7 de enero de 2009

LA IRA

0 comentarios
 
Cuando reflexionábamos el tema de la crítica, en un determinado momento se hablo del impacto emocional. El mismo, es el malestar que uno siente ante la conducta de otra persona.
Según la intensidad de las sensaciones, producto de la emoción, o dicho de otra manera, la intensidad del malestar, es que generalmente se puede caer en una critica, en un leve enfado, en el enojo colérico o intenso al que le llamamos comúnmente IRA.


Hay caso en que puede ser patológico cuando estas sensaciones ciegamente, ya no importan la intensidad, suficiente que sea detonante, es que se llega a la violencia acompañada con agresiones física.

Este impacto emocional, al que le llamamos ira es una reacción normal, es un llamado de atención de que algo me molesta y es una camino a la reflexión para averiguar cual es el objeto que me produce estas emociones. Dicho de otra forma ¿Por qué me enojo? ¿Por qué tal situación sirve como detonante de estas emociones?

Respecto a esta, hay posturas en la que la ira hay que manifestarla. Yo conocía un Psiquiatra amigo, que le decía a su paciente que comprase una docena de platos o mas, para cuando experimente estos momentos de ira, fuese al fondo de su casa con los platos y los rompiese contra la pared, visualizando la situación o la persona que sirvió como detonante, como si fuese que uno arremetiese contra ellos.

Pero con el correr del tiempo, esta terapia ocasionaba una intensificación de los efectos desencadenantes, en vez de menguar, los incrementaba, hasta que el paciente estrello por así decirlo, los doce plato sobre su esposo.


Hay una enorme cantidad de terapias o actitudes humanas para neutralizar ese estado de rabia. Yo conozco, o por lo menos eso es lo que hago: automáticamente, respiro profundo y lentamente a la vez, varias veces.

Si estoy en mi casa me coloco frente al espejo y observo como mi rostro esta desencajado, me quedo diez minuto, me doy cuenta lo estúpida que se pone mi cara tiesa, me doy cuenta una y otra ves que esa conducta no tiene sentido, me voy relajando, hasta que mi rostro logra su primitivo estado de relajación facial.

Acto seguido reflexiono las causas, que sentido o en que me beneficia ese estado.
Por lo que experimento en mi mismo, no me beneficia en nada. Cada momento de ira, me enceguezco, pierdo la cordura, me produce dolor de cabeza, se me cierra el estomago y siento un opresión en el pecho. Hay que ser masoquista para decir que estos efectos son agradables. Si fuera hipertenso me costaría la vida o en lo menor quedaría parapléjico.

No hay beneficio, pero si puedo tomar de esta experiencia y crecer, aprendiendo las causa y como se desencadena, como evitarlo, como neutralizarlo.
Otro modo de afrontar este impacto emocional es suprimirlo para luego redirigirla. Hay que reprimir la rabia, dejar de pensar en la causa que la ocasiona y centrarnos en pensamientos positivo para llevarlo a la ejecución, convirtiéndola en un comportamiento constructivo.

La ira no debe ser reprimida, sino que es positivo permitirnos sentirla. Este sentimiento, como dijimos anteriormente, nos pone en estado de alerta, haciéndonos saber que algo no esta funcionando, algo no estamos aceptando, esto nos aporta energía necesaria para realizar los cambios necesarios.