8 de septiembre de 2008

La Persona

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Sabiduría en el amor

quien me prestará la paciencia,
y la sabiduría del artesano,
teje en el tiempo su ciencia,
acariciando a la materia con su mano,
desentrañando las esencias,
que en su ser tiene creado.
como armarme de paciencia,
para plasmar la idea de amor, amando.
Como poner en el presente, mis pertenencias,
para que tú me vayas asimilando?
Como sabría, si produciría dolencia,
lo que dibujó en mi ser, el pasado?
Lo de menos son mis arrugas y mi presencia,
sino mis temores y heridas que no han cerrado.
Que sabiduría exquisita y que eficiencia,
el saber amar y sentirse plenamente amado.

Muchas veces caminamos por el centro u observamos en el colectivo vemos a los seres humanos con tan variadas formas: uno alto, bajos, medianos, blancos, negros, trigueños, narigones, con labios carnosos o finos y nos sentimos extraños ante tal diversidad, cada uno encerrado en su mundo de pre-ocupaciones y en sus rostros hay una gran variedad de expresiones.

Mucho más lo notamos cuando estamos invitados a una reunión en los que los cánones de comportamientos o usos sociales son muy diferentes a los que fuimos educados o a los que usamos en nuestro medio, nos invaden una sensación de des-ubicación como si hubiera una barrera invisible difícil de cruzar.

Todas estos sentimientos nos hace sentirnos únicos y a su ves distintos de los demás, distinto de el, el Tu se presente como alternativa existencial que llega a mi vida. El otro mato nuestra peculiar indiferencia y nos hizo experimentar el aquí y el ahora. Él TU logro despertarme y él Yo se sintió distinto y que no esta solo en la naturaleza.

Cada uno tiene como primera experiencia personal, el descubrir que es un ser único, pero a sus ves con sus necesidades primarias la del YO. La primera experiencia es siempre la que nos lleva a buscar el sustento como persona, y satisfecha esta, nos volvemos al medio que nos rodea.
Del Yo al Tu hay un abismo por cruzar y se cruza cuando yo voy descubriendo que mis necesidades son semejantes a las de Él.
Sentimos, soñamos, deseamos, anhelamos, construimos nuestro universo en base a valores materiales, morales, espirituales. Vemos que estos sentimientos trascienden a toda clase social y lo que cambia es la forma de manifestarlo.
Gano el equipo de fútbol favorito de un Tu que vive en los barrios marginales, este expresara su alegría escuchando cumbia villera y tomando una cajita de vino o el cajón de porrón no se deja esperar.

En cambio el Tu que vive en una clase social encumbrada y culta ira a cenar con sus amigos escuchando de fondo una canción internacional, o un buen concierto de Mozart y de sobremesa tomara una baso de bebida blanca etc.
La alegría es la misma pero la forma de expresarla es diferente.

Los deseos, los anhelos, los sentimientos por el bien y el mal. Por alcanzar la felicidad, por yapar a mi existencia momentos felices son los mismos a los distintos Tu, sin importar si viven en una tapera o en un barrio donde viven gentes hermosas que se identifican así misma.
Desgraciadamente siempre partimos de un juicio erróneo. Al encontrarnos con el Tu en el análisis del encuentro, analizamos lo que es diferente a mi experiencia de ser único.

Empezamos a ver en la forma de vestirse, en lo que consume, en la forma de hablar y de actuar etc.
Cuando nos quedamos encerrado en lo distinto que es el Tu, sentimos que hay un abismo entre el y Yo. Nos encerramos y hacemos murallas al hacer distinción. Nos transformamos en verdadera tortugas, porque cada ve que siente que el Tu golpea nuestra coraza, que lo distinto de Él, roza nuestra existencia, metemos nuestra cabeza en nuestra existencia, nos replegamos en nosotros mismos, dejamos de ver la realidad y perdemos la oportunidad de ver lo semejante.

Muchas veces hacemos distinción y buscamos semejanza superficial ya que no apuntamos al Ser sino al hacer y mucho más superficial cuando la valoración queda encerrada en el tener.

Esto lo notamos, primero observamos lo que la persona hace y de acuerdo a ello definimos como si el nombre queda muchas veces en segundo lugar.
De acuerdo a lo que hacen, hay una escala valorativa (no es lo mismo ser Juez, ser Medico, ser Carpintero, ser Ingeniero etc.) y a través de ella rendimos honores o no de acuerdo a estas distinciones “el Ing, Juan Lilito; Dr. José Tirafondo; y Pedro Cebolla carpintero”.

La sociedad se mueve en distintas diferenciaciones culturales y a la hora de la verdad no siempre se trata a las personas de la misma forma, por que sé esta tratando al TITULO de la persona, en otras palabras las tratamos por los calificativos (medico, cardiólogo, gerente etc.) y la persona queda oculta.
“Juan ven que llegó el Ingeniero Robles, pase tome asiento, gusta un vaso de gaseosa o un wiskisito”, “Juan, vino el carpintero.. Dile que espere y si pasa cuida que no toque nada” ¿Es necesario tener él TITULO para ser persona? Son muy pocos los que ven a la profesión como un servicio AL HOMBRE.

¿Y el que no es profesional? ¿Es algo? O un ser de segunda al que es necesario tratarlo porque de alguna manera me es útil.

También definimos a las personas por lo que tienen y consumen ¿es lo mismo hoy en día una persona que va a su trabajo en bicicleta o aquel que va en su auto importado? ¿La sociedad los trata de la misma manera? Es que los dos ¿no son seres humanos?

Que importante es despertar y valorar al Tú, por lo que es y no por lo que tiene, por lo que consume o por lo que hace.

Él es distinto a mí, pero es semejante. Llora, ríe, valora, piensa, se comunica. Ahora bien, que el objeto de su pensar, de su reír, de sus valoraciones, de sus esfuerzos, es del mundo del hacer y no del ser eso es harina de otro costal.-
Cuantas veces pasamos nuestras vidas corriendo de un lugar a otro para poder consumir, para mantener el confort, para mantenerse en el medio y poder consumir lo que ellos consumen y pasa la existencia adquiriendo cosas para sentirse bien.

El hombre se aferra al mundo del querer un mundo que hay que conquistar y es una lucha unipersonal, piensa en sí mismo, en el momento.
Es a través de ello que manifiesta su naturaleza.

Cuando el hombre ve algo que le apetece, lo hace en sus dos formas: ya sea que el objeto a lo que su interés tiende sea un razonamiento, una verdad que le ayuda a su razón, le da luz y paz espiritual, esta verdad, estas conclusiones a las que arriba es buena, esta revestido de bondad y la expresamos “esto es lo que yo buscaba” “tiene razón esto es cierto” o bien lo apetecible hace a la misma subsistencia, cuando tengo hambre y veo un lindo churrasco, y lo bueno que es para mi cuerpo, lo experimento como algo verdadero a no ser que sea una ilusión, entonces sería algo bueno pero falso.

Pero, qué pasa cuando el que me era indiferente entra en mi mundo y me resulta familiar “tú piensa lo mismo que yo” “quiero jugar a las damas, mira no sé, pero si me enseñas aprenderé”.

Qué hermoso es descubrir al otro y sentir que en cada paso que doy uno siente que es semejante a mí.

Cuando alguien me resulta bueno, necesario, es un continente en mi vida, le da sentido, abre los puntos cardinales a mi existencia en una total ubicación como ser humano. Es cuando el corazón en su querer hecha raíces, se compenetra en él Tú y se hace Tú en él Yo.

Siempre pasa este hermoso fenómeno en nuestra existencia, el descubrir un continente (porque afectivamente me contiene), pero nunca nos ponemos a pensar por qué ocurre.

El primer movimiento afectivo del ser humano es buscarse asimismo. El niño busca en su madre el sustento y la contención afectiva. La madre mientras le da de amamantar lo sustenta y a sus ves lo abriga y le llena de caricias. Esa es su felicidad.

El ser humano desde la más tierna edad busca ser feliz y luego busca la imagen de la madre por que la relaciona a su sustento y a la contención afectiva, su primera relación con él tú es con su madre.

Esta búsqueda para uno mismo, de alcanzar todo lo que humanamente me hiciera feliz, hay que volcarlo para con el prójimo, porque a través de la relación con el Tu me ayuda a no quedarme encerrado en mi mismo. El Tu es el que me libera del egoísmo, porque el Tu me enseña cuan semejante es a Mí.

Si yo busco que me perdonen, primero tengo que perdonar.
Si yo busco que me amen, primero tengo que amar.
Si yo busco que me comprendan, primero tengo que comprender.
Si yo busco la felicidad, pues primero haz feliz.

De esta forma la relación del Yo y el Tú no pasa por el plano del HACER Y EL TENER, sino que TRASPASA Y SE COMPENETRA CON EL SER.

El diálogo entierra las conversaciones de terceras personas, se produce el encuentro cara a cara, con el alma desnuda. En ves de interesarme lo que el otro me comenta del vecino, me interesa el Tu, “Cómo andas” “Qué es lo que sientes” “Qué es lo que deseas en la vida” “Cual son tus sueños” “Cuales son tus sufrimientos” “Cuenta conmigo” etc.

Descubro que hay un universo frente a mí, incalculable, que no puede ser encerrado en el mundo de los números y de los preconceptos. Esta ahí él ES y no puede ser otro.

Cuando descubro lo sublime que es el otro, por el hecho de ser semejante a mí y llena todo, estamos empezando a descubrir el camino por dónde me lleva a la fuente del Ser que da sentido a mi propia existencia.

Cuando un grupo de seres se contienen unos a otros, sin mirar diferencias, supliendo las falencias buscando el bien y la felicidad del otro, se percibe algo distinto, una fuerza que se los distingue de los demás. Mirad como se aman. Mirad que unidos son. Mirad como se ayudan. Mirad que felices son.

Cuando esto ocurre es que se obro un milagro, un simple milagro, que como las cosas simples son imperceptibles a los ojos, pero se lo puede ver con los ojos del corazón. Es cuando yo descubro el Ser tan semejante al mío.

Cada uno dueño de su libertad, cada uno es dueño de sí mismo y todo el comportamiento del hombre me dice, suena, habla por algo constitutivo, que me esta diciendo que detrás de este ropaje y comportamiento existe una energía que da vida y unida a la carne da sentido a su obrar. Este sentido existencial y esta energía es el SER.

Es la impronta o un sello que hace que mengano sea mengano y no sultano u otra cosa.

Por eso muchas veces decimos: “Pedro tiene una forma muy personal de ver la realidad”. La razón es que cada uno de nosotros, somos únicos, irrepetibles, como únicos e irrepetibles son los pensamientos de Dios.
Somos pensamientos de Dios, y por eso somos divinos, somos sublimes, aunque es difícil comprender y experimentar esto.

Cuando el escritor sagrado habla en el Génesis, Antiguo Testamento, nos relata como el varón se sintió solo, no satisfacía ninguna criatura que Dios le dio para que pusiera nombre a toda ser vivo de la creación. No había ningún ser vivo semejante al. Todos los seres son inferiores en jerarquía y no tenía a nadie que lo interpelara de igual a igual.

Cuando Dios hizo a la mujer ¿qué deslumbramiento habrá sentido el varón?, ¿Habrá sentido que las fibras mas profunda de su ser se conmovía? Tal es así, que exclamo: “Esta si es hueso de mi hueso y carne de mi carne”
Descubrió que hay fuera de sí otra tan semejante pero a las ves tan distinta. Alguien como él, que come, duerme, llora, ríe, sueña, anhela, pero no es como él.

También nosotros si observamos podemos descubrir alguien distinto a mí, ya sea negro, blanco, alto o estatura mas baja, con pelo rubio o negro, tan distinto pero semejante.

Casa uno tiene como primera experiencia personal, el sentirse único y cuando entramos en relación con el Tu comienza a despertar toda nuestra existencia.
En esta relación se encierra la felicidad como también la tragedia humana.
¿Por que si somos pensamiento divino tenemos que experimentar ese distanciamiento? ¿Porque es que él Tú era tan distinto del Yo que me produce miedo o recelo de entrar en su ámbito existencial y lleva muchas veces a encerrarme dentro de mí? ¿Que es lo que nos hace distintos?

Es el camino por dónde me lleva a descubrir que por el hecho de ser, SER humano, es único don, no se lo puede encerrar en un acto valorativo como si fuera una cosa ya que él ES la puerta de la adoración de lo inalcanzable, de lo insondable, inconmensurable en dónde lo divino tiene el hermoso sabor humano y dónde lo humano se arrodilla ante lo divino.

Pero cuando esto no se da, el mundo existencial de lo afectivo es un trueque, yo quiero en la medida del bien que el otro me produce y con la misma intensidad tratamos de retribuirnos.

Esto se da porque humanamente deseamos sentirnos útil.
Si a mi no me quiere, yo tampoco quiero, si me quiere mucho trato de querer mucho, y en esta relación hay que distinguir cuando yo libremente quiero ser útil, de aquello en la que uno por sincero sentimientos uno es utilizado.
En este retroalimentarse de darse y recibir al tu, nuestra existencia se transforma en escuela de vida.

Por que cuando uno se dona, no entrega una sonrisa, un gesto, un pensamiento, sino una entrega su persona, uno entrega vida.
Pero en toda relación del querer depende del recipiente, es decir de quien recibe el afecto y depende de la calidad del afecto que el recipiente recibe.
Cuando uno se da, pero ese dar esta vestida de una determinada intencionalidad la relación del ser se hace difícil.
Muchas veces se da afectos por conveniencia (aquel me suele ser útil y en la medida que me es útil yo lo quiero), por temor, “tengo miedo de quedarme solo y por eso trato de estar rodeado” etc.
Pero cuando en este trueque de conveniencia se produce una ruptura, un impás en la reciprocidad, muchas veces se escucha estas lamentaciones “pensar que lo quería con locura y que mala jugada me hizo, ahora no lo pueda ni ver” Yo quiero en la medida que me quieren.

Cuantas veces tengo miedo a perder lo que quiero y deseo que ese goce no se acabe, que sea eterno el momento.

Cuantas veces nos damos cuentas a duro golpe, que lo que yo quería sé tenia que acabar y el deseo de tenerlo me impide aceptar la realidad

Muchas veces pienso que tenemos alguna relación con la naturaleza, por ejemplo con los árboles.

EL árbol de una misma especie nunca es uno igual al otro, todo depende:

1) Del lugar, hay lugares que son más propicios que otros.
2) Del terreno: puede ser pedregoso, arcilloso, o una tierra fértil dónde las raíces crecen de las más variadas formas.-
3) Depende por último de la forma en que es cuidado.

Cuan importante es el medio donde crece el árbol. Cuanto más optimo es este, más hermoso será, tendrá raíces profundas y esta será su sustento y firmeza.
Para el ser humano, el medio donde nace, se desarrolla y crece es la familia. Es la escuela y alimento del alma donde aprende a vivir. Cuanto más optima sea esta, más bella es la persona.

Aquí los padres tienen que definir: ¿qué le doy a mi hijo?
Le damos nuestro ser. Le damos el hacer o el tener.

Lo primero que los hijos aprenden son las vivencias de los padres, el ejemplo de cómo ellos se desenvuelven del yo al tu. Como mama trata a papa, como es papa con mama. Si los esposos dialogan, los hijos aprenderán a dialogar. Si los esposos están al servicio uno del otro los hijos aprenderán a ser servicial. Si los esposos reconocen sus propios errores y se perdonan mutuamente, los hijos aprenderán a ser honesto consigo mismo, humilde, ya que humildad es reconocer la verdad y aprenderán por sobre todas las cosas a ser misericordiosos.

Hay que tener en cuenta que el padre y la madre es la primera imagen de sociabilidad, es la primera imagen de ser humano que tiene los hijos. Aquí se puede dar el refrán: “dime con quien andas y té diré como eres”, dime como son tus padres y té diré quien era.

Si tengo unos padres inseguro, seguro que los hijos tendrán una gran dosis de inseguridad en la vida que condicionara en todas las opciones que él haga.
También esta imagen condiciona en la elección del varón o de la mujer que los hijos opten al contraer el compromiso de vivir plenamente la vida conyugal.
Si tenemos un padre dominante y una madre sumisa y esta conducta sea una constante en su existencia, para la hija mujer puede llegar a optar un varón dominante para el matrimonio.

En el caso del varón cuya imagen de mujer es la madre, optara por una mujer dócil.

Que preciado y grande es el compromiso de ser padres.
Cuanta responsabilidad es el construir un hogar donde los valores morales cuyas simientes es el amor es el alimento de esos retoños que crece.
Los padres tienen que definir el perfil de que es lo óptimo. Si esta definición en su obrar esta fundada por el sincero amor de los padres, lo optimo pasa por la calidad de amor con los que los cónyuges se donan. En realidad amor es donarse, entregarse sin pedir nada a cambio. Me doy por que el tu que esta frente mío y me acompaña es tan importante, mas que mi propia vida.

En este ambiente donde los hijos (pequeña plantita), crecen y absorbe de lo que le da el medio.

Si mama tiene un dialogo fructífero con papa y ese dialogo es un estilo de vida, los hijos que crecen en este ambiente, tiene la convicción de que él dialogo es un instrumento eficaz para arribar, comprender, entender al otro.
Él diálogo es el instrumento en el que él Yo y el Tu pueden solucionar problemas y tejer de a dos una nueva historia.
Él diálogo es el ejercicio comunitario donde unos y otros deben llevar el bien al prójimo.

Este bien puede ser: simplemente una compañía para el que se siente solo, una caricia para el que le falta abrigo en su corazón, puede ser una palabra de consuelo en los momentos de dolor, etc.
Cuando los padres se comprenden mutuamente, los hijos aprenden a comprender.

Cuando los padres se toleran mutuamente sus propias forma de ser, los hijos aprenden a tolerar.-

Un árbol que crece en un lugar pedregoso, es retorcido sus raíces, porque buscan en la medida que crecen los espacios, las grietas que le puede brindar el terreno para poder buscar la humedad necesaria y si llueve el agua se diluye con tanta rapidez que no alcanza a abastecerse y si los otros les impiden la luz del sol y una buena oxigenación, crecen pequeños y retorcidos.

Quizás el lugar posee un microclima espectacular y tiene el terreno óptimo, entonces el árbol es alto, fuerte, con grandes raíces.
Quizás tenga de todo pero el medio no lo cuida.

Así como los árboles, el lugar dónde crecen es la familia, el terreno es lo que heredamos más lo que recibimos: agua – amor (por que el amor es vivificante); sol – verdad (por que la verdad ilumina todo los camino que uno tome) y oxigeno – libertad (cuando uno respira aire fresco da una sensación de libertad). La vida y el crecimiento, dependen de la cantidad de agua, sol y oxígeno.-
Pero cuántas veces hemos visto a un árbol o pequeña planta morir cuando la naturaleza le dio demasiado amor.

Cuantas veces los padres obsesivos por sus hijos e inseguros están encimas de ellos, sin darle el espacio de libertad, terminan anulando su persona, han matado la oportunidad de que su hijo sea persona.

Oh cuántas plantas mueren secándose al sol. Muchas veces los padres se creen dueño de la verdad, poniéndose en un pedestal y anulan a sus hijos cuando realizan un juicio a lo que ellos piensan, a los que ellos creen que es lo correcto. El hijo correcto para estos padres es aquel no contradice sus normas. ¿Pero se lo esta preparando con un juicio critico para discernir lo bueno y lo malo?

Cuántas veces se mata con la verdad. O cuántas veces en ausencia de esta se prefiere al engaño, la oscuridad, por que en últimas se tiene miedo que la luz de la razón devele su rostro, tiene miedo de verse a sí mismo.
Si los padres tuviesen la posibilidad de verse a sí mismos quizás hubiese un “darse cuenta”.

Cuántas veces hemos vistos rechazar los errores ajenos, por el temor de verse reflejado en el prójimo.

Cuántas veces hemos visto a los arboles arrancados de cuajo por el excesivo aire, por que no tiene una base firme para aguantar, no tiene una contención.
Cuando los padres les permiten a los hijos que hagan lo que quieran o se despreocupan de ellos y crecen a las buenas de Dios.

Y ¿cual es la medida justa?
Nosotros mismos somos la medida de todas las cosas.
Cuando vemos un árbol, lo juzgamos por su copa, por su tamaño, pero ese árbol es tal o cual por su raíz, sin la cual no pudo haber crecido.
Las raíces de los arboles en terreno pedregoso son distinta de la aquella que creció en tierra apta.

Nosotros tenemos nuestras propias raíces que no se ven a plena luz del día pues esta enterrada en nuestra propia existencia, ellas hablan de nuestro crecimiento, de nuestro pasado, de lo que hemos recibido y como lo hemos recibido, pero así también condiciona nuestro presente.

Cada uno es un misterio a descubrir y aceptar y en este ejercicio arduo y cotidiano es la escuela de la sabiduría.

Sócrates preguntaba a la pitonisa de Delfos, dime cual es el camino de la sabiduría y esta le contesto “CONÓCETE A TI MISMO”.
En ti descubrirás que era la medida de todas las cosas, en ti hay un mundo lleno de aventura por recorrer, un mundo de miedo y terror por desvelar y vencer.
Descubrirás que el miedo es la esclavitud, es lo que paraliza la posibilidad de poder SER.

Aquel que no quiere conocer sus propias raíces nunca descubrirá lo sublime que es Él y le sublime que es él Tú, nunca se sentirá que el otro me es familiar y que todo el universo es una gran familia.

La Familia es el verdadero universo del ser humano, dónde el sano querer es una escuela de humanidad, pero cierto es que nuestros padres son limitados como limitado es el ser humano.

Somos seres humanos tan frágiles y tan sublimes, somos divinidades contenidas en vasijas de barro.-
Así como venimos de una familia bien o mal constituida, que hace a mi propia raíz y en la medida que acepto y amo a mi raíz, me amo y amo al prójimo.-
Aquel árbol que no ama su raíz, porque está cubierta con tierra, es retorcido, cubierta con miles de fibras, ese árbol esta destinado a morir. Aquel que mata su propia raíz se está matando a sí mismo.

Como nadie da lo que no se tiene, así también nadie comparte lo que experimenta en sí mismo.
Que lindo es pensar “el otro es tan débil como yo” y en vez de aplastarlo con mis juicios darle una mano.

Una cosa es que Tú eres semejante a mí y otra cosa es lo que él Tú hace y al hacer no vea ni sienta que soy su semejanza y en razón de ello me hiera y que también en esta actitud yo soy reflejo por que yo en mi humanidad suele herir al Tú.

En esta dimensión humana existe una especie de justicia retributiva y arcaica: ojo por ojo, diente por diente, si me hiero yo tiene que vengarme por que tiene que resarcir el daño que me hizo, esta justicia es creación del hombre.-
Pero la humanidad no pudo hacer penetrar en la naturaleza humana como creación suya el concepto del misterio del PERDON.

Es un misterio, por que el concepto del perdón nace de una experiencia religiosa, nos habla del AMOR que nos busca porque somos su imagen, del AMOR que se hace niño, que experimenta su raíz, descubre al Tu y lo AMA hasta la muerte.

El AMOR es propuesto de salvación y los hombres al aceptarlo en nuestras existencias a través de momentos de amor, en lo que experimentamos Dios - Amor en el otro, nos redimimos.

Es el AMOR - HIJO que se lleva al cielo el sabor humano.-
Sin el perdón, fuente y sentido del Amor, el hombre se aniquilaría.-
Por el perdón Dios - Amor, me hace descubrir que él Tú es su semejanza y mi semejante y me habla de la divinidad.

Cuántas veces nos hemos matados a nosotros mismos al matar al otro. Cuántas veces nos descalificamos al descalificar al otro. Cuántas veces nos apartamos cuando apartamos al otro.

Cada vez que atento contra mi prójimo, atento contra mí mismo. Cada vez que hago daño, me daño; y lo peor que en la medida que desfiguro y me desfiguro estoy perdiendo la posibilidad de contemplar lo divino que es, estoy perdiendo la posibilidad de contemplar su divinidad de contemplar el rostro de Dios.