Al reflexionar sobre la violencia, parece ser ésta una fuerza que sale de lo profundo del ser humano y lo saca de sí mismo, como transformándolo en otra persona e incluso cuántos de nosotros nos hemos enojados con suma violencia interior e hicimos o herimos con palabras a lo que después no recordamos. Pero, ¿De dónde sale la violencia? ¿Cuál es su origen?
Muchas veces he pensado sobre éstos episodios, ya que tengo experiencia de una madre muy exigente, pero creo a mí entender que la violencia ya sea hacia uno o hacia fuera, tiene su raíz en la experiencia que hemos tenido cuando estábamos en ese período de adecuación con el medio en la que nos toco vivir. Desde muy temprana edad, desde que el bebe se esta formando en el vientre de la madres, él ya empieza a descubrirse a si mismo, como un ser individual en la que esta inserto en la que todo le es dado y él es una vida en crecimiento y la única vinculación que tiene con el mundo de su madre es a través de ésta. El se siente contenido y si llegara a sentir violencia, puede ser algo violento que perturbe a su madre.
Una vez, que el bebe ha nacido, luchó para salir del vientre materno, el que ya le quedaba chico, llegando a un mundo inhóspito, donde tuvo que manifestarse para que su madre le diera cobijo al momento de amamantar, estos arrumacos y juegos al momento de alimentar procederá a reafirmar su propio yo, las miradas y todas las demás situaciones que vivirá acompañada de los padres y hermanos, servirá para insertarse en el medio y le ayudara a emprender la tarea del descubrimiento y de los límites.
Digamos que cada situación nueva crea en el niño la necesidad de una respuesta de parte de la madre y del medio para que el niño crezca. Esta respuestas, es un abrigo, si le voy a llamar un abrigo que protege o satisface al yo que reclama. Este abrigo es tan variado como variadas son las situaciones, en cuanto a colores, sensaciones, tamaño, etc. Este abrigo es confeccionado a través del amor de papá y mamá y de la familia que le rodea. Con el tiempo el abrigo será un ámbito de libertad con los colores del descubrimiento que el mismo va realizando en su mundo. En fin como les digo, es el abrigo la respuesta que el ser humano necesita para cada necesidad.
Al respecto podemos enmarcar a grandes rasgos como quien teoriza o lanza un razonamiento.
2) A una determinada experiencia, el abrigo no es suficiente, no recibió lo que realmente necesitaba.
3) Ante una experiencia, en vez de recibir el abrigo que correspondía, recibió un maltrato al yo, haciéndole sentir el más profundo terror y sufrimiento.
Si combinamos las distintas situaciones tendremos una gran variedad, tan solo me quedo en estas tres para darme a entender a donde me voy a dirigir.
Muchas veces nos quedamos sorprendidos cuando una madre y/o el padre proceden con una inusual violencia hacia sus primogénitos. El niño, que en su crecimiento esta en una actitud de búsqueda y descubrimiento del mundo que le rodea, son el disparador de actitudes incontrolables por medio de los padres. Muchas veces cuando estaba tomando un café con mi mujer y mirábamos hacia la calle, descubríamos la agresión de la madre a sus hijos, ya sea porque jugaban entre ellos o porque se quedaban un poco más atrás etc. Tales episodios despertaban indignación, asombro, etc.
Al reflexionar sobre la violencia, parece ser ésta una fuerza que sale de lo profundo del ser humano y lo saca de sí mismo, como transformándolo en otra persona e incluso cuántos de nosotros nos hemos enojados con suma violencia interior e hicimos o herimos con palabras a lo que después no recordamos. Pero, ¿De dónde sale la violencia? ¿Cuál es su origen?
Muchas veces he pensado sobre éstos episodios, ya que tengo experiencia de una madre muy exigente, pero creo a mí entender que la violencia ya sea hacia uno o hacia fuera, tiene su raíz en la experiencia que hemos tenido cuando estábamos en ese período de adecuación con el medio en la que nos toco vivir. Desde muy temprana edad, desde que el bebe se esta formando en el vientre de la madres, él ya empieza a descubrirse a si mismo, como un ser individual en la que esta inserto en la que todo le es dado y él es una vida en crecimiento y la única vinculación que tiene con el mundo de su madre es a través de ésta. El se siente contenido y si llegara a sentir violencia, puede ser algo violento que perturbe a su madre.
Una vez, que el bebe ha nacido, luchó para salir del vientre materno, el que ya le quedaba chico, llegando a un mundo inhóspito, donde tuvo que manifestarse para que su madre le diera cobijo al momento de amamantar, estos arrumacos y juegos al momento de alimentar procederá a reafirmar su propio yo, las miradas y todas las demás situaciones que vivirá acompañada de los padres y hermanos, servirá para insertarse en el medio y le ayudara a emprender la tarea del descubrimiento y de los límites.
Este ropaje afectivo que va recibiendo en distintas circunstancia o situaciones, es una respuesta a necesidades y estas respuestas producen satisfacción o saciedad. Aquí no voy a hablar de pulsión, de libido etc., sino de necesidades que se crean, cuando el bebe o el niño a través de los primeros años de vida va solicitando ser satisfechas.
Digamos que cada situación nueva crea en el niño la necesidad de una respuesta de parte de la madre y del medio para que el niño crezca. Esta respuestas, es un abrigo, si le voy a llamar un abrigo que protege o satisface al yo que reclama. Este abrigo es tan variado como variadas son las situaciones, en cuanto a colores, sensaciones, tamaño, etc. Este abrigo es confeccionado a través del amor de papá y mamá y de la familia que le rodea. Con el tiempo el abrigo será un ámbito de libertad con los colores del descubrimiento que el mismo va realizando en su mundo. En fin como les digo, es el abrigo la respuesta que el ser humano necesita para cada necesidad.
Al respecto podemos enmarcar a grandes rasgos como quien teoriza o lanza un razonamiento.
1) Tenemos la experiencia, que en una determinada situación, el yo no ha recibido el abrigo correspondiente (con sus coloraciones, valoraciones, sensaciones etc.).
2) A una determinada experiencia, el abrigo no es suficiente, no recibió lo que realmente necesitaba.
3) Ante una experiencia, en vez de recibir el abrigo que correspondía, recibió un maltrato al yo, haciéndole sentir el más profundo terror y sufrimiento.
Si combinamos las distintas situaciones tendremos una gran variedad, tan solo me quedo en estas tres para darme a entender a donde me voy a dirigir.
Cuando uno que ya es grande, seguimos viviendo situaciones similares a las que uno vivió cuando era niño. Siempre hay una necesidad que se da en una determinada situación existencial, es decir, en el aquí y ahora que requiere ser resuelta, o satisfecha ya sea de índole afectiva o intelectual , ya sea que uno busca respuesta a determinado problemas existenciales para la armonía de mi vivir.
Pero pienso, no sé si a ustedes les ha ocurrido, que su mejor amigo esta pasando por una situación que ha ustedes les pasa desapercibida, que no le encuentra significación, ni valoración en cambio a su amigo le afecta tremendamente, quizás el “YO” busca en su memoria relacionar la situación con el abrigo que corresponde y no lo encuentra, sentirán que están ante algo nunca visto, una situación nueva o quizás a la altura de la vida, pasa como algo vació de valoración alguna.
Quizás esta situación te llega a ti también, pero el YO ve que el abrigo que tiene no es suficiente, creando en nosotros una situación de ansiedad aferrándonos a la experiencia de nuestro amigo y la vivimos como propios como si fuera mía, como si todavía no la termine de resolver.
También puede ser que la situación haga que mi YO, experimente una fuerza que me enceguezca y reaccione brutalmente contra la causa que produce la misma. Cuantas veces vemos personas que defienden ciegamente a un amigo, ante determinada situación que para el no reviste tanta gravedad, pero para éste es el desencadenante de una violencia y se muestra como el defensor.
En nuestra vidas hay infinidad de situaciones en la que algunas veces reafirmamos vivencias agradable, satisfactorias, otras no etc.
Un día caminado con mi esposa por el barrio, nos llamo la atención como un niño en el jardín de su casa, estaba jugando en una fuente cargado de agua. El niño, habrá tenido dos añitos, estaba asombrado, queriendo atrapar en su manecitas la mayor cantidad de agua posible y al escurrirse de ella, lanzaba una carcajada, realmente estaba feliz con los descubrimiento que hacia, como para festejar chapuceaba en el agua, pero otra vez la sorpresa, las gotas de agua caían en su rostro y volvía a explotar de alegría. Era toda una experiencia tierna y bella la que presenciábamos. El había descubierto algo fantástico en su mundo que le mostraba sorpresa tras sorpresas y a cada unas de ellas lo expresaba con algarabía, estas situaciones le abrían paso a paso una realidad que en los primeros momentos le resultaba inhóspito.
Su madre miro por la ventana, y como si fuese un gran dragón que tiraba fuego por su narices, se le acerco al bebe, éste como compartiendo lo ocurrido miro a su madre con una hermosa sonrisa, como diciendo “mamá mira lo que he descubierto”, pero e ahí el problema, la óptica del niño no es la misma que la de su madre y las sensaciones y sentimientos tampoco. Diríamos, a mamá esta escena le representaba un abrigo que hablaba de dolor.
Tomó al niño y le pego de distintas formas con gritos de distintos tonos, por supuesto, qué iba a entender el niño, la madre había desencadenado en una conducta violenta, y el niño como muñeco de trapo se contorneaba al compás de los golpes.
Estas escenas que la madre presenta son mudas, ella no dice el por qué actúa así, quizás no lo comprende, tan solo dirá, porque se mojo la ropa. Incluso para ella fue una fuerza despiadada, que la sacó de si, como si estuviera arrebatado por un profundo y ciego dolor que fuerza la salida de la oscuridad de su yo, ve la raíz del problema, pero lo expresa como una necesidad, como algo que no puede contener. Después cuando todo vuelve a la normalidad, cuando el volcán ya explotó, seguro que se hará mil interrogantes, en un momento de silencio, se sentirá culpable.
Por otra parte, el niño estaba en una actividad hermosamente feliz, de descubrimiento lleno de satisfacción y este momento tiene un final traumático, como todo lo que es traumático su YO, lo grabará, lo guardará y ocultará en la profundidad de su ser. También tendríamos que preguntarnos ¿como influirá en la vida de él cuando sea grande?
Esta violencia ciega que va de la madre al hijo, es una transferencias generacional, habría que nombrar aquellas que son de un grupo social, las discriminaciones, los rechazos ya sea del papá, o de la mamá la falta de aceptación por parte de la familia.
Es decir, son muchas las violencias que los niños y jóvenes padecen, Violencia se la recibe en bruto, es un trauma o sufrimiento no resuelto por parte de quien entrega actos violentos.
Este es un tema para dialogarlo, sin caer en una explicación intelectual con conceptos oscuros, sino con imágenes para que todos comprendamos estos procesos y comprendamos que algunas veces necesitaremos un terapeuta para curarnos de estas violencias sin rostro que nos transforman en monstruos y los que sufren son los inocentes.-
Cuando uno que ya es grande, seguimos viviendo situaciones similares a las que uno vivió cuando era niño. Siempre hay una necesidad que se da en una determinada situación existencial, es decir, en el aquí y ahora que requiere ser resuelta, o satisfecha ya sea de índole afectiva o intelectual , ya sea que uno busca respuesta a determinado problemas existenciales para la armonía de mi vivir.
Pero pienso, no sé si a ustedes les ha ocurrido, que su mejor amigo esta pasando por una situación que ha ustedes les pasa desapercibida, que no le encuentra significación, ni valoración en cambio a su amigo le afecta tremendamente, quizás el “YO” busca en su memoria relacionar la situación con el abrigo que corresponde y no lo encuentra, sentirán que están ante algo nunca visto, una situación nueva o quizás a la altura de la vida, pasa como algo vació de valoración alguna.
Quizás esta situación te llega a ti también, pero el YO ve que el abrigo que tiene no es suficiente, creando en nosotros una situación de ansiedad aferrándonos a la experiencia de nuestro amigo y la vivimos como propios como si fuera mía, como si todavía no la termine de resolver.
También puede ser que la situación haga que mi YO, experimente una fuerza que me enceguezca y reaccione brutalmente contra la causa que produce la misma. Cuantas veces vemos personas que defienden ciegamente a un amigo, ante determinada situación que para el no reviste tanta gravedad, pero para éste es el desencadenante de una violencia y se muestra como el defensor.
En nuestra vidas hay infinidad de situaciones en la que algunas veces reafirmamos vivencias agradable, satisfactorias, otras no etc.
Un día caminado con mi esposa por el barrio, nos llamo la atención como un niño en el jardín de su casa, estaba jugando en una fuente cargado de agua. El niño, habrá tenido dos añitos, estaba asombrado, queriendo atrapar en su manecitas la mayor cantidad de agua posible y al escurrirse de ella, lanzaba una carcajada, realmente estaba feliz con los descubrimiento que hacia, como para festejar chapuceaba en el agua, pero otra vez la sorpresa, las gotas de agua caían en su rostro y volvía a explotar de alegría. Era toda una experiencia tierna y bella la que presenciábamos. El había descubierto algo fantástico en su mundo que le mostraba sorpresa tras sorpresas y a cada unas de ellas lo expresaba con algarabía, estas situaciones le abrían paso a paso una realidad que en los primeros momentos le resultaba inhóspito.
Su madre miro por la ventana, y como si fuese un gran dragón que tiraba fuego por su narices, se le acerco al bebe, éste como compartiendo lo ocurrido miro a su madre con una hermosa sonrisa, como diciendo “mamá mira lo que he descubierto”, pero e ahí el problema, la óptica del niño no es la misma que la de su madre y las sensaciones y sentimientos tampoco. Diríamos, a mamá esta escena le representaba un abrigo que hablaba de dolor.
Tomó al niño y le pego de distintas formas con gritos de distintos tonos, por supuesto, qué iba a entender el niño, la madre había desencadenado en una conducta violenta, y el niño como muñeco de trapo se contorneaba al compás de los golpes.
Estas escenas que la madre presenta son mudas, ella no dice el por qué actúa así, quizás no lo comprende, tan solo dirá, porque se mojo la ropa. Incluso para ella fue una fuerza despiadada, que la sacó de si, como si estuviera arrebatado por un profundo y ciego dolor que fuerza la salida de la oscuridad de su yo, ve la raíz del problema, pero lo expresa como una necesidad, como algo que no puede contener. Después cuando todo vuelve a la normalidad, cuando el volcán ya explotó, seguro que se hará mil interrogantes, en un momento de silencio, se sentirá culpable.
Por otra parte, el niño estaba en una actividad hermosamente feliz, de descubrimiento lleno de satisfacción y este momento tiene un final traumático, como todo lo que es traumático su YO, lo grabará, lo guardará y ocultará en la profundidad de su ser. También tendríamos que preguntarnos ¿como influirá en la vida de él cuando sea grande?
Esta violencia ciega que va de la madre al hijo, es una transferencias generacional, habría que nombrar aquellas que son de un grupo social, las discriminaciones, los rechazos ya sea del papá, o de la mamá la falta de aceptación por parte de la familia.
Es decir, son muchas las violencias que los niños y jóvenes padecen, Violencia se la recibe en bruto, es un trauma o sufrimiento no resuelto por parte de quien entrega actos violentos.
Este es un tema para dialogarlo, sin caer en una explicación intelectual con conceptos oscuros, sino con imágenes para que todos comprendamos estos procesos y comprendamos que algunas veces necesitaremos un terapeuta para curarnos de estas violencias sin rostro que nos transforman en monstruos y los que sufren son los inocentes.-
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