12 de mayo de 2010

DEL TEMOR LABORAL A LA PARANOIA

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Llama la atención las actitudes humanas, nueve meses que estoy trabajando, que para mi es una bendición de Dios, ya que a mis 50 años poder conseguir trabajo es toda una historia.
En una sociedad en la que vivimos es difícil reingresar al mundo del trabajo a personas que ya pasaron la barrera de los 35 años.
Muchas veces, pase la segunda entrevista laboral y en la última se me cerraba las puertas por mi edad, el mercado laboral en el sector privado es implacable, inserto en una sociedad en la que no se acepta a personas después de determinada edad.

Pero gracias a unos amigos, la Dra. Susana Cañizares, que me empujo e hizo de nexo o contacto con el Dr. Ramiro González Navarro, que con su largueza de corazón, me dio la posibilidad de ingresar a la Administración Publica, poder tener un trabajo digno y un sueldo para poder vivir.

Al ingresar, me toco estar en la Sectorial de Personal, con la misión de controlar la Tarjeta reloj de ingreso y egreso de los empleados. Era una función de fricción ya que, algunos empleados público, acostumbrado a que alguien le marcase la tarjeta, ya sea por que llegaba tarde, ya sea por que tenia urgencia para realizar otras actividades, pero siempre estaba el compañero bueno que le ayudaba a registrar su ingreso o egreso de su lugar de trabajo.

Siempre con el renovado esfuerzo y un delicado trato, un saludo al entregar la tarjeta en la mano del empleado, para que este marcara su ingreso y luego su egreso.
Si bien el control es molesto pero necesario. Este hecho había generado los mas diversos rumores: el mas común era: a Este lo mando el JEFE, hay que tener cuidado con este pelado ##~$@%& ta….

El rumor, alimento diario de los empleados, ya habían pasado los limites, ya que con la presunción de que me habían enviado para reemplazar a alguien, hacia de que todos de algunas forma sintiera inseguridad.
Las cosas llego a tal punto que un superior había dado liza y llanamente la orden de que no se me ayudara en nada, y cuidado de aquel que por caridad humana o debilidad, me instruyera en algo.
Siempre pasa por mi mente la palabra de un gran ser humano que es TERESA DE CALCUTA ¿Cuál es el peor enemigo del hombre? EL MIEDO.
De que algo me haga daño, a mi persona, física o moralmente y espiritualmente.

Las reacciones de la gente es de las más diversas: estaban los que te saludaban con una sonrisa de pasta dentífrica, tan solo te mostraban los dientes; otros con una mirada suspicaz; otros los que te adulaban por temor y aquellos que te miran como ave de rapiña, esperando que des el primer tras pies, para despedazarte cuando estas caído.
Con la fama y la presunción de un ser nefasto y peligroso, el jefe de este Departamento había dado orden de que no se me instruyera en nada.

Lo peor fue cuando a vos te subestiman y cuando la persona quiere coartar el conocimiento, se da cuenta que al que quiere aislar o tenerlo en una caja de cristal, sabe tanto o mas que el.
Cuando el temor del reemplazo esta arraigado en la conciencia, te empiezan a ver como una persona que socavaría su estatus y su estabilidad, el temor puede transformarse en una verdadero delirio rozando con la paranoia.

Estuve mucho tiempo sentado en una silla, sin escritorio y sin procesador, de ves en cuando me daba algunos expediente para que contestara, como para hacer sentir su autoridad me lo hacia cambiar las notas una y otra vez, para luego poner lo que puse al principio.
La única persona que trato bien, fue Cristina, la que realmente llevaba adelante el sector con un trabajo callado y soportando el hostigamiento del Superior, ya que ella no tenía que demostrar que su trabajo era eficiente y eficaz.

Es penoso ver como el ser humano al caer presa del temor, por ser desplazado, o ante al presencia de un complot en contra de ella, acompañado de delirios que hacen referencia a este profundo temor.

Todos estos síntomas es propia de una persona que padece de experiencia paranoica quizás sin llegar a la enfermedad en si, tema que lo abordaremos posteriormente. Pero la persona que cae presa del temor no lo experimenta como que le esta pasando, sino que en su argumentación racional, busca todos las explicaciones de probatoria de su legitima defensa y es difícil para el darse cuenta de lo que padece.

Estos, los que toleran de tal situación o síntomas, sufren muchísimos, ya que los delirios movidos por sensaciones angustiantes, como la de estar siendo perseguido por fuerzas incontrolables.
También tienen fuerte delirio de grandeza, como el pensar de ser el creador de un sector determinado en el trabajo o haber emprendido algo que si no fuese por el nunca se hubiese realizado, transformándose en la única persona como la elegida para tal proeza.

Uno tiene la sensación que esta ante el COLOSO DE RODAS, OH MY GOD THAT FABULOUS MEETING. TU ERES LA LEY Y EL ORDEN TODO GIRA ALREDEDOR DE TU MAGNIFICIENCIA.

La paranoia se manifiesta igualmente en los delirios por celos, en el delirio erotomanazo, el delirio somático, etc. Es un trastorno de tipo crónico, con mayor o menor virulencia ocasional.

El significado del término ha cambiado con el tiempo, y por lo tanto diferentes psiquiatras pueden entender por él diferentes estados. El diagnóstico moderno más adecuado para la paranoia es el de trastorno delirante.

Algunos psiquiatras afirman, que los factores desencadenantes de esta enfermedad se encuentran muy activos en individuos que presentan un acusado narcisismo y que se han visto expuestos a serias frustraciones, hallándose consecuentemente dotados de una baja autoestima. Esto provoca que se dispare en los mismos el mecanismo natural de Proyección, muy estudiado por la psicología, en virtud del cual tendemos a atribuir a otros aquellos impulsos, fantasías, frustraciones y tensiones que nos resultan inexplicables, inaceptables e insoportables en nosotros mismos. "El pensamiento del paranoico —sigue González Duro— es rígido e incorregible: no tiene en cuenta las razones contrarias, sólo recoge datos o signos que le confirmen el prejuicio, para convertirlo en convicción."

Muchas veces un paranoico enfatiza en evitar una acción, aunque la desea, con el pretexto de no causar conmoción: "Vi una rosa y quise olerla, pero tuve miedo de dejarla sin aroma". Metafóricamente piensa que algo que le agrada en realidad le ocasionará daño.