20 de diciembre de 2008

LIBERTAD Y RESPONSABILIDAD

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Viajaba un día en colectivo sentado al lado de la ventanilla, viendo como la gente pasaba al volante de su auto, cada uno encerrado en sus propios pensamientos, viviendo sus propias historias.

Así es la mente, nos hace ver y vivir cada vivencia. Me sobresalta el rugido de motor, era un automóvil, ansioso y a toda prisa (por no hablar del conductor) quería abrirse paso en la cotidiana caravana de autos. Zigzagueando como un relámpago, entre los autos que a pesar de dar la luz roja, como desafiando al destino, paso más rápido que un instante, como si la ruleta rusa le dio unos minutos más de vida, con el plus de salvación, zafando investir otro vehiculo.

La precisión para esas maniobras y con el celular en las manos era asombrosa, como todo argentino siempre tenemos que ponerle un valor agregado al transgredir, este cristiano iba conversando y sonriendo como si estuviera abstraído en otra realidad.

El ya había optado por algo, llegar a tiempo lo mas urgente posible, al lugar donde su mente contemplaba y como luz incandescente, ciego con si le hubieren descorchado el cerebro, la fantasía no le permitía ver la realidad.

Que misteriosas son las decisiones que tomamos pero cuan hermosas es responder por las consecuencias de nuestras decisiones. Cuantos accidentes hay, y el chofer que ocasionó la tragedia, se dio a fuga.

Cuando pienso en las elecciones, me imagino que en un hermoso lago donde en el espejo, se refleja la vida cotidiana con la sensación de una profunda paz.
En este espejo, con cada elección que tomamos, es como si arrojáramos una piedra produciendo una gran onda que se ensancha, el radio de acción es más amplio a medida que se aleja del lugar donde impacto la piedra.



Que pasa si otros también arrojan sus piedras, sus ondas se entrecruzaría con las nuestras, siendo que cada una de ellas cayo en distintos lugares.
La vida es eso, un entrecruzamiento de ondas que interactúa unas con otras, formando un tejido como consecuencias de elecciones que tomamos. Algunas previsibles, otras tiene con la intensión de producir algo. Algunas acciones vienen disfrazada con el ropaje del inconciente, mostrando una intencionalidad, pero que en si mismo encierra ideas o vivencias que no se ve a plena luz del día.

Pero todas ellas, conceptos más o menos tienen algo en común, las consecuencias. También algunas de ellas, pensadas y esperadas, otras previsibles, otras no , las no realizadas etc.
Todo accionar del hombre hasta una mirada, ya sea triste, alegre, con ira, con sorna. También una sonrisa produce consecuencias. Es importante ser concientes de lo que producimos y aprender a responder, a hacernos cargos de las consecuencias. Y responder es eso en su significado:

Responder.

(Del lat. respondĕre).
1. tr. Contestar, satisfacer a lo que se pregunta o propone.


Que importante es tener una respuesta a mi accionar, si se me pregunta el porque, de que se trata etc. Es cuando uno no esta atado a ningún temor. El miedo me ata, me encadena, me impide a dar una respuesta por temor al ego herido, a perder algo, al que me dirán etc. Ser responsable es ser transparente en su accionar. Lo que hice fue por esto o por aquello, pensaba que era la forma mas correcta, bueno me equivoque.

La valentía de dar respuestas es ser un hombre de verdad. Alguien dijo por ahí: “LA VERDAD OS HARA LIBRE”, aquel que obra según verdad, no es prisionero de nadie, ni nada le impide. El hombre sigue, como si fuese tan simple como la respiración, a la verdad. Cuando uno respira no se pone a pensar si tiene que aspirar y luego exhalar, es algo natural.





El alma cuando tiene esa capacidad de dar respuesta, hacerse cargo de su accionar, el ámbito de libertad crece. Cuando hay ausencia de respuestas nace los “¿Por qué?, ¿Qué paso?, ¿Cómo fue?, ¿Quién lo hizo?”.
Cuando la causa esta velado y no se pueden ver el origen de los hechos, es cuando se da la posibilidad a que la inseguridad y el temor se adueñe de nuestro ser. El sentido de la vida se pierde y las respuestas se desvanecen. Y desde el comienzo de la historia del hombre como una experiencia profundamente inserta en el ser, como quien revive esa inseguridad ante esos fenómenos que eran superiores a el: el trueno, el rayo, el huracán, la lluvia devastadora, el fuego, el volcán. También lo encontramos como respuesta religiosa y mítica “LA MUJER QUE ME DISTE ME DIO A COMER DEL FRUTO PROHIBIDO”.





Cada vez que leo este pasaje o viene a mi memoria por alguna razón, me digo así mismo, “este es el origen de la cobardía”, el temor esa sensación tan vieja como la naturaleza humana.
Cuantas buenas acciones mueren a cada segundo por que el alma es presa del espanto, de esa oscuridad del alma que detiene y esclaviza. El temor, creo que este es el pecado original, “EL TEMOR”. Y también alguien dijo “el temor es el peor enemigo del hombre”.



Mis actos no son aislado, es una proyección de consecuencias lanzado a mi prójimo ya que estoy en sintonía permanente, con ese espejo en el que me ayuda a vencer mis propios miedo para mirarme a mi mismo. Cuando soy consciente de que el otro existe, me hago cargo de mis actos.
¿Soy consciente de que cuando abro la canilla de agua, hay miles de personas que están trabajando en ese instante para que yo pueda gozar del agua potable?

Cuando tenemos consciencia de nuestros actos y de lo que producimos, cuando somos capaces de dar respuesta sobre ellas, entonces ahí, nuestra alma se expande como así también la conciencia de libertad. Yo soy dueño de mis actos, soy dueños de mi mismo. Este es el modo como cimentamos nuestra seguridad interna. Cada uno de nuestras realizaciones y las respuestas que damos vamos construyendo nuestra felicidad. En este continuo acto de respuestas libres y responsables se teje nuestra vida cotidiana, en los distintos medios en el que nos movemos y en los distintos roles que tenemos y en la que nos explayamos nuestra personalidad.