Hace un año que deje de publicar en mi
blog, me era necesario un alto en el camino,
no me puse a pensar la causa, sentía que algo estaba cambiando, mi punto
geográfico, desde el cual observaba el fluir de mi vida, cambio de eje, cambio
el ángulo y descubrí cosas nuevas, viaje al pasado, al presente; en estas cosas
no soy muy de analizar, trato de que el cambio no me sea algo traumático y si
el corazón pide cambio pues cambiemos.
Todos los que escribimos estamos lanzado
a esta faena, siempre para el escritor es necesario nuevas sensaciones, nuevas
visiones, lugares nuevos, pero también hay el enamoramiento a determinadas
vivencia atado a un lugar.
Ser escritor es estar llamado a vivir la
existencia saltando las experiencias cotidianas, ligeramente, como quien cruza
un río, pisando las piedras, hasta llegar al otro extremo. Algunas son mas
firmes, otras son más endebles e inseguras, otras son pequeñas e incomodas,
para asentar el pie, otras son mas grande que para saltar se necesita el
esfuerzo del cuerpo.
El escritor es un versátil existencial,
donde expresa en ese entretejido de letras, palabras y expresiones, la vida. En
este acto de contemplación con lo que ve, siente, se lanza a la construcción,
donde lo construido en un mundo nuevo de sensaciones paralelas, que nace de la
vida y la interpela para tomar nueva forma en la narración, en este acto se
hace presente el paralelismo existencial, en la que surfear dos mundo es toda
una odisea, donde el mundo nuevo interpela al viejo, al cotidiano y pulsa por
modificarlo y viceversa, y en este mar de sensaciones esta el frenesí de querer
compartir, en donde la escritura son pinceladas fresca de la realidad que vive.
Pero en esta actividad que pareciera
lineal, no escapa a la verticalidad del tiempo, en la que el pasado, su
historia, sus experiencias, sus gustos, sus miedos, sus gozos, hacen de que la
vida no es la misma, en su humanidad.