Mientras volvía a casa, quedo jugando con mis neuronas, la frase de Ignacio. “Papa, después de mucho tiempo comprendí, lo que tu no querías que viésemos en la película”. A pesar de todo en su pequeña edad el vio la película y no encontró lo que veía.
Tuvo que pasar mucho tiempo, cuando el gravo en su razón, conceptos que yo manejaba y de los temores también. Un desnudo de mujer puede ser o no pecado y la mujer puede ser o no ser una prostituta, y si lo fuera ¿Quién soy yo para tirar la primera piedra?
Al volver a ver una película, aprendió que a una mujer se la puede ver de distintas maneras, recién encontró, lo que por temor quería que no viese. Lo mismo les paso a Hernán y a Javier.
Ellos en su inocencia de tantos prejuicios que muchas veces nos formamos, con temores a no violar la ley que nos puede privar del paraíso.
Ellos en su inocencia de tantos prejuicios que muchas veces nos formamos, con temores a no violar la ley que nos puede privar del paraíso.
En toda religión existe una ley y la trasgresión es la pena y la muerte.
Mientras tomaba mate, me quede con esta idea, “ellos no veían por que los conceptos que yo manejaba, ellos no los habían conocido”
También me traía la imagen del primer hombre ante la experiencia de la desnudes. Dicen que Adán y Eva caminaban en el paraíso libremente, pero que después de comer la manzana, ante la violación de la ley, recién experimentaron la desnudes. “por que te esconde Adán,” “por que estoy desnudo” Antes eran inocentes (sin conocimiento).
He ahí que nosotros vemos lo que conocemos y lo que develamos o extraemos de la realidad en base a conceptos que manejamos.
Si un objeto entra en el campo de nuestros sentidos, tendrá relevancia en base a la experiencia grabada en nuestra mente y nuestra mente nos lleva a creer lo que vemos. Lo que no sentimos no entra en nuestra vida.
Cuesta creer que nuestro cuerpo es un conglomerado infinito de partículas, núcleos, a su vez átomos, neutrones, electrones y protones etc., girando alrededor de un núcleo y mantenido por campo magnéticos, como pequeñas galaxias.
Cuando cada célula muere, son como galaxias que se extermina liberando su propia energía. Nada hay en nuestro cuerpo, que sea diferente a nuestra galaxia.
La vida es tan hermosa, tan solo el que tiene inocencia para mirar el mundo, lo mira siempre con asombro. Siempre la mira sin rótulos, sin estructuras.
Las estructuras que ponemos en nuestros hijos, al empezar a vivir, es la experiencia que se divide en amigo y enemigos. Se ama a los amigos, hay día del amigo, se perdona al amigo, se jura lealtad, se comprende etc., tan solo al amigo. Mas allá de amigo y enemigo esta el misterioso y peligroso mundo de los extraños.
“Porque charlas con el, ¿que lo conoces? que nos ves que es un extraño”
Estonces hemos reducido la vida a los amigos. La vida es tan hermosa y asombrosa, pero nos hemos puestos unas gafas de cristales tan oscuro que nos contentamos con lo poco que resplandece ante nuestros ojos que nos perdemos la belleza de un día radiante.
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