todos somos necesitados hasta el más poderoso déspota, necesita de la gran masa de gente temerosa para ser déspota.

Una vez que me situé y observe donde estaba parado empezé a repartir de nuevo Curriculum Vitae, sabiendo que tengo que empezar de nuevo, sin tener que aspirar desde el principio, conseguir todo lo que logre en mis 20 años de trabajo.

Tengo que empezar desde mi experiencia laboral y desde mis conocimiento en lo que me he desempeñado y que otras actividades laborales son afines con el cargo que me desempeñaba.

Luego, fue a una iglesia y dije: Mira tu si eres Dios que mueves todas las cosas, tu que das vida a todos los animales e incluso hasta los insectos y las amebas. Si ninguno de ellos transpira la camiseta y tú le das de comer. Tu que enseñas a través de la religión que los hombres estamos por encima de toda la naturaleza.
Pues mira, soy mas que la naturaleza, tengo necesidad de trabajar, de ganarme el pan honradamente, pues si realmente eres mi Padre, pues hazte cargo de mi, por que solo no puedo. Pongo en tus manos toda mi necesidad humana, y todo lo espero de ti.



Como conjuro mágico, pues era mi única alternativa, pero sin quedarme con los brazos cruzados, seguí buscando, pero algo distinto respiraba en el ambiente, no se como ni de que forma, sabia que iba encontrar algo.

El otro día me llamo un amigo, me quería hacer participe de una iniciativa laboral en la que consistía en comercializar una obra social y crear, organizar y comercializar una pre pago en el rubro salud.

Estamos en ese desafío, ya cobre mis $ 500, se que tengo una deuda muy grande que afrontar, pero despacio.
No es el dinero que al principio soñaba, pero se que si este negocio crece, también crecerá mis posibilidades de ganar mas.-


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7 de noviembre de 2008

ANGELITOS ENOJADOS

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Lucia se había recibido de docente, para los planes EGB de educación y hacia dos años que venía cumpliendo suplencias en colegios privados. Sus sueños, la que fue plasmando por medio de la dedicación y el esfuerzo, era la de enseñar en un colegio publico, a niños de escasos recursos o en escuela rural.

No apagaba la luz de su vela encendida a ver su sueño cumplido, mas aun, con el tiempo daba mas luz y cuando había dificultad para lograr algún objetivo, se decía así misma “Lucia esto se va a poner lindo”. -

Juana, maestra en la escuela Narciso Esteban Choque, frente al grado B, sus ideales muertos en el campo de batalla no por el alumnado, sino asesinado por la estructura y el sistema educativo. Ella esperaba hace cinco meses un bebe, con un embarazo complicado por placenta previa, solicito licencia por maternidad antes de lo debido por el bienestar del niño.

Estando Lucia en su casa corrigiendo algunos cuadernos del instituto donde enseñaba, sintió el timbre de su caja sonar, su madre que le decía de la cocina, “Lucia atiende la puerta por favor”. Era el cartero trayéndole una correspondencia, el remitente decía “Ministerio de Educación”, un poco extrañada lo abrió y se encontró con la Resolución 224/2008 del 15 de Junio en la que redactaba lo siguiente: “estando la maestra de grado Sra. JUARES DOLORES CHAMPAS haciendo uso de su licencia por maternidad, viendo la necesidad de cubrir su reemplazo y teniendo en cuenta los candidatos elevados por la Junta de Clasificación, esta Secretaria de Educación ha dispuesto: mientras dure su titular, aprobar y nombrar como reemplazante a la maestra de grados Lucia Raquel Castro, a los efectos de cubrir la vacante producida en el grado B de la Escuela Narciso Esteban Choque”.

Como dicen los mexicanos “uacale”. Se quedo helada por unos segundos, atolondrada sin reaccionar por otros mas y expectante, eufórica por el resto del día. Parecía amor: “sorda, ciega y distraída”, siiii cuando los chicos se enamoran son así.
Esa tarde salió para ver la ubicación de la escuela, como un reconocimiento previo en donde iba a desplegar su acción.
La escuela estaba en una zona semi rural a las afuera de la ciudad, era un cordón en donde se hacinaba personas de escasos recursos, algunos eran parte del campesinado minifundista que venia a la ciudad a buscar trabajo, otros eran lo que la sociedad marginaba, por no tener un lugar para ellos.

Eran vendedores ambulantes, otros que ya se había acostumbrado al subsidio del estado, plan jefa o jefe de hogar, cobraba gratuitamente un monto de dinero que el Estado Nacional les pagaba. En algunos casos, eran los dos (el jefe y la jefa), los que cobraban dentro de una familia, acostumbrados a vivir miserablemente de las dadivas y a no aspirar a crecer humanamente en la vida, pasaban sus días en estas condiciones, mas los bolsones de mercadería que recibían. Eso si, cada vez que el poder político necesitaba un grupo de personas que los victorease, ahí estaban los papitos y la mamitas. Previa toma de asistencia estaban presente en la movilización y después de ella el bolsón de mercadería.
El estado necesitaba demostrar que ellos contaban con apoyo, ahí tenían el apoyo de los jefes y jefas de hogar.





Los más rescatables en ese estado de pobreza, eran los vendedores ambulantes, los recolectores y seleccionadores de basuras de la “gente hermosa como uno” de los barrios residenciales.
Estos barrios pobres que rodeaban a zonas pudientes de la clase media alta y altísima, parecían parásitos, ya que sobrevivían de los desechos de una pequeña sociedad opulenta y egoísta.


La diferencia sé hacia sentir hasta en el olor y el color de la piel. No de los que son blancos o negros, sino que la piel con escamaciones por falta de una buena alimentación, reseca sin brillo y olorosa.

En muchos casos, con la finalidad de que los niños tuvieran algo que comer, le inscribían en la escuela con la esperanza de que recibieran, la copa de leche.


Cuando Lucia se presenta ante la dirección de la escuela, la Directora le dio un panorama sombrío del grado y aconsejándole que use una disciplina estricta, ya que los niños a muy pequeña edad o ya de nacimiento, eran delincuentes y potenciales asesinos, pervertidos, violadores etc. Y para el colmo con reseña de cada uno de los familiares.

Ángeles irritados por el cansancio, la violencia familiar, la mala alimentación y por el trabajo forzado a los que se veían para traer unos centavos a casa y sin saber, por el temor a la reprimenda, si darle a la madre o al padre, ya que uno de los dos o en el peor de los casos, los dos se dedican a la bebida alcohólica. Ese dinero seguro que no seria para calmar el hambre.
Ángeles irritados, por que todas las tardes, eran reclutados en distintos grupos y llevado a la ciudad, para la mendicidad o la separación y recolección de basuras, que vendiéndola se ganaban unos escasos centavos y el resto lo grueso de la venta para el reclutador, para el señor de la camioneta.




Ángeles irritado, por la explotación y el trabajo de lunes a sábados hasta alta horas de la noche, recolectando papel, vidrio, metales, botellas de plásticos y plásticos de todo genero. Otros en los tachos de basuras de los bares, parrilladas y restaurantes. Pequeños duendes buscando la forma de subsistir.

Lucia tenia todo un royo en la cabeza, iban y venían ideas “tan solo seis meses” “son niños” “son unos Ángeles enojados por los sufrimientos” “son Ángeles cocinados por el mal trato”.

Llego al aula, escoltada por la subalterna de la Directora, con un largo puntero de madera color roble. La Secretaria de la escuela, pura y radiante con su delantal blanco, ni que fuese a un casting de algún jabón en polvo, que se ve en los medio de comunicaciones. Procedió a saludar a los niños y estos como si fuese una provocación y desacato a la autoridad siguieron jugando.
Ella mira, a los alborotados, pilluelos, pequeños ruines, mal vividores, siguiéndolos con su mirada sin dejar nada pendiente de observar. Como domando a una fiera iracunda de la colina de tasmania, la señorita Secretaria, gruño digamos mejor RUUGIOOOO, de tal forma que los pocos vidrios sueltos de las ventanas vibraban.
Abrió tanto la boca que parecía un hipopótamo locamente enojado, como mostrando una vista panorámica del viejo cinemascope, todo sus molares, se pudo contar 4 muelas con sarro y emplomadas, un implante de acrílico viejo, tres diente con sarro y dos careados.

Y asestando un fuerte golpe en un pupitre de la primera fila. Ante este derroche de energía y puro ruido, los rufianes callaron. Su mirada fija, monitoreaba todo el curso, como los ojos fríos de un tiburón. A los niños se les subieron una sensación gélida por toda la espalda y Lucia saco su primer aprendizaje.

Para domar salvajes, pilluelos, hay que ser una fiera iracunda, con una mirada asesina y dar golpes certeros. El miedo, Siiii el miedo es educativo. ¿Pero será realmente así?

Con una escueta sonrisa, después de dos horas de masaje en la cara para poder estirar los labios, la señorita Secretaria presenta a Lucia y haciendo entrega del bastón de mando, le puso en mano derecha como extensión de su autoridad, el temible puntero.

Los niños se sentaron y tomando asistencia empezó a caminar entre las filas, mientras leía fue necesario dar la vuelta la hoja y levantando la mano derecha donde tenia el puntero, tomo desprevenido al niño del asiento delante de ella, y este se acurruco como quien se defiende de un golpe. Ella se quedo tiesa, sin dar explicaciones mirando fijo al puntero, sintiendo el poder que tenia sobre la vida humana. Esta mágico y tenebroso poder del puntero la acompaño durante todo el día.

Al otro día, se presente al aula saludo a los niños, los niños al principio vieron que a la Seño le faltaba algo, pero en la medida que el tiempo pasaba y no sentir el peculiar y familiar rugidos en el aire de esta espesa selva, los niños empezaron poco a poco levantar la vos, como para ganar terreno, ella en cambio con una sonrisa serena los miro y despacio como si fuera un susurro, dijo: Buenos días niños.
Los villanos se miraron unos a otros y mirándola atónito por que esta fiera no gruñía, siguieron hablando.






Dijo nuevamente, pero ahora con vos amable pero poniéndole una pizca de dulzura; “me escuchan chicos, buenos días”, los chicos abrían los ojos como huevos fritos, el desconcierto corrió por el ánimos de estos Ángeles mas rápido que un instante, y el silencio cundió el aula.

Lucia por dentro “OH my god, OH my god, Jesús Christi, aleluya, glorie glorie aleluya”, de atea por arte de magia estos Ángeles la convirtieron en Cristiana.

Para no perder la esperanza, los niños esperaban por sorpresa, como ataque relámpago, el golpe mortal y diabólico. Pero no pasaba lo que tanto sospechaban, en su estupefacción, pensaban “a esta ameba ¿De que charco la sacaron?
Ella acercándose a cada uno de ellos abriendo su cuaderno y dándole consignas. En el lapso de 15 minutos toda el aula quedo atrapada en un profundo silencio, se podía escuchar la brisa que corría haciendo contornear la vieja cortina de la ventana. Así pasó un día más.

Al otro día Lucia se presento en el grado, saludo con una mirada tierna y una vos dulce a los angelitos irritados y haciendo un profundo silencio. Los niños no sabia que cosas nuevas iban a vivir bajo el sol de este bendito día, el deseo de escuchar el rugido feroz y cotidiano había menguando, pero observaban los movimientos de la seño como si fuera un partida de ajedrez. La seño como haciendo jaque, pregunto chicos, ¿Para que vienen a la escuela? Yo los veo con tantas ganas de jugar, me gustaría verlos felices afuera, parece que están encerrados, no es mi intención tenerlos conmigo y no están disfrutando la clase. José uno de los niños de más edad dentro del aula, respondió: Señorita no podemos.
¿Porque no? Dijo la señorita.
Veamos, aquel que no quiera estar acá conmigo, puede salir a jugar o irse a su casa.

José volvió arremeter, no seño, no, usted no entiende.
Si nos vamos, quien nos va a dar el chocolate con el sanguche de mortadela, por eso nos quedamos. Además si no comemos acá, quizás en la casa no vamos a poder comer, por que muchas veces no hay.
Aguantamos por más que la señorita Directora nos dice que no aprendemos, por que de nacimiento somos brutos, delincuentes y no servimos.

Lucia no pudo mas, se sintió un Glup, de un trago de una garganta que se le había serrado, con dos diamantes que empezaban a correr por su rostro, para no mostrarse vulnerada por la realidad se deshizo de ellos con mucha diplomacia.

Muy bien José, que opina tú respecto a lo que dice la señorita directora, que piensas ¿tiene razón ella?
José callo por temor. Bueno seño, dijo Pelusa, yo creo que ella tiene razón, yo intento estudiar pero me duermo y cuando me despierto, tengo que salir con los chicos, por que esta el señor de la camioneta.
Bueno dijo Lucia, les voy a contar un cuento para que ustedes lo charlen con su compañero de la par.

“Había un hombre que sentado en el asiento de una plaza lloraba desconsolado, soy pobre, no tengo nada para comer, estoy acabado. Así uno y otra ve.
Un día se le acerco un señor, un poco compadecido por la forma en que sollozaba y le dijo: oye te doy un poco de dinero.
Pero que poco tacto tienes, tu que crees, que a pesar de mi pobreza voy a permitir que gratuitamente me insultes con tu dadivas.
No quiero tus limosnas le contesto.

Pero el hombre con una sonrisa le dijo: Oye no me malinterpretes, no te lo regalare a mi me costo, tan solo me gustaría que me vendiera tus ojos, mira tengo cataratas y me estoy quedando ciego, necesito el cristalino de tu pupilas para poder ver.

Te compro tus ojos a $ 250.000. El hombrecito creyendo que era una burla, siguió con las exclamaciones, “estoy en la ruina quien me puede ayudar”, como diríamos, estaba como una gata flora.

Pero cristiano escúchame, no te estoy engañando, ni mofándome de ti, tan solo te pide, por favor, que me vendas tus ojos, te pago 1.000.000 de pesos.

Este seguía en la misma tesitura. El hombre ya un poco enfadado acerco y le dijo con vos impaciente. “deja de llorar como una magdalena” no te das cuenta que no necesitas dinero, por que te mofas de la gente”, este se callo y lo miro, ¿Qué sabes tu de mi vida?
Se mas que tu, le contesto. De hace rato te ofrecí hasta 1.000.000 por tus ojos y no me lo quieres vender. ¿No te das cuenta que eres rico?
Te estoy ofreciendo comprar algo valioso que tienes y no te das cuenta.

Chicos, pasamos la vida llorando por lo que nos dicen, llorando por lo que no vemos y creemos que no tenemos.

NOS TENEMOS A NOSOTROS MISMOS, AHORA FALTA QUE DESCUBRAMOS CUAN IMPORTANTE Y VALIOSO SOY”.

Como dice un sabio oriental: “TODO EL REINO ES PARA TI Y SOLO TIENES QUE RECLAMARLO. PERO NO PUEDES NI SIQUIERA SOÑAR CON RECLAMARLO, SI EN TU OSCURIDAD CREES QUE NADA VALES, QUE ERES UN MENDIGO. EL TESORO ESTA AHÍ, SEGUIRA EN LO OSCURO MIENTRAS NO CONFIES EN TI” OSHO

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1 de noviembre de 2008

LOS GALLOS DE MI ABUELO

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Casi siempre estaban detrás de los barrotes, era los primeros que alteraban desde temprano la vida del vecindario, con tan solo hacerse escuchar, su fin era imponerse sobre el resto.

Se los sacaban dos veces al día, previamente se les impedían ver, no vaya a ser que se escapen, previas rigurosas anteojeras o capucha con soga atada a los pies se los hacía caminar, trotar, correr, trote con dificultad. Con una vara de junco y con golpe sostenido se le golpeaba su lado izquierdo o derecho, según sea para donde uno quería que doblase. Una vez al día tenían que pelear con los ojos vendados, como para ejercitarlos en momentos extremos, ya sea que estuviesen en plena oscuridad o en lo peor de la batalla llegaran a quedar ciegos, tenían que prevenir e intuir por donde viene el golpe del enemigo y así aprender a sobrevivir y seguir peleando de esta manera.

Se los incentivaba, se les enseñaban a desarrollar los instintos y el principal el de supervivencia, tan solo dos veces a la semana eran peleas normales. Con tanta exigencia física, se los refrescaba esparciéndole agua, su trabajo era agotador e inhumano, pero era necesario que descargaran todas sus energías, eran perfectos asesinos y detrás de los barrotes tenían que estar sedados, tranquilos pero sin usar psicofármacos, tan solo debían ejercitar y descargar sus violencias.

Pero eran los que mejor comían y todo regulado a horario. Llevaban un régimen de actividades duramente estructurada como para reeducar a psicópatas, ni en las mejores cárceles o los más rigurosos adiestramiento de elites, tenían los gallos de riñas de mi abuelo.

Eran animales hermosos, de plumas azules y doradas que brillaban aun en los días nublados. Sus muslos desarrollados y prominentes, salían de sus jaulas los días Domingo cuando mi abuelo debía competir en las famosas riñas de gallos, del Timbo Nuevo. Ensillaba su caballo moro, hermoso, esbelto, era dócil a más no poder, como decían las parroquianas “ay, si es un pan de Dios”.

El estaba orgulloso de sus gallos, algunas veces delegaba a Toro algunas actividades de adiestramiento y esta vez le dijo que lo encapuchara y lo hiciera trotar suavemente por todo el cerco. Con toro, ya al caer la tarde, el sol se hacia sentir, pero ya no hería con sus rayos la piel, era soportable su presencia.

El gallito trotaba desde el cerco hasta el bajo, pero de tanto jugar ya no contamos las idas y vueltas, creo que estaba un poquito extenuado. Como tenía capucha no el sabía si iba sacando la lengua o no, buen en fin, así es la vida del gallo de riña, durísima.

A mitad del cerco, el bípedo plumífero salvaje, se paró instintivamente como quien se detiene ante el peligro y efectivamente, a poco metros estaba el gallo tuerto de los guanqueros, bueno para los que no leyeron los otros cuentos, los guanqueros son los primos hermanos de mi abuelo, lindaba con las tierras de el.

Era un gallo mañero, siempre se cruzaba para pisar a las gallinas de mi abuela Dorotea, en cambio mi abuelo quería que sus gallos pisaran, pero estos eran chicos rudos cuando pisaban, con el pico se hacía de las crestas de las gallinas, lastimándolas y como tenían unas filosas uñas o garras, las dejaban chasca y descangayadas. Ve, no eran sonsas las gallinas al momento de amar, siempre elegían a este gallo tuerto, ya que era suave y placentero, ¡que asombrosa es la naturaleza!

Como el gallo de mi abuelo era tremendamente territorealista, donde estaba él, no pisaba ningún otro gallo, y así con las patas atadas y encapuchado, no media riesgos, era aguerridamente imprudente. Se le fue como a picotearlo y con las plumas paradas, un perfecto guerrero. El tuerto se puso firme, sin conocimiento de contienda sino aquellas que le daba placer, se puso un poco de costado, no parecía tan gallito, pero nos dimos cuenta que la posición ayudaba a la visión. Con Toro nos miramos, se nos cruzo la tentación de soltar la correa, “y que hacemos”, como a nosotros niños, no nos permitía ir a las riñas de gallos, nunca lo habíamos visto pelear, bueno la curiosidad fue placenteramente grande, revivir “in situ” lo que nos prohibían, fue la mejor decisión.

Soltamos la soga, era la pelea de dos gallos, en una esquina estaba el gallo tuerto y la otra el gallo ciego, dije que estaba encapuchado, ya que no hubo tiempo de sacarle la capucha y como estaba entrenado para estas situaciones, bueno a pelear se a dicho.

La contienda empezó, el gallo de mi abuelo como estaba con capucha sus picotadas golpeaba con fuerza pero no herían, había una pérdida de efectividad del 30%, los espuelones eran armas mortales que cortaba la piel pasando previamente por las plumas. El tuerto parecía muy refinado, pero pasaba por sus cabezas el harem de gallinas pisadas y lucho por ellas. Su lucha tenia sentido, peleaba por el amor pepermetuo. Sacó fuerza y doblegó al gallo de mi abuelo, aun peleando de costado, Ahora me doy cuenta que cuando la vida tiene sentido, o la causa tiene una razón de ser para la existencia y la felicidad, no importa el peligro, uno saca fuerzas de donde no tiene para conseguir o defender lo que anhelamos o valoramos.

Así es, el guerrero fue vencido por el amor, el tuertito con su posición dudosa, le hizo retroceder y huir. Como las cosas ya estaban dirimidas, nos miramos con asombro, no sabíamos si decir “guauuuu que pelea” o tan solo “araca el gallo de riñas”.

Lo atrapamos, le pusimos la correa de nuevo en un parsimonioso silencio y con el respeto que se merece, lo hicimos caminar de vuelta a la jaula, los dos callados pensando que todo ser tiene un molde que lo sujete.

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18 de octubre de 2008

EL ALMACEN DE TUFI

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Tufì era un libanés que tenía un gran almacén, vendía a todo el campesinado del Timbo Nuevo, Timbo viejo y El Sunchal. Venían los pobladores de distintos lugares y dejaban sus pedidos, luego de prepararlos, el los llevaba en una vieja camioneta.
Como ya había entrado en su vejez y toda su vida le dedico a bajar camionada de mercadería, ordenarla y luego enviarla a sus clientes y ya cansado de ese ajetreo diario decidió contratar a un lugareño de nombre Juan, como no hay nombre más pegadizo a este que José, como se llamaba el cristiano, Juan José López.
Si señores por esta zona los JUAN JOSE esta a la orden del día y para las chinitas románticamente JUANJO, achalay.



Bueno, Juan José, para las chicas Juanjo y para los de otro lugar JHON JHOSEP. Este caballero, era un obrero golondrina que viajaba por todo el norte y cuyo del país, en las distintas época de cosechas. Ya sea en Tucumán, la caña de azúcar y el citrus, en Mendoza la vendimia, en chaco el algodón etc. Para la cosechas era polifacético el tipo. Pero con el tiempo fue echando raíces en Tucumán.

Este era un poco joven que Tufì y ya entrando en confianza el patrón tenia el genio popular de poner apodo, le decía a Juan “catre viejo”, por que al más pequeño movimiento se quejaba.

Este le había tomado aprecio por que a pesar de sus rabietas era un hombre honesto y sincero.
Un día mientras se hacia un pequeño alto en el trabajo, Tufì sintiendo pena por su empleado le pregunto ¿Porqué reniegas tanto al hacer las cosas?.

Es que siempre tengo que hacer lo mismo: bajar la mercadería del camión, ordenar la mercadería, separar y enviar los pedidos y luego limpiar antes de irme.
¿Eso te pone mal, el hecho de que todos los días tienes que hacer lo mismo? Pregunto Tufi
Si es hartante, me angustia, pienso que podría estar haciendo otra cosa, pero todavía no se que es. Dijo Juan

Tufì, dejando pasar al silencio que es sabio y consejero, le encesto una mirada tierna y con una dulce sonrisa de padre le dijo; Mira Juan cuando vas al río y te refresca, lo haces siempre con la misma agua. Este extrañado lo mira, como diciendo “Ey la vejes viruela te esta haciendo temblar las neuronas”, y contestando le dice NO, POR QUE EL AGUA ESTA CORRIENDO CONTINUAMENTE.
Ah que interesante, no. Juan cuando comes siempre comes la misma carne, NO contesto, por que es de distintos animales.

Entonce Juan si te detienes observar más tu vida, veras que no todas las cosas que haces son iguales y un día no es igual al otro.
Lo que pasa es que te has propuesto el firmemente, en la valoración que realiza y los sentimientos que sale de tu corazón, de sentirte mal todo los días en las cosas que haces. Pero aun Juan, si observas ese pesimismo que te angustia, veras que lo que siente nunca es igual un día respecto del otro. Hasta el hastío para vivir es distinto.


Mmm..., si, creo que tiene razón, no todos los días son iguales como también creo que uno pone condimento a la vida o le damos valoraciones distintas y el corazón es el que siente.

Tufì, observándolo mientras este ordenaba los pedidos le dijo; mira Juan tu podrías hacer algo simple, te digo esto por que no se, siempre las cosas simple parece que cuesta mas
Si diga Ud. Contesto.
Cada ves que te enojes por algo, o algo te molesta o estas molesto, respira profundamente y descubre en tu interior que es lo que causa este malestar. Tomate algo de tiempo para ti y observa.

Juan mirándolo con los ojos asombrado frente a un psicólogo que necesita una flor de terapia, encogió los hombre como para no enfrentar las cosa y le dijo un Si lacónico, pero en fin, le quedo picando la propuesta, pero lo que mas le llamo la atención, eso de que lo simple cuesta.

Paso los días y el silencio se adueñaba del deposito hasta se podía sentir las carreras de cucarachas. Lo extraño como si pasara algo raro Juan empezó a dibujar en su rostro una sutil sonrisa en ves de renegar. Tufì asombrado pensó para adentro, está enamorado, debe ser que esta amando el chango.
Chango. ja ja si este ya no se ablanda ni en una hoya de acero en tres días de hervor, con carbón de piedra. Chango jajajaj.

Para salir del asombro ya que las dudas que carcomía por dentro, como el deseo retorcido de enterarse de todo, debilidad de viejas chismosas, Tufì pregunto ¿Che Juan, te acordas de aquella charla que tuvimos?
Juan receloso de mostrar partida y como quien esconde sus prendas intimas, como queriendo ocultar hasta la ganas de respirar y haciéndose el distraído, le contesto AH SI.




Pero como el turquito había tomado Chismedecina 500 gr., era insistente y pesado que elefante en turucuto, Juan tomo conciencia que al fin y al cabo era su patrón, no le quedo cosa que mermar un poco la marcha para dar lugar al dialogo, ya que su vida se estaba por exponer y no hay mejor manera que hacerlo con un buen marketing.
Y dijo: en realidad don Tufì, me quejaba mucho, me sentía angustiado, deseaba vivir de otra forma, pero no sabia como, deseaba tener un mejor rancho, un trabajo mas tranquilo, tener una compañera, a mi edad ya soy grande y no es bueno que el hombre este solo, pero a decir verdad, para que tener un mejor trabajo si voy a estar renegando, para que tener un mejor rancho si yo internamente no me voy a sentirme bien, para que voy a tener una compañera si yo soy agrio, idiota, a pocas hora ya no me aguatara y se ira.

Así que, empecé a observarme a mi mismo cada vez que renegaba, respirando profundamente, cerraba los ojos hasta que se me iba.
Después me daba cuenta que la causa de mis idioteces eran tonta, sin fundamento, después como ya no renegaba, me acostumbre a respirar pausado y profundo, me di cuenta que esto me producía una sensación de paz.





Pensé en mi vida pero la solución no era cambiar de lugar, cambiar de cosas o adquirir cosas, sino que tenia que cambiar mi interior. Si ante todo era negativo, a cualquier jarro de leche le encontraba un pelo. Empecé a pensar lo positivo que es hacer trabajar mi cuerpo, mientra respiraba y levantaba las bolsas de harina o azúcar pensé que este era el mejor ejercicio para el, logre sentir cada uno de mis musculoso como se tensaban y como adquiría volumen a mi edad. Me sentí cada vez más fuerte. Me siento estupendo, me siento como que me saque 10 años de encima.
Asombrado dijo Tufì, bueno cálmate, macho, ma chongo, machocante imposible, je 10 años menos.
Usted pregunto ¿no?, bueno ahora puedo proseguir, esta bien termina de desensillar al saino, dijo escueta mente el turco.

También don Tufì pensaba que este trabajo era para burros de carga, y pensaba que me merecía algo mejor, pero como iba a tener algo mejor si no valoraba lo que tenía.

El problema no era el tener, sino la valoración que yo daba a las cosas, y comos este trabajo que es muy simple me costaba aceptarlo, trate de ver este trabajo de otra manera, empecé a observar lo que hacia, bueno, había comestibles en bolsa grades , había en botellas y en paquete de todo tamaño, si bien el galpón es inmenso, empecé a acopiar las bolsa grandes por un lado, las botellas por otro, separe los aceite de oliva, los de girasol, los de maíz y las mezclas, también separe los distintas clases de vinagres, los comestible que son frágiles de los que son resistentes a los golpes. Los golpes que puede recibir un tarro de grasa en pella no es lo mismo que un golpe a las hueveras.

Y por otro lado separe los artículos de limpieza, los personales respecto a los de la casa. Mire, entre don Tufì, dijo Juan todo emocionado como que no se podía retenerse dentro suyo.
El viejo mirando en silencio y asombrado por el orden, buscaba alguna excusa para bajarlo de un hondazo a este que quería volar tan alto, creyó ver algún desorden por que habría dos filas de harina, dos de azúcar y así con varios comestibles. Pero Juan mira esto, estas ocupando espacio por que haces dos filas para cada alimento si lo puedes poner en una sola fila.




Con un poco de sorna, Juan responde, Mire don Tufì, he descubierto que en un costado todos los alimentos tiene una fecha de vencimiento, esto quiere decir que no se puede consumir después que paso esta fecha y por consiguiente tampoco podemos venderlos, así que la fila de la derecha son alimentos que hay que sacar cuanto antes, por que son los mas próximos a vencer y queda feo o es cansador don Tufì que nos reten los clientes por vender mercadería en mal estado.

Como quien contiene un volcán y dando lugar al reconocimiento y la admiración dio gracias a Juan todo lo que había hecho. Indudablemente ya no era el peón rustico que hacia un trabajo de burro. Este burro aprendió de su experiencia propia, hizo de su trabajo un saber refinado.

Indudablemente Juan había encontrado el sentido de su vida. Su trabajo era otro y empezó a soñar positivamente las cosas, se inscribió en un instituto término el secundario e hizo un terciario en una escuela técnica, aprendiendo sobre motores eléctricos.

Con el tiempo Tufì fluyo hacia otro estado, Juan se fue a vivir a la ciudad donde había puesto un taller de motores eléctricos, ya tenía una compañera y desde aquel día que Tufì le dio ese consejo no dejo de buscar el lado positivo a las cosas.

Cuan importante es encontrar el sentido de la vida.
Saber mirar las cosas con el corazón, tener respuesta al instante como estas ¿para que vivo? ¿Por que vivo? ¿Cómo quiero que sea mi vida? Etc.
Todos estamos llamados a una vida feliz, pero necesitamos primeros encontrarnos a nosotros mismos y encontrar sentido a nuestro vivir. Cada uno tenemos una melodía interior que tenemos que saber escuchar. Una vez que la encontramos toda nuestra existencia adquiere sentido.-

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