30 de mayo de 2012

CUENTO DE MARIA EUGENIA CAMACHO

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UNA NOCHE FRIA
Era una noche fría de otoño, el volvía de la facultad, minutos antes de las 9pm me había llamado para contarme lo feliz que estaba, ya que había aprobado una materia ,contento me corto el teléfono diciéndome por ultimo que ya estaba llegando a casa.
Yo simplemente esperaba como toda madre a su hijo para cenar; minutos después de poner la mesa sentí un golpe en la puerta, fui con la sonrisa puesta en mi cara y la palabra "felicidades" ya saliendo de mi boca, hasta que me tope con un policía, me parecía raro ya que no había solicitado sus servicios; el comisario no me podía mirar a la cara, se saco el gorro negro de su cabeza y mientras lo apretaba fuertemente con sus manos decía lentamente el nombre de mi hijo. Ahí fue que lo entendí todo, en solo un segundo ya tenía toda la cara llena de lagrimas; el comisario me llevo hacia el lugar de los hechos, que no quedaba ni a 3 cuadras de mi casa.
Lo vi tirado en el piso, corrí hacia el y puse su cabeza sobre mis piernas, lo abrace con una fuerza incomparable, no sentía su latido, el latido que sentía siempre al abrazarlo, no sentía el calor de su cuerpo y el ya no escuchaba mis palabras de aliento...


En la televisión todavía se sigue nombrando lo que nos paso, "Por no entregar su mochila ,se encontró con la muerte.." eso es lo que ponen en cada informe.
Que hago ahora? Éramos solo él y yo, nadie más. Me quitaron de mis manos al fruto de mi vientre, a mi hijo, a la otra parte de mi ser; es inmenso el dolor que se siente, ya no tengo nada porque luchar.. ya que en este país la justicia es una utopía.
Me avisaron que, el que robo la vida de mi hijo, ya anda suelto caminando por las calles como si nada, y ningún policía me escucha ¡¿Que está pasando?! ¡No se dan cuenta de lo que hacen?! ¡Claro entiendo!, hasta que no les pase no sabrán lo que se siente, ya que esto no tiene comparación.
Ya paso más de un año de lo que sucedió, hoy es el cumpleaños de mi hijo, tendría exactamente 22 años. Gracias a Dios encontré a personas que me apoyan con la muerte de él. Hacemos marchas pidiendo justicia cada mes, pero nunca tenemos respuestas.
Todavía sigo llorando cada vez que se acerca el otoño, el sonido de las hojas secas me avisan que se aproxima el dia de lo sucedido. Y en mis sueños todavía lo veo, su sonrisa de oreja a oreja con sus ojos negros llenos de pureza y su pelo tan suave como el algodón; en mi cabeza rondan los recuerdos de su forma de reír, de lo inocente que era para la edad que tenia, de cada vez que nos peleábamos y que a los segundos venia a mi habitación para abrazarme como gesto de disculpa, éramos tan unidos..

El dolor que siento en mi corazón no se lo deseo a nadie. A veces me pongo a pensar en que se encuentra en un lugar mejor, que está lejos de este infierno que creamos las personas y que descansa en paz; pero me hubiese gustado que mi hijo hubiera tenido sus metas cumplidas, me gustaría darle mi vida para que pueda cumplir y acabar con todo lo empezado , pero eso son solo sueños imposibles. Y ahora lo único que puedo hacer es seguir luchando por el valor de su vida y algún día haré que haya justicia...