Empezó
el almuerzo con una rica y autóctona humita, se había invitado a los hijos de
mi mujer (que no son los hijos de mi sangre pero son los que la vida en
circunstancias existenciales nos regala). Para los nietos de mi esposa, que no
son mis nietos pero si en adopción, se le hizo unas hamburguesas con papas
fritas. Todo amenizaba y todo se compartía, hasta que el mayor de los nenes se
puso a jugar con la hamburguesa en el plato. Para mí no hay cosa más irritante
que jueguen con la comida. Por el histórico mandato heredado de mi madre “no se
juega con la comida, hay tanto chicos que no tienen un plato y pasan hambre”
era pecado mortal jugar con la comida. Esto era entendible de aquellos que
pasamos hambre o una vida austera, se nos gravo a fuego y palos el valor por la
comida, porque ahí está servido el sacrificio de nuestro padres, que muchas
veces cuantas injusticias pasaron y soportaron. Hay que ser pobre para
entenderlo. En ese instante, al ver al nene, desde lo mas profundo y ciego
interior salió la imagen de mi madre, toda molesta ante tal blasfemia. Y una
voz seca y ronca “bebe no juegues con la comida”, suficiente fue estas santas y
benditas palabras para que el niño me mirase con un peculiar sarcasmo y con una
sonrisa me decía “Mira Francisco como camina la hamburguesa”,
la voz volvió a
salir “corazón no juegues con la comida eso no se hace”, la madre seguía en pausa y su mente estaba en estado
vegetativo.
Toda su curvilínea existencia que pasa de la media del peso que le
corresponde, estaba durmiendo en ill montis topus Uranus. Hay fuerzas internas
que nace no se dé que profundidad del alma, ahí nomas arrebate la hamburguesa
al nene “ESO NO SE HACE” seguido de un leve golpe en su manitos, acá en el
norte argentino se llama chirlo. Si un chirlito en su manitas. Haaaa eso no se
esperabaaaa el niño. Me miro con cara de total asombro.
La hija de mi mujer que
con un complejo de intrusión no superado, ya que estoy en el lugar de su padre,
conviviendo con su madre, rol existencial no aprobado. Como que ella nunca
acepto que su padre se fue de la casa y su vida pasó desde temprana edad a
depender de un intruso que por una debilidad de su madre o un acto de locura
dejo entrar en su ambiente familiar. Ante esta situaciones, movimientos que
aparecen de lo profundo, cual marionetas presar a los movimientos que vienen
sin saber de dónde y respondemos a un oscuro libreto, ella dijo, “EL TIENE
MADRE, NO PODES PEGARLE AL BB”, y el bebe ya tenía apoyo y siguió con el
teatro, que hasta ese momento se había quedado quieto, en un profundo y
lacónico silencio, y lanzo el llanto del cocodrilo, “FRANCISCO ME HA PEGADO,
BUUUAAAAAAAA. La madre miro, lo abraso, en su silencio existencial. Ahí es un
tema LOS LIMITES Y EL MIEDO A LOS LIMITES. Como si el niño debiera hacer y
decir todo lo que en su bendita vida se le antojara. La mire, con una mirada
parca, con una penetrante, con una mirada que calan hasta la existencia misma y
te dejan todo al descubierto. Pero ahora estoy practicando en otras miradas más
profunda, pero eso es otro tema, en que estaba, ahhh si, le dije “como persona
mayor tengo la obligación a poner los limites correspondiente ante la presencia
vegetativa de su madre.” Por supuesto no dije eso de “presencia vegetativa de
su madre”, respeto mucho a los vegetales. Es de forma figurativa para ilustrar
los fueros y las prerrogativas de una persona mayor. La madre no me dijo nada,
su silencio acepto la circunstancia. También ella estaba sujeta a esos
movimientos internos, “¿representaba yo su imagen paterna dominante ante la
cual hay un complejo de Edipo no resuelto y en esa proyección como aceptado la
figura paterna abalo mi postura?. Fuerzas que nos mueven, que nos hacen reír,
llorar, gritar, decidir. Somos libres?.
Bueno no podía recibir esa estocada y
ante mi acto de defensa, calle mejor muchas veces es mejor callar que aclarar para no seguir
en escalada de violencia interior. En un total silencio, este caballero de armadura de hojalata, se levanto y me fui al dormitorio a
retorcerme un poco.