18 de octubre de 2008

EL ALMACEN DE TUFI

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Tufì era un libanés que tenía un gran almacén, vendía a todo el campesinado del Timbo Nuevo, Timbo viejo y El Sunchal. Venían los pobladores de distintos lugares y dejaban sus pedidos, luego de prepararlos, el los llevaba en una vieja camioneta.
Como ya había entrado en su vejez y toda su vida le dedico a bajar camionada de mercadería, ordenarla y luego enviarla a sus clientes y ya cansado de ese ajetreo diario decidió contratar a un lugareño de nombre Juan, como no hay nombre más pegadizo a este que José, como se llamaba el cristiano, Juan José López.
Si señores por esta zona los JUAN JOSE esta a la orden del día y para las chinitas románticamente JUANJO, achalay.



Bueno, Juan José, para las chicas Juanjo y para los de otro lugar JHON JHOSEP. Este caballero, era un obrero golondrina que viajaba por todo el norte y cuyo del país, en las distintas época de cosechas. Ya sea en Tucumán, la caña de azúcar y el citrus, en Mendoza la vendimia, en chaco el algodón etc. Para la cosechas era polifacético el tipo. Pero con el tiempo fue echando raíces en Tucumán.

Este era un poco joven que Tufì y ya entrando en confianza el patrón tenia el genio popular de poner apodo, le decía a Juan “catre viejo”, por que al más pequeño movimiento se quejaba.

Este le había tomado aprecio por que a pesar de sus rabietas era un hombre honesto y sincero.
Un día mientras se hacia un pequeño alto en el trabajo, Tufì sintiendo pena por su empleado le pregunto ¿Porqué reniegas tanto al hacer las cosas?.

Es que siempre tengo que hacer lo mismo: bajar la mercadería del camión, ordenar la mercadería, separar y enviar los pedidos y luego limpiar antes de irme.
¿Eso te pone mal, el hecho de que todos los días tienes que hacer lo mismo? Pregunto Tufi
Si es hartante, me angustia, pienso que podría estar haciendo otra cosa, pero todavía no se que es. Dijo Juan

Tufì, dejando pasar al silencio que es sabio y consejero, le encesto una mirada tierna y con una dulce sonrisa de padre le dijo; Mira Juan cuando vas al río y te refresca, lo haces siempre con la misma agua. Este extrañado lo mira, como diciendo “Ey la vejes viruela te esta haciendo temblar las neuronas”, y contestando le dice NO, POR QUE EL AGUA ESTA CORRIENDO CONTINUAMENTE.
Ah que interesante, no. Juan cuando comes siempre comes la misma carne, NO contesto, por que es de distintos animales.

Entonce Juan si te detienes observar más tu vida, veras que no todas las cosas que haces son iguales y un día no es igual al otro.
Lo que pasa es que te has propuesto el firmemente, en la valoración que realiza y los sentimientos que sale de tu corazón, de sentirte mal todo los días en las cosas que haces. Pero aun Juan, si observas ese pesimismo que te angustia, veras que lo que siente nunca es igual un día respecto del otro. Hasta el hastío para vivir es distinto.


Mmm..., si, creo que tiene razón, no todos los días son iguales como también creo que uno pone condimento a la vida o le damos valoraciones distintas y el corazón es el que siente.

Tufì, observándolo mientras este ordenaba los pedidos le dijo; mira Juan tu podrías hacer algo simple, te digo esto por que no se, siempre las cosas simple parece que cuesta mas
Si diga Ud. Contesto.
Cada ves que te enojes por algo, o algo te molesta o estas molesto, respira profundamente y descubre en tu interior que es lo que causa este malestar. Tomate algo de tiempo para ti y observa.

Juan mirándolo con los ojos asombrado frente a un psicólogo que necesita una flor de terapia, encogió los hombre como para no enfrentar las cosa y le dijo un Si lacónico, pero en fin, le quedo picando la propuesta, pero lo que mas le llamo la atención, eso de que lo simple cuesta.

Paso los días y el silencio se adueñaba del deposito hasta se podía sentir las carreras de cucarachas. Lo extraño como si pasara algo raro Juan empezó a dibujar en su rostro una sutil sonrisa en ves de renegar. Tufì asombrado pensó para adentro, está enamorado, debe ser que esta amando el chango.
Chango. ja ja si este ya no se ablanda ni en una hoya de acero en tres días de hervor, con carbón de piedra. Chango jajajaj.

Para salir del asombro ya que las dudas que carcomía por dentro, como el deseo retorcido de enterarse de todo, debilidad de viejas chismosas, Tufì pregunto ¿Che Juan, te acordas de aquella charla que tuvimos?
Juan receloso de mostrar partida y como quien esconde sus prendas intimas, como queriendo ocultar hasta la ganas de respirar y haciéndose el distraído, le contesto AH SI.




Pero como el turquito había tomado Chismedecina 500 gr., era insistente y pesado que elefante en turucuto, Juan tomo conciencia que al fin y al cabo era su patrón, no le quedo cosa que mermar un poco la marcha para dar lugar al dialogo, ya que su vida se estaba por exponer y no hay mejor manera que hacerlo con un buen marketing.
Y dijo: en realidad don Tufì, me quejaba mucho, me sentía angustiado, deseaba vivir de otra forma, pero no sabia como, deseaba tener un mejor rancho, un trabajo mas tranquilo, tener una compañera, a mi edad ya soy grande y no es bueno que el hombre este solo, pero a decir verdad, para que tener un mejor trabajo si voy a estar renegando, para que tener un mejor rancho si yo internamente no me voy a sentirme bien, para que voy a tener una compañera si yo soy agrio, idiota, a pocas hora ya no me aguatara y se ira.

Así que, empecé a observarme a mi mismo cada vez que renegaba, respirando profundamente, cerraba los ojos hasta que se me iba.
Después me daba cuenta que la causa de mis idioteces eran tonta, sin fundamento, después como ya no renegaba, me acostumbre a respirar pausado y profundo, me di cuenta que esto me producía una sensación de paz.





Pensé en mi vida pero la solución no era cambiar de lugar, cambiar de cosas o adquirir cosas, sino que tenia que cambiar mi interior. Si ante todo era negativo, a cualquier jarro de leche le encontraba un pelo. Empecé a pensar lo positivo que es hacer trabajar mi cuerpo, mientra respiraba y levantaba las bolsas de harina o azúcar pensé que este era el mejor ejercicio para el, logre sentir cada uno de mis musculoso como se tensaban y como adquiría volumen a mi edad. Me sentí cada vez más fuerte. Me siento estupendo, me siento como que me saque 10 años de encima.
Asombrado dijo Tufì, bueno cálmate, macho, ma chongo, machocante imposible, je 10 años menos.
Usted pregunto ¿no?, bueno ahora puedo proseguir, esta bien termina de desensillar al saino, dijo escueta mente el turco.

También don Tufì pensaba que este trabajo era para burros de carga, y pensaba que me merecía algo mejor, pero como iba a tener algo mejor si no valoraba lo que tenía.

El problema no era el tener, sino la valoración que yo daba a las cosas, y comos este trabajo que es muy simple me costaba aceptarlo, trate de ver este trabajo de otra manera, empecé a observar lo que hacia, bueno, había comestibles en bolsa grades , había en botellas y en paquete de todo tamaño, si bien el galpón es inmenso, empecé a acopiar las bolsa grandes por un lado, las botellas por otro, separe los aceite de oliva, los de girasol, los de maíz y las mezclas, también separe los distintas clases de vinagres, los comestible que son frágiles de los que son resistentes a los golpes. Los golpes que puede recibir un tarro de grasa en pella no es lo mismo que un golpe a las hueveras.

Y por otro lado separe los artículos de limpieza, los personales respecto a los de la casa. Mire, entre don Tufì, dijo Juan todo emocionado como que no se podía retenerse dentro suyo.
El viejo mirando en silencio y asombrado por el orden, buscaba alguna excusa para bajarlo de un hondazo a este que quería volar tan alto, creyó ver algún desorden por que habría dos filas de harina, dos de azúcar y así con varios comestibles. Pero Juan mira esto, estas ocupando espacio por que haces dos filas para cada alimento si lo puedes poner en una sola fila.




Con un poco de sorna, Juan responde, Mire don Tufì, he descubierto que en un costado todos los alimentos tiene una fecha de vencimiento, esto quiere decir que no se puede consumir después que paso esta fecha y por consiguiente tampoco podemos venderlos, así que la fila de la derecha son alimentos que hay que sacar cuanto antes, por que son los mas próximos a vencer y queda feo o es cansador don Tufì que nos reten los clientes por vender mercadería en mal estado.

Como quien contiene un volcán y dando lugar al reconocimiento y la admiración dio gracias a Juan todo lo que había hecho. Indudablemente ya no era el peón rustico que hacia un trabajo de burro. Este burro aprendió de su experiencia propia, hizo de su trabajo un saber refinado.

Indudablemente Juan había encontrado el sentido de su vida. Su trabajo era otro y empezó a soñar positivamente las cosas, se inscribió en un instituto término el secundario e hizo un terciario en una escuela técnica, aprendiendo sobre motores eléctricos.

Con el tiempo Tufì fluyo hacia otro estado, Juan se fue a vivir a la ciudad donde había puesto un taller de motores eléctricos, ya tenía una compañera y desde aquel día que Tufì le dio ese consejo no dejo de buscar el lado positivo a las cosas.

Cuan importante es encontrar el sentido de la vida.
Saber mirar las cosas con el corazón, tener respuesta al instante como estas ¿para que vivo? ¿Por que vivo? ¿Cómo quiero que sea mi vida? Etc.
Todos estamos llamados a una vida feliz, pero necesitamos primeros encontrarnos a nosotros mismos y encontrar sentido a nuestro vivir. Cada uno tenemos una melodía interior que tenemos que saber escuchar. Una vez que la encontramos toda nuestra existencia adquiere sentido.-