17 de abril de 2013

ESCRITOR ENTRE LA PULSION Y LAS LETRAS

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Hace un año que deje de publicar en mi blog, me era necesario un alto en el camino,  no me puse a pensar la causa, sentía que algo estaba cambiando, mi punto geográfico, desde el cual observaba el fluir de mi vida, cambio de eje, cambio el ángulo y descubrí cosas nuevas, viaje al pasado, al presente; en estas cosas no soy muy de analizar, trato de que el cambio no me sea algo traumático y si el corazón pide cambio pues cambiemos.
 

Se que tengo que expresar, la vida que pasa en mi y por mi, como un torrente de sensaciones, que mueve a la reflexión, donde se encuentran otras formas, otros colores, otras melodías, otros valores.
 
 
 
Todos los que escribimos estamos lanzado a esta faena, siempre para el escritor es necesario nuevas sensaciones, nuevas visiones, lugares nuevos, pero también hay el enamoramiento a determinadas vivencia atado a un  lugar.
 

                                      Ser escritor es estar llamado a vivir la existencia saltando las experiencias cotidianas, ligeramente, como quien cruza un río, pisando las piedras, hasta llegar al otro extremo. Algunas son mas firmes, otras son más endebles e inseguras, otras son pequeñas e incomodas, para asentar el pie, otras son mas grande que para saltar se necesita el esfuerzo del cuerpo.
 
El escritor es un versátil existencial, donde expresa en ese entretejido de letras, palabras y expresiones, la vida. En este acto de contemplación con lo que ve, siente, se lanza a la construcción, donde lo construido en un mundo nuevo de sensaciones paralelas, que nace de la vida y la interpela para tomar nueva forma en la narración, en este acto se hace presente el paralelismo existencial, en la que surfear dos mundo es toda una odisea, donde el mundo nuevo interpela al viejo, al cotidiano y pulsa por modificarlo y viceversa, y en este mar de sensaciones esta el frenesí de querer compartir, en donde la escritura son pinceladas fresca de la realidad que vive.

Pero en esta actividad que pareciera lineal, no escapa a la verticalidad del tiempo, en la que el pasado, su historia, sus experiencias, sus gustos, sus miedos, sus gozos, hacen de que la vida no es la misma, en su humanidad.