Con universos de situaciones y sensaciones, con los seres queridos que regresan y otros que, como águila joven se despiden del nido, tan solo dios sabe el regreso, o el lugar a donde van los seres queridos.
Parece gracioso como un hecho tan circunstancial, tan humano y existencial suscite tanta unidad en este anhelo. Ni las religiones, ni los santos, ni los mártires, ni las oraciones y las adoraciones, moviliza el corazón del hombre en estos hechos simples y existenciales. Algo no impuesto, ni predicado, ni preparado por el marketing. Desde que tengo uso de razón, desde el momento que la televisión no había llegado, en nada a menguado o incremento ese deseo tan natural, tan existencial.
Como si en esta medida de 365 días, el hombre va luchando, desgastando hasta el último segundo y como una bendición mágica, ante la muerte del último vestigio del año vencido, renace desde la profundidad del ser el gozo renovador. Es un renacer, es un despertar con las ganas de empezar a luchar de nuevo, es una nueva oportunidad en año nuevo. Una renovación redentora y purificadora. Si hemos sido pecadores, es una oportunidad para limpiar nuestra imagen, si hemos sido pobres pueda ser que la suerte, como duende travieso aparezca trayéndonos muchos dinero. Etc.
En lo que a mi me respecta, tan solo quiero amor, amor, amor, en este momento único e irrepetible
Publicar un comentario