16 de enero de 2010

INCONSCIENTE

0 comentarios
 
Mirta era una empleada de la empresa Tucman. S.A., dedicada a la venta de servicios de redes inalámbricas en comunicaciones. Ya había pasado los años de juventud y al anochecer de esta, encontró el galán de su vida.



Todo estaba perfecto hasta que empezó la convivencia. Gustavo le gustaba una buena vida, tenia sus amigos del club, al que asiduamente asistía para jugar con ellos, su partida de pocker.
Después de la faena diaria llegaba a su casa, como si fuese un gran ateniense respetando la eco-nomo, (ley de la morada), sujetaba todo su accionar especialmente en aquellas cosas que hacían al respeto, la convivencia con Mirta y a sentirse bien en ella.



Le fascinaba después de cenar, tomarse un tiempo para el mismo y en ese silencio tomar un vaso de whisky, no se que rumiaría mentalmente, pero con una absorta y placentera mirada a lo lejos, bebía de a sorbos.
Eso si, antes de ir a dormir tenia que sacar de su boca el gustito a la malta y el alcohol, aunque el hubiese preferido seguir degustándolo hasta dormir, pero Mirta, no toleraba ese bouquet que dejaba en la boca. Ella con tan solo sentirlo, le producía un estado de ansiedad al que llegaba a comprender la razón.
Este efecto reducía, cuando Gustavo neutralizaba con un aseo bucal (un estudiado sistema en el que se utilizaba sepillos de dientes y líquidos para las respectivas gárgaras), este aseo era más intenso y meticuloso, cuando la noche bajaba el telón de unos momentos de puro amor.
Pero a pesar de ello, desde que Mirta empezó a convivir con El empezó a padecer insomnio y si no fuera por su somnífero, no podía conciliar el sueño.


Pasaron varios años, la relación dejándose llevar por el ajetreo diario, se enfrío notablemente. Gustavo cansado del histérico reclamo diario del lavado bucal, este como quien rompía las reglas y en una total insubordinación, (ya que del primordial respeto, paso a sentir lo impuesto), iba así nomás a dormir.


Mirta ya sentía un total rechazo, no soportando el aliento de este y aun más, el olor pestilente de esa bebida, tal era la locura que con tal solo ver su ropa limpia al momento de planchar, se le inundaba el ambiente del aroma de la bebida preferida de su marido.


La relación entro en total crisis, unos amigos le aconsejo que buscasen un mediador profesional para dirimir sus problemas e ideas encontradas que tenían ambos como consecuencia del desgaste. Este urgentemente le recomendó un terapeuta.



Después de varias sesiones de terapia, Mirta aportando mas elemento al análisis del problema que les aquejaba, se animo a comentarle sus sueños, que ella padecía últimamente todas las noches. Comentaba, que se le acercaba a la cama Gustavo, seduciéndole empezaba a hacerle el amor, al ver que este tenia un vaso en la mano, el aroma la asfixiaba dejándola sin respiración, luego el rostro de Gustavo cambiaba en el sueño a la de un grotesco anciano al que este le violaba sin piedad, introduciéndole la botella de whisky y golpeándole despiadadamente, mientras la imagen de Gustavo se mudaba y apareciat tenuemente al lado del anciano, ella le pedía ayuda, pero el estaba tan solo observando y tomando, perdido en el efecto de la bebida.


El análisis duro mucho tiempo, pero a medida que pasaba el tiempo, los síntomas fueron dilucidado, cuando lentamente Mirta contara parte de su historia personal, al que después de un terrible grito y sollozo pudo expresarlo, como si fuese una gran pesadilla que se levantaba del pasado.
Así fue, Mirta era una jovencita que a pesar de la pérdida de su padre, pudo seguir adelante y mas aun, cuando su madre decidió rehacer su vida, contrajo nuevamente matrimonio, pero quizás la elección no era la más acertada, ya que había elegido una persona que bebía constantemente.
Ya había pasado un tiempo, como también el vals de los quince de Mirta. Ya era una jovencita que empezaba a soñar con su carrera universitaria, pero desde hace un tiempo veía que su padrastro, le miraba con otros ojos. Con el tiempo la asediaba, su madre no tomaba en cuenta lo que ella le contaba, hasta que una noche, el en total estado de embriaguez la violo uno y otra ves, sometiéndola a horribles vejaciones y mal tratos.



Este drama, que había sido sentenciado al total silencio, en la profundidad del ser, lejos de la conciencia. Pero desde la oscuridad como un fantasma hablaba, se manifestaba.
Observemos las pequeñas molestia que sentía Mirta en los primeros momentos de convivencia, como se fue manifestando cada vez más fuerte.

El inconsciente siempre se manifiesta en el discurso del otro y se manifiesta en los chistes, el equivoco de palabra, el sueño, el síntomas etc., pero nunca se lo experimenta como propio. Es el otro, el que le permite la asociación y el desencadenante. Es el otro, al que el inconciente viste con lo que nosotros no nos animamos a ver, no queremos ver, por que rechazamos lo que tenemos que aceptar. Por que lo que nosotros rechazamos, encierra en el un profundo dolor.

En este dialogo que el inconsciente busca aparecer en nuestras vidas cotidiana, no tiene la misma estructura que la de un dialogo en la lingüística. Ya que lo que se expresa (es el significante) tiene un significado para el que recibe el mensaje. Acá, el dialogo que impone el inconsciente, el significado es como codificado por medio de metáforas al que hay que dilucidar.