Son las 15:15 hs. de la tarde, toda la noche llovía con un viento huracanado, queriendo llevarse todo por delante, si el cielo estaba enojado con ruido ensordecedor, no parecía algo natural.
Las chapas del techo de mi dormitorio rugían, nunca escuche tal sonido, el viento, agarraba a las chapas y no las soltabas, furioso, largaba bramidos, por que no podía desprender ninguna. Yo miraba hacia arriba, y decía “DIOS MIO”.
Las chapas del techo de mi dormitorio rugían, nunca escuche tal sonido, el viento, agarraba a las chapas y no las soltabas, furioso, largaba bramidos, por que no podía desprender ninguna. Yo miraba hacia arriba, y decía “DIOS MIO”.
No sé en que instante me quede dormido, no sé en que instante mis oídos se cansaron del gruñido de este tempestuoso viajero inoportuno. Tan solo quería descansar. Me levanté y encontré el álamo plateado de mi vecino que se quebró en la batalla, pobre, era tan hermoso y costó tanto tiempo a la naturaleza criarlo.
Me senté en un bar, como quien ve el diario y realiza un cronograma de actividades y los lugares más próximos para repartir mi currículum vitae, solicitando trabajo. Cuán importante es encontrar trabajo. Pero la televisión hablaba de otras cosas, de seres humanos desparecidos por el temporal, otras sin viviendas, ya que quedaron anegadas por el fenómeno metereológico. Como dicen algunos periodistas, “el meteoro que paso a las 4 de la mañana, dejo un saldo de 250 persona desaparecida etc.”, un meteoro, que le diría mi abuelita Dorotea que era de campo adentro, “que meteoro juna gran siete, si tenis deseo de usar la boca, por que no te así gárgaras de limón, antes de hablar tonteras, ve eso, ahora le dicen meteoro”.
Paso la sudestada (eran las grandes tormentas que venían del sudeste) no, pero es una forma de decir a una gran tormenta huracanada que paso. Pero ya paso y la sudestada fue clemente conmigo, puedo caminar en la calle sin ninguna preocupación, sintiendo la humedad del ambiente, con la conciencia que tengo que seguir caminando hasta el caer de la tarde.
Pensar que ayer a la tarde había un grupo de personas que estaban gozando de su vida o renegando de ella, o estaban jugando o disfrutando. Ahora sus parientes les reportan desaparecida. Otras personas, desesperadas sin hogar lloran el sacrificio de toda una vida para poder tener un digno cobijo en el lugar donde vive. Otras están con frío y hambre. De la noche a la mañana como un soplar de vela, todo oscureció, todo cambio.
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