1 de septiembre de 2008

EL NIÑO

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EL NIÑO SERENO ESTA
A LA ORILLA DEL RIÓ
EL AGUA ENTRE PIEDRA SALTANDO VA
ALEGRE CON SU CANTO DA,
PAZ, ENCANTO Y ABRIGO
SUS RECUERDOS MATO EL TIEMPO,
EL PASADO SE HIZO PRESENTE,
AFLORARON LOS SENTIMIENTOS,
TODO COMO UN HAZ DE LUZ,
SU REFUGIO HECHO COBIJO
TODO DE REPENTE
A TRAVÉS DEL HILO MÁGICO DEL AMOR
BUSCO EN EL ROSTRO DE SU MADRE
EL ANTIGUO ESPLENDOR,
DE ESAS MIRADA DULCE,
QUE LO ALIMENTABA,
TAMBIÉN TENIA SABOR
ENTRE EL CANTO DEL RIÓ
EL CANTO DE UN ARRO RROO
ARRO RRO MI NIÑO
ARRO RRO MI SON,
EL RIÓ TE TRAE CONMIGO
Y YO A TI ME DOY.



El río Calera, de la entrada a la propiedad de mis abuelos materno, se encontraba al este y corría de norte a sur. No era muy caudaloso, pero el hecho de ir a pescar con mi hermano Carlos y mis primos era toda una aventura. Su caudal de agua no era grande, pero suficiente como para sentir su canto mientras saltaba de piedra en piedra. Su sonido me daba paz, y mi mente viajaba hacia mis Padres."



Vinimos a la casa de mi abuela, por que momentáneamente ellos no podían tenernos. Mi padre, iba ser operado ya que padecía de una ulcera al estomago y mi madre tenia que cuidarlo en el hospital. Tan solo mi hermana tuvo suerte de quedarse con ello. Si bien, la vida en el campo nos tenía ocupado de aventura en aventura, cuando mi alma sentía un remanso, al escuchar en canto del río, estar en sus orillas contemplando ese devenir constante, mi corazón y mi pensamiento se echaban a volar para viajar lejos hasta ellos.
El nombre del rió, se debía, a que en su lecho había piedras de cal y seis kilómetros arriba había una cantera o mina donde se explotaba o sacaban dichas piedra."



Cuando las cosechas no eran buenas, mi abuelo iba a ella y compraba y producía cal para vender. Pero algunas veces ni dinero había y mi abuelo como no se dejaba llevar por delante con las situaciones adversas, nos mandaba a nosotros a traer piedras, como si fuera una tropa de asalto. Íbamos al rió en una vieja y crujiente carreta, como la de los colonizadores, movida por un lento y perezoso buey de cuernos largos. Siempre rumiando y con unos hilos de salivas que caían desde sus mandíbulas."



Al llegar de esa cansadora pero siempre divertida faena, se bajaban las piedras de la carreta y se la alojaba en un pozo, ordenadamente haciendo una pila sobre unas vigas de maderas entrecruzadas. Debajo de estas, había un habitáculo, un poco mas pequeño donde había un montículo de leña seca donde se la prendía y se formaba una gran hoguera donde en fuego abrasador queriendo escapar entre las piedra produciendo un sonido rugiente. Mi abuela, que siempre de cosas concretas sacaba su enseñanzas de moral, nos decía: "vean chicos como se queja el fuego, bueno, aquel que se porte mal y no reza de noche, así van a gritar en el infierno""



Con el inmenso calor, Las piedras al fundirse o cocinarse, se transformaban en cal viva, que luego se la embolsaba y se la vendía a las ferretería o corralón donde se comercializaba materiales para la construcción."



Cuando era niño, este rió tenia un poder mágico, me llevaba al corazón de la misma naturaleza. Ahora es sinónimo de la vida, (ahora comprendo a Tales de Mileto cuando decía, que el elemento constitutivo de la naturaleza es el agua), con un continuo movimiento constante. Nunca se puede vivir la misma experiencia de vida de la misma forma. En este río hay piedras como son los problemas que al vivirlo, lo superamos o algunas que son grandes lo redondeamos y seguimos viviendo, nada nos detiene. La vida es tan plástica, que rodea, cubre mide y acepta el tamaño de la dificultades, goza y acepta cada tramo que pasa, no se detiene para mirar el terreno recorrido. Siempre entregándose y calmando la sed de la tierra, humedeciendo haciéndola fértil.



Y como este río, que se sacaba piedras en los momento difícil para transformarla en cal. Que actitud tomamos ante nuestros problemas (piedras), nos quedamos quejando o lo transformamos en algo positivo. Nos quedamos estancados o al aceptarlo lo superamos.