1 de noviembre de 2008

LOS GALLOS DE MI ABUELO

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Casi siempre estaban detrás de los barrotes, era los primeros que alteraban desde temprano la vida del vecindario, con tan solo hacerse escuchar, su fin era imponerse sobre el resto.

Se los sacaban dos veces al día, previamente se les impedían ver, no vaya a ser que se escapen, previas rigurosas anteojeras o capucha con soga atada a los pies se los hacía caminar, trotar, correr, trote con dificultad. Con una vara de junco y con golpe sostenido se le golpeaba su lado izquierdo o derecho, según sea para donde uno quería que doblase. Una vez al día tenían que pelear con los ojos vendados, como para ejercitarlos en momentos extremos, ya sea que estuviesen en plena oscuridad o en lo peor de la batalla llegaran a quedar ciegos, tenían que prevenir e intuir por donde viene el golpe del enemigo y así aprender a sobrevivir y seguir peleando de esta manera.

Se los incentivaba, se les enseñaban a desarrollar los instintos y el principal el de supervivencia, tan solo dos veces a la semana eran peleas normales. Con tanta exigencia física, se los refrescaba esparciéndole agua, su trabajo era agotador e inhumano, pero era necesario que descargaran todas sus energías, eran perfectos asesinos y detrás de los barrotes tenían que estar sedados, tranquilos pero sin usar psicofármacos, tan solo debían ejercitar y descargar sus violencias.

Pero eran los que mejor comían y todo regulado a horario. Llevaban un régimen de actividades duramente estructurada como para reeducar a psicópatas, ni en las mejores cárceles o los más rigurosos adiestramiento de elites, tenían los gallos de riñas de mi abuelo.

Eran animales hermosos, de plumas azules y doradas que brillaban aun en los días nublados. Sus muslos desarrollados y prominentes, salían de sus jaulas los días Domingo cuando mi abuelo debía competir en las famosas riñas de gallos, del Timbo Nuevo. Ensillaba su caballo moro, hermoso, esbelto, era dócil a más no poder, como decían las parroquianas “ay, si es un pan de Dios”.

El estaba orgulloso de sus gallos, algunas veces delegaba a Toro algunas actividades de adiestramiento y esta vez le dijo que lo encapuchara y lo hiciera trotar suavemente por todo el cerco. Con toro, ya al caer la tarde, el sol se hacia sentir, pero ya no hería con sus rayos la piel, era soportable su presencia.

El gallito trotaba desde el cerco hasta el bajo, pero de tanto jugar ya no contamos las idas y vueltas, creo que estaba un poquito extenuado. Como tenía capucha no el sabía si iba sacando la lengua o no, buen en fin, así es la vida del gallo de riña, durísima.

A mitad del cerco, el bípedo plumífero salvaje, se paró instintivamente como quien se detiene ante el peligro y efectivamente, a poco metros estaba el gallo tuerto de los guanqueros, bueno para los que no leyeron los otros cuentos, los guanqueros son los primos hermanos de mi abuelo, lindaba con las tierras de el.

Era un gallo mañero, siempre se cruzaba para pisar a las gallinas de mi abuela Dorotea, en cambio mi abuelo quería que sus gallos pisaran, pero estos eran chicos rudos cuando pisaban, con el pico se hacía de las crestas de las gallinas, lastimándolas y como tenían unas filosas uñas o garras, las dejaban chasca y descangayadas. Ve, no eran sonsas las gallinas al momento de amar, siempre elegían a este gallo tuerto, ya que era suave y placentero, ¡que asombrosa es la naturaleza!

Como el gallo de mi abuelo era tremendamente territorealista, donde estaba él, no pisaba ningún otro gallo, y así con las patas atadas y encapuchado, no media riesgos, era aguerridamente imprudente. Se le fue como a picotearlo y con las plumas paradas, un perfecto guerrero. El tuerto se puso firme, sin conocimiento de contienda sino aquellas que le daba placer, se puso un poco de costado, no parecía tan gallito, pero nos dimos cuenta que la posición ayudaba a la visión. Con Toro nos miramos, se nos cruzo la tentación de soltar la correa, “y que hacemos”, como a nosotros niños, no nos permitía ir a las riñas de gallos, nunca lo habíamos visto pelear, bueno la curiosidad fue placenteramente grande, revivir “in situ” lo que nos prohibían, fue la mejor decisión.

Soltamos la soga, era la pelea de dos gallos, en una esquina estaba el gallo tuerto y la otra el gallo ciego, dije que estaba encapuchado, ya que no hubo tiempo de sacarle la capucha y como estaba entrenado para estas situaciones, bueno a pelear se a dicho.

La contienda empezó, el gallo de mi abuelo como estaba con capucha sus picotadas golpeaba con fuerza pero no herían, había una pérdida de efectividad del 30%, los espuelones eran armas mortales que cortaba la piel pasando previamente por las plumas. El tuerto parecía muy refinado, pero pasaba por sus cabezas el harem de gallinas pisadas y lucho por ellas. Su lucha tenia sentido, peleaba por el amor pepermetuo. Sacó fuerza y doblegó al gallo de mi abuelo, aun peleando de costado, Ahora me doy cuenta que cuando la vida tiene sentido, o la causa tiene una razón de ser para la existencia y la felicidad, no importa el peligro, uno saca fuerzas de donde no tiene para conseguir o defender lo que anhelamos o valoramos.

Así es, el guerrero fue vencido por el amor, el tuertito con su posición dudosa, le hizo retroceder y huir. Como las cosas ya estaban dirimidas, nos miramos con asombro, no sabíamos si decir “guauuuu que pelea” o tan solo “araca el gallo de riñas”.

Lo atrapamos, le pusimos la correa de nuevo en un parsimonioso silencio y con el respeto que se merece, lo hicimos caminar de vuelta a la jaula, los dos callados pensando que todo ser tiene un molde que lo sujete.

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21 de octubre de 2008

CAMINANDO

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Era domingo salí como quien busca un destino, un lugar simbólico, donde nuestra existencia va tejiendo sentido como habitante nómada de la calle. Mi hija tenia sentido en ese momento, cuando uno empieza a vivir el momento, el aquí y el ahora, empieza a optar de varias situaciones de vida, seguro que uno elige aquel que tiene mas sentido al corazón, es un ejercicio de escuchar al corazón y no a la razón. ¿Alguien se acuerda del sentido común? No nos distraigamos, como decía, la razón me hablara de obligaciones, de metas por cumplir, de deudas, de logros, de trabajo etc. En cambio el corazón me habla de momentos de vida, vivencias, compartir, momentos de amor, momentos de empatía, de comprensión. Momentos que se da en el tiempo y el espacio. El único tiempo que comprende el corazón es el presente.




El destino elegido es la casa de mi hija, ella por lo que quedaba del día celebraba sus 13 años. Estaba despidiendo su niñez, aunque es hermoso no dejar de ser niño nunca, ya que ellos tienen energías para buscar cosas nueva, son creadores de nuevos juegos, son imaginativos, siempre preguntan por la esencia de las cosas, están en un periodo de descubrimiento, ven siempre el lado positivo de la vida, todo le llama la atención, viven con el corazón. Después la cultura, la educación le enseña a utilizar la razón.



Los chicos de ahora sueñan con ser grandes y nosotros grandes soñamos con ser niños, no tener obligaciones que nos agobian, no tener la agenda del cumplí miento, no tener que responder ciegamente a una estructura emocional y cultural para comunicarse con la gente, no tener que estar atado a los proyectos y ser esclavo del pasado etc.....

Vuelvo a mis trece, pensar que yo estaba perdido en la mas profundidades de la niñez, se jugaba a las bolillas, al trompo, se confeccionaban volantines o como se dicen barriletes. Ahora los chicos te pueden explicar el nacimiento de un bebe y como se llega a la gestación. Para mi ese tema, bueno, apareció después de los 20 años, como una charla de formación.

Los chicos de esta edad ahora están en los blog, llegan a tener grandes cantidades de direcciones de chicos que publican sus fotos, pero llamando la atención. Un día, mi hija me mando unas fotos para que mirara y le dejara una nota al respecto y la votara. Pero por curiosidad empecé a viajar como quien dice por la web (webbiando) con los distintos blog (blogiando), y me encontré con fotos de niñas de 14 a 16 años, buenos ya no eran tan niñas y de varones que ya no eran tan varones.

Pero en fin, el mundo ha cambiado tanto, las NIÑASSSS de bikinis algunas, otras con los pechos al aire, o los senos al aire, bueno por no decir con las tetas al aire, otras mostrando las asentaderas, sus nalgas, su cola, bueno son concepto que no se si tienen utilización. Hasta eso, los conceptos, Papa ya no se dice así, eso ya es viejo.



Pensar que a mi edad mirar una mujer desnuda, era una picardía ultra secreta, pero más que picardía y descubrimiento, era la causa para una semana de penitencia, tres retiros espirituales, 500 rosarios y caer en manos de un sacerdote tortuosamente exigente, que nos refregaba con una confesión de tres horas bajo un riguroso y morboso interrogatorio que ningún psicólogo podía igualar.

No exagero tuve una prolongada niñez, o era un grandote pelotudo, perdonen la expresión. Muchas veces me preguntaba si la juventud de antes era mas sana o éramos un grupo que nos negábamos a crecer o esto estaba sujeto a canon cultural de la época.

En fin, pero mientras caminaba percibía que la zapatilla del pie derecho era mucho más confortable que el de los pies izquierdo, y ligeramente más fresco el derecho que el izquierdo, como decía, así era mi vida, en mi niñez que fue de los 2 años hasta los 18 años, después entre en la pubertad.

Pienso que siempre las estructuras mentales, valores adquiridos en el medio, donde nos hemos crecido (sociales y culturales) nos condicionan el comportamiento entro lo bueno y lo malo, lo bello y lo feo; lo verdadero y lo falso etc. Y mucho mas son las estructuras que recibimos de la familia.
Todavía no sé por que mi Madre con tan solo mirarnos nos hacia recular de aquí a la china. Eh la mirada de mi madre, parecen dardos en el aire, con una mirada fuerte te fulmina y mata a alguien. Si la familia, las normas son como mis pies izquierdos que se siente apretado, asfixiado. Subí al colectivo con tantos pensamientos encima y al sentarme cruce mi pie derecho sobre el izquierdo, epaaaa epaaaa lola lo que vio traera cola, mi zapatilla derecha estaba rota con razón, tanta comodidad y tanta frescura, que a esta zapatilla no tiene arreglo ni hechura. ¿No será que abra que romper algunas estructuras en nuestra vida para vivir más cómodos y fresco?
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18 de octubre de 2008

EL ALMACEN DE TUFI

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Tufì era un libanés que tenía un gran almacén, vendía a todo el campesinado del Timbo Nuevo, Timbo viejo y El Sunchal. Venían los pobladores de distintos lugares y dejaban sus pedidos, luego de prepararlos, el los llevaba en una vieja camioneta.
Como ya había entrado en su vejez y toda su vida le dedico a bajar camionada de mercadería, ordenarla y luego enviarla a sus clientes y ya cansado de ese ajetreo diario decidió contratar a un lugareño de nombre Juan, como no hay nombre más pegadizo a este que José, como se llamaba el cristiano, Juan José López.
Si señores por esta zona los JUAN JOSE esta a la orden del día y para las chinitas románticamente JUANJO, achalay.



Bueno, Juan José, para las chicas Juanjo y para los de otro lugar JHON JHOSEP. Este caballero, era un obrero golondrina que viajaba por todo el norte y cuyo del país, en las distintas época de cosechas. Ya sea en Tucumán, la caña de azúcar y el citrus, en Mendoza la vendimia, en chaco el algodón etc. Para la cosechas era polifacético el tipo. Pero con el tiempo fue echando raíces en Tucumán.

Este era un poco joven que Tufì y ya entrando en confianza el patrón tenia el genio popular de poner apodo, le decía a Juan “catre viejo”, por que al más pequeño movimiento se quejaba.

Este le había tomado aprecio por que a pesar de sus rabietas era un hombre honesto y sincero.
Un día mientras se hacia un pequeño alto en el trabajo, Tufì sintiendo pena por su empleado le pregunto ¿Porqué reniegas tanto al hacer las cosas?.

Es que siempre tengo que hacer lo mismo: bajar la mercadería del camión, ordenar la mercadería, separar y enviar los pedidos y luego limpiar antes de irme.
¿Eso te pone mal, el hecho de que todos los días tienes que hacer lo mismo? Pregunto Tufi
Si es hartante, me angustia, pienso que podría estar haciendo otra cosa, pero todavía no se que es. Dijo Juan

Tufì, dejando pasar al silencio que es sabio y consejero, le encesto una mirada tierna y con una dulce sonrisa de padre le dijo; Mira Juan cuando vas al río y te refresca, lo haces siempre con la misma agua. Este extrañado lo mira, como diciendo “Ey la vejes viruela te esta haciendo temblar las neuronas”, y contestando le dice NO, POR QUE EL AGUA ESTA CORRIENDO CONTINUAMENTE.
Ah que interesante, no. Juan cuando comes siempre comes la misma carne, NO contesto, por que es de distintos animales.

Entonce Juan si te detienes observar más tu vida, veras que no todas las cosas que haces son iguales y un día no es igual al otro.
Lo que pasa es que te has propuesto el firmemente, en la valoración que realiza y los sentimientos que sale de tu corazón, de sentirte mal todo los días en las cosas que haces. Pero aun Juan, si observas ese pesimismo que te angustia, veras que lo que siente nunca es igual un día respecto del otro. Hasta el hastío para vivir es distinto.


Mmm..., si, creo que tiene razón, no todos los días son iguales como también creo que uno pone condimento a la vida o le damos valoraciones distintas y el corazón es el que siente.

Tufì, observándolo mientras este ordenaba los pedidos le dijo; mira Juan tu podrías hacer algo simple, te digo esto por que no se, siempre las cosas simple parece que cuesta mas
Si diga Ud. Contesto.
Cada ves que te enojes por algo, o algo te molesta o estas molesto, respira profundamente y descubre en tu interior que es lo que causa este malestar. Tomate algo de tiempo para ti y observa.

Juan mirándolo con los ojos asombrado frente a un psicólogo que necesita una flor de terapia, encogió los hombre como para no enfrentar las cosa y le dijo un Si lacónico, pero en fin, le quedo picando la propuesta, pero lo que mas le llamo la atención, eso de que lo simple cuesta.

Paso los días y el silencio se adueñaba del deposito hasta se podía sentir las carreras de cucarachas. Lo extraño como si pasara algo raro Juan empezó a dibujar en su rostro una sutil sonrisa en ves de renegar. Tufì asombrado pensó para adentro, está enamorado, debe ser que esta amando el chango.
Chango. ja ja si este ya no se ablanda ni en una hoya de acero en tres días de hervor, con carbón de piedra. Chango jajajaj.

Para salir del asombro ya que las dudas que carcomía por dentro, como el deseo retorcido de enterarse de todo, debilidad de viejas chismosas, Tufì pregunto ¿Che Juan, te acordas de aquella charla que tuvimos?
Juan receloso de mostrar partida y como quien esconde sus prendas intimas, como queriendo ocultar hasta la ganas de respirar y haciéndose el distraído, le contesto AH SI.




Pero como el turquito había tomado Chismedecina 500 gr., era insistente y pesado que elefante en turucuto, Juan tomo conciencia que al fin y al cabo era su patrón, no le quedo cosa que mermar un poco la marcha para dar lugar al dialogo, ya que su vida se estaba por exponer y no hay mejor manera que hacerlo con un buen marketing.
Y dijo: en realidad don Tufì, me quejaba mucho, me sentía angustiado, deseaba vivir de otra forma, pero no sabia como, deseaba tener un mejor rancho, un trabajo mas tranquilo, tener una compañera, a mi edad ya soy grande y no es bueno que el hombre este solo, pero a decir verdad, para que tener un mejor trabajo si voy a estar renegando, para que tener un mejor rancho si yo internamente no me voy a sentirme bien, para que voy a tener una compañera si yo soy agrio, idiota, a pocas hora ya no me aguatara y se ira.

Así que, empecé a observarme a mi mismo cada vez que renegaba, respirando profundamente, cerraba los ojos hasta que se me iba.
Después me daba cuenta que la causa de mis idioteces eran tonta, sin fundamento, después como ya no renegaba, me acostumbre a respirar pausado y profundo, me di cuenta que esto me producía una sensación de paz.





Pensé en mi vida pero la solución no era cambiar de lugar, cambiar de cosas o adquirir cosas, sino que tenia que cambiar mi interior. Si ante todo era negativo, a cualquier jarro de leche le encontraba un pelo. Empecé a pensar lo positivo que es hacer trabajar mi cuerpo, mientra respiraba y levantaba las bolsas de harina o azúcar pensé que este era el mejor ejercicio para el, logre sentir cada uno de mis musculoso como se tensaban y como adquiría volumen a mi edad. Me sentí cada vez más fuerte. Me siento estupendo, me siento como que me saque 10 años de encima.
Asombrado dijo Tufì, bueno cálmate, macho, ma chongo, machocante imposible, je 10 años menos.
Usted pregunto ¿no?, bueno ahora puedo proseguir, esta bien termina de desensillar al saino, dijo escueta mente el turco.

También don Tufì pensaba que este trabajo era para burros de carga, y pensaba que me merecía algo mejor, pero como iba a tener algo mejor si no valoraba lo que tenía.

El problema no era el tener, sino la valoración que yo daba a las cosas, y comos este trabajo que es muy simple me costaba aceptarlo, trate de ver este trabajo de otra manera, empecé a observar lo que hacia, bueno, había comestibles en bolsa grades , había en botellas y en paquete de todo tamaño, si bien el galpón es inmenso, empecé a acopiar las bolsa grandes por un lado, las botellas por otro, separe los aceite de oliva, los de girasol, los de maíz y las mezclas, también separe los distintas clases de vinagres, los comestible que son frágiles de los que son resistentes a los golpes. Los golpes que puede recibir un tarro de grasa en pella no es lo mismo que un golpe a las hueveras.

Y por otro lado separe los artículos de limpieza, los personales respecto a los de la casa. Mire, entre don Tufì, dijo Juan todo emocionado como que no se podía retenerse dentro suyo.
El viejo mirando en silencio y asombrado por el orden, buscaba alguna excusa para bajarlo de un hondazo a este que quería volar tan alto, creyó ver algún desorden por que habría dos filas de harina, dos de azúcar y así con varios comestibles. Pero Juan mira esto, estas ocupando espacio por que haces dos filas para cada alimento si lo puedes poner en una sola fila.




Con un poco de sorna, Juan responde, Mire don Tufì, he descubierto que en un costado todos los alimentos tiene una fecha de vencimiento, esto quiere decir que no se puede consumir después que paso esta fecha y por consiguiente tampoco podemos venderlos, así que la fila de la derecha son alimentos que hay que sacar cuanto antes, por que son los mas próximos a vencer y queda feo o es cansador don Tufì que nos reten los clientes por vender mercadería en mal estado.

Como quien contiene un volcán y dando lugar al reconocimiento y la admiración dio gracias a Juan todo lo que había hecho. Indudablemente ya no era el peón rustico que hacia un trabajo de burro. Este burro aprendió de su experiencia propia, hizo de su trabajo un saber refinado.

Indudablemente Juan había encontrado el sentido de su vida. Su trabajo era otro y empezó a soñar positivamente las cosas, se inscribió en un instituto término el secundario e hizo un terciario en una escuela técnica, aprendiendo sobre motores eléctricos.

Con el tiempo Tufì fluyo hacia otro estado, Juan se fue a vivir a la ciudad donde había puesto un taller de motores eléctricos, ya tenía una compañera y desde aquel día que Tufì le dio ese consejo no dejo de buscar el lado positivo a las cosas.

Cuan importante es encontrar el sentido de la vida.
Saber mirar las cosas con el corazón, tener respuesta al instante como estas ¿para que vivo? ¿Por que vivo? ¿Cómo quiero que sea mi vida? Etc.
Todos estamos llamados a una vida feliz, pero necesitamos primeros encontrarnos a nosotros mismos y encontrar sentido a nuestro vivir. Cada uno tenemos una melodía interior que tenemos que saber escuchar. Una vez que la encontramos toda nuestra existencia adquiere sentido.-

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17 de octubre de 2008

VIOLENCIA VS TEORIA DEL APEGO

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El otro día vi, como una de las gatas que tiene mi esposa con su hija, (blanquita), daba a luz a sus crías. Los acicalo y le dio de mamar, ya estando un buen tiempo tuvo hambre y los dejo en su lugar.

Después vino mishu, así la llaman. Es una gata vieja que seria abuela de blanquita, esta se acerca a las crías, los acicalo y le dio de mamar. Me sorprendió enormemente dicho comportamiento, esa noción de ayudar a blanquita en el cuidado de sus crías. Por el momento pensé, como son territorialista algunas especies animales, creí que al volver blanquita se iba armar una de esas, por la simple razón, que no eran sus hijos, tampoco su guarida, pero no fue así. Esta al ver que estaba la gata vieja, la respeto y espero que esta terminara de acicalar a los gatitos y darlo lo que tenia de leche o no. Mishu se levanto, con su caminar un poco descangayado por los años, con cortesía lamió el lomo de la madre y dejo el lugar a blanquita.



Este comportamiento lo he comprobado en los mamíferos, ya sea en los simios, en las manadas de leones etc. Viendo programas de la fauna silvestre en la televisión.
Naturalmente hay una necesidad de formar vínculos afectivos y de sociabilización con el resto de la manada e interactuando se acicalan mutuamente.



En algunas tribus de África como los nativos de la amazona, los lazos familiares son fuertísimos, ya que las mujeres son los que se preocupan por la crianza de los hijos, donde estos tiene grandes periodos de lactancia, acompañados de caricias y atenciones por parte de la madre hacia él bebe. Ya cumplido una determinada edad, este sale con el padre, donde se le enseña el arte de caza y la pesca.
En todo este caso, tenían algo en común, el grado de agresión o violencia era mínima dentro del grupo que lo aglutina.

Todas estas manifestaciones de amor, cuidado y cariño que vemos en el reino animal y animal racional como en el caso del ser humano, es como una necesidad humana universal para formar vínculos afectivos estrechos, estableciéndose recíprocamente entre la nueva generación con la preexistente. Esta reciprocidad temprana en las relaciones hace de cimiento o precondición del desarrollo posterior del individuo.

Jhon bowlby, elabora la TEORIA DEL APEGO, en la que afirma: “El infante humano busca afianzarse afectivamente realizando una conducta que lo lleva a un apego con su progenitor y esto lo hace a través de sonrisas, abrazos, colgarse etc., esta es correspondido por la conducta del adulto al responder (sonreír, acariciar, tocar, sostener, etc) refuerza esta conducta de apego del niño hacia ese adulto en particular”.

Esta conducta del apego, hace que se desarrolle en el niño un sistema de seguridad emocional y un refuerzo en el adulto, como si fuera un sistema que regula la experiencia emocional. El infante llega a esta conducta después de una serie de evolución que realiza después de haber estudiado el entorno.

Muchas veces vemos en la reunión familiar, esta nace por que hubo una ley del apego, la cual se mezclan el comportamiento de los infantes con los adultos y donde nacen las narraciones de los adultos hacia los más jóvenes y se entrecruzan anécdotas de vivencias familiares.

Por eso las personas que tuvo una buena relación con sus padres y sus hermanos, tienen memoria de las experiencias de vida con sus propios significados, sabe donde esta ubicado, tiene sentido de limite, sabe cual es el rol que ocupa dentro de la familia ampliada. Es altamente positiva considerándola a estas vivencias como formativa.

También se comprobó que los individuos, en la que no tuvo experiencia de poder desarrollar la conducta del apego con sus padres y no haber desarrollado los vínculos afectivos con el resto de la familia, no tienen valoraciones positivas, donde hay una perdida de valoraciones y significados la relación afectiva con el medio familiar. Evitan manifestar afectos y recuerdos de sus lazos familiares.

Se muestran preocupados, confusos, enojados o pasivos a toda demostración de afecto. Se quejan por todo, disconforme, no tiene nada resuelto, son desorganizados y en sus narraciones hay confusiones semánticas o sintácticas, siempre que están relacionadas con los traumas de la infancia o pérdida.

Quizás uno viendo con determinada distancia, podría pensar que la relación de un trato afectuoso entre padres e hijos, serian una técnica dentro de la educación de los hijos, para que los niños tengan un crecimiento humano, dentro de un ordenado desarrollo de las emociones y los afectos.

Pero en realidad esto nace naturalmente del amor hacia los hijos y de los hijos hacia los padres. Esta creación de vínculos de amor hace que el ser humano se desarrolle en armonía y dueño de sí mismos.

Pero como el amor tiene sabor a ser humano, este lo expresa de acuerdo a su capacidad de amar y de acuerdo a su forma de relacionarse. Nadie da lo que no tiene, mas bien, damos lo que hemos recibido. Y si no tenemos más, por el bien de los hijos tenemos que tener la creatividad de suplir y contener.

Se da el caso de padres con inclinación narcisistas, que tan solo les preocupan sus realizaciones y la responsabilidad de ser padres pasa a segundo plano, dejando en un estado de abandono a sus hijos. Esta forma de maltrato, creando en ellos una necesidad afectiva, los lleva a una actitud de reclamo de valoración dentro del núcleo familiar, reclamo de ser tenido en cuenta, un llamado de atención de que el niño existe.

Es la anécdota de que el hijo le pregunta a su padre, ¿papa cuanto cuesta tu hora de trabajo? Él le contesta, hijo por que me lo preguntas, el niño responde, es que quiero saber papá. El padre ante esta insistencia y con asombro le dijo, hijo mi hora esta alrededor de los $ 50 pesos. El niño sacando de su bolsillo, con mucho cuidado de no dejar caer nada, empezó a contar con gran concentración, monedas, billetes de distintos valores y llega a los $ 50. Papa te puedo comprar una hora de tu vida, quiero estar con vos.




El abandono por intereses narcisista es una violencia del mundo moderno. Nosotros muchas veces estamos preocupados por alcanzar logros laborales, nuestros propios beneficios, degradando la calidad de la relación familiar que esta bajo el clima del amor, a la conquista del tener, de lo económico. Pero por desgracia de muchos, la felicidad no pasa por el tener, menos la felicidad de nuestros hijos.

Otro rasgo que va en contra de la Ley del apego es el maltrato que se somete en la relación familiar a los hijos. Esto produce un aislamiento psicológico, se crea una necesidad de proximidad y con ella se incrementa el malestar. El deseo de proximidad mental, se hace insoportablemente dolorosa y la necesidad de cercanía se expresa en el nivel físico.

Tanto la violencia, el maltrato y el abandono, producen un gran sufrimiento en los hijos y estos la manifiesta de la siguiente forma:
1) perdida de la cohesión familiar o relación fusional, con confusión de espacios psíquicos
2) abolición de los limite y las diferencias
3) falta o déficit de las formaciones intermediarias entre el grupo familiar y los que los componen
4) perdida de la memoria y de la historia o de partes de la historia pudiendo llegar hasta el fantasma de autoengendramiento
5) síntomas individuales, somáticos y / o psíquicos en la que uno de los sujetos del grupo familiar se ofrece a hacerse cargo en nombre de todos
6) sentimiento de vació que acompaña gran parte de sus vidas
7) abandono de la mentalización, creando un sentimiento de aislamiento

Son muchas las consecuencias que ocasiona la violencia, es importante que como seres humanos aprendan a observar mi propio ser, mi propia vida emocional y los que somos padres con mas razón.-
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12 de octubre de 2008

VIOLENCIA Y TRANSFERENCIA

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Muchas veces nos quedamos sorprendidos cuando una madre y/o el padre proceden con una inusual violencia hacia sus primogénitos. El niño, que en su crecimiento esta en una actitud de búsqueda y descubrimiento del mundo que le rodea, son el disparador de actitudes incontrolables por medio de los padres. Muchas veces cuando estaba tomando un café con mi mujer y mirábamos hacia la calle, descubríamos la agresión de la madre a sus hijos, ya sea porque jugaban entre ellos o porque se quedaban un poco más atrás etc. Tales episodios despertaban indignación, asombro, etc.


Al reflexionar sobre la violencia, parece ser ésta una fuerza que sale de lo profundo del ser humano y lo saca de sí mismo, como transformándolo en otra persona e incluso cuántos de nosotros nos hemos enojados con suma violencia interior e hicimos o herimos con palabras a lo que después no recordamos. Pero, ¿De dónde sale la violencia? ¿Cuál es su origen?

Muchas veces he pensado sobre éstos episodios, ya que tengo experiencia de una madre muy exigente, pero creo a mí entender que la violencia ya sea hacia uno o hacia fuera, tiene su raíz en la experiencia que hemos tenido cuando estábamos en ese período de adecuación con el medio en la que nos toco vivir. Desde muy temprana edad, desde que el bebe se esta formando en el vientre de la madres, él ya empieza a descubrirse a si mismo, como un ser individual en la que esta inserto en la que todo le es dado y él es una vida en crecimiento y la única vinculación que tiene con el mundo de su madre es a través de ésta. El se siente contenido y si llegara a sentir violencia, puede ser algo violento que perturbe a su madre.

Una vez, que el bebe ha nacido, luchó para salir del vientre materno, el que ya le quedaba chico, llegando a un mundo inhóspito, donde tuvo que manifestarse para que su madre le diera cobijo al momento de amamantar, estos arrumacos y juegos al momento de alimentar procederá a reafirmar su propio yo, las miradas y todas las demás situaciones que vivirá acompañada de los padres y hermanos, servirá para insertarse en el medio y le ayudara a emprender la tarea del descubrimiento y de los límites.



Este ropaje afectivo que va recibiendo en distintas circunstancia o situaciones, es una respuesta a necesidades y estas respuestas producen satisfacción o saciedad. Aquí no voy a hablar de pulsión, de libido etc., sino de necesidades que se crean, cuando el bebe o el niño a través de los primeros años de vida va solicitando ser satisfechas.

Digamos que cada situación nueva crea en el niño la necesidad de una respuesta de parte de la madre y del medio para que el niño crezca. Esta respuestas, es un abrigo, si le voy a llamar un abrigo que protege o satisface al yo que reclama. Este abrigo es tan variado como variadas son las situaciones, en cuanto a colores, sensaciones, tamaño, etc. Este abrigo es confeccionado a través del amor de papá y mamá y de la familia que le rodea. Con el tiempo el abrigo será un ámbito de libertad con los colores del descubrimiento que el mismo va realizando en su mundo. En fin como les digo, es el abrigo la respuesta que el ser humano necesita para cada necesidad.
Al respecto podemos enmarcar a grandes rasgos como quien teoriza o lanza un razonamiento.
1) Tenemos la experiencia, que en una determinada situación, el yo no ha recibido el abrigo correspondiente (con sus coloraciones, valoraciones, sensaciones etc.).
2) A una determinada experiencia, el abrigo no es suficiente, no recibió lo que realmente necesitaba.
3) Ante una experiencia, en vez de recibir el abrigo que correspondía, recibió un maltrato al yo, haciéndole sentir el más profundo terror y sufrimiento.

Si combinamos las distintas situaciones tendremos una gran variedad, tan solo me quedo en estas tres para darme a entender a donde me voy a dirigir.
Muchas veces nos quedamos sorprendidos cuando una madre y/o el padre proceden con una inusual violencia hacia sus primogénitos. El niño, que en su crecimiento esta en una actitud de búsqueda y descubrimiento del mundo que le rodea, son el disparador de actitudes incontrolables por medio de los padres. Muchas veces cuando estaba tomando un café con mi mujer y mirábamos hacia la calle, descubríamos la agresión de la madre a sus hijos, ya sea porque jugaban entre ellos o porque se quedaban un poco más atrás etc. Tales episodios despertaban indignación, asombro, etc.

Al reflexionar sobre la violencia, parece ser ésta una fuerza que sale de lo profundo del ser humano y lo saca de sí mismo, como transformándolo en otra persona e incluso cuántos de nosotros nos hemos enojados con suma violencia interior e hicimos o herimos con palabras a lo que después no recordamos. Pero, ¿De dónde sale la violencia? ¿Cuál es su origen?


Muchas veces he pensado sobre éstos episodios, ya que tengo experiencia de una madre muy exigente, pero creo a mí entender que la violencia ya sea hacia uno o hacia fuera, tiene su raíz en la experiencia que hemos tenido cuando estábamos en ese período de adecuación con el medio en la que nos toco vivir. Desde muy temprana edad, desde que el bebe se esta formando en el vientre de la madres, él ya empieza a descubrirse a si mismo, como un ser individual en la que esta inserto en la que todo le es dado y él es una vida en crecimiento y la única vinculación que tiene con el mundo de su madre es a través de ésta. El se siente contenido y si llegara a sentir violencia, puede ser algo violento que perturbe a su madre.

Una vez, que el bebe ha nacido, luchó para salir del vientre materno, el que ya le quedaba chico, llegando a un mundo inhóspito, donde tuvo que manifestarse para que su madre le diera cobijo al momento de amamantar, estos arrumacos y juegos al momento de alimentar procederá a reafirmar su propio yo, las miradas y todas las demás situaciones que vivirá acompañada de los padres y hermanos, servirá para insertarse en el medio y le ayudara a emprender la tarea del descubrimiento y de los límites.


Este ropaje afectivo que va recibiendo en distintas circunstancia o situaciones, es una respuesta a necesidades y estas respuestas producen satisfacción o saciedad. Aquí no voy a hablar de pulsión, de libido etc., sino de necesidades que se crean, cuando el bebe o el niño a través de los primeros años de vida va solicitando ser satisfechas.

Digamos que cada situación nueva crea en el niño la necesidad de una respuesta de parte de la madre y del medio para que el niño crezca. Esta respuestas, es un abrigo, si le voy a llamar un abrigo que protege o satisface al yo que reclama. Este abrigo es tan variado como variadas son las situaciones, en cuanto a colores, sensaciones, tamaño, etc. Este abrigo es confeccionado a través del amor de papá y mamá y de la familia que le rodea. Con el tiempo el abrigo será un ámbito de libertad con los colores del descubrimiento que el mismo va realizando en su mundo. En fin como les digo, es el abrigo la respuesta que el ser humano necesita para cada necesidad.
Al respecto podemos enmarcar a grandes rasgos como quien teoriza o lanza un razonamiento.
1) Tenemos la experiencia, que en una determinada situación, el yo no ha recibido el abrigo correspondiente (con sus coloraciones, valoraciones, sensaciones etc.).
2) A una determinada experiencia, el abrigo no es suficiente, no recibió lo que realmente necesitaba.
3) Ante una experiencia, en vez de recibir el abrigo que correspondía, recibió un maltrato al yo, haciéndole sentir el más profundo terror y sufrimiento.

Si combinamos las distintas situaciones tendremos una gran variedad, tan solo me quedo en estas tres para darme a entender a donde me voy a dirigir.

Cuando uno que ya es grande, seguimos viviendo situaciones similares a las que uno vivió cuando era niño. Siempre hay una necesidad que se da en una determinada situación existencial, es decir, en el aquí y ahora que requiere ser resuelta, o satisfecha ya sea de índole afectiva o intelectual , ya sea que uno busca respuesta a determinado problemas existenciales para la armonía de mi vivir.

Pero pienso, no sé si a ustedes les ha ocurrido, que su mejor amigo esta pasando por una situación que ha ustedes les pasa desapercibida, que no le encuentra significación, ni valoración en cambio a su amigo le afecta tremendamente, quizás el “YO” busca en su memoria relacionar la situación con el abrigo que corresponde y no lo encuentra, sentirán que están ante algo nunca visto, una situación nueva o quizás a la altura de la vida, pasa como algo vació de valoración alguna.

Quizás esta situación te llega a ti también, pero el YO ve que el abrigo que tiene no es suficiente, creando en nosotros una situación de ansiedad aferrándonos a la experiencia de nuestro amigo y la vivimos como propios como si fuera mía, como si todavía no la termine de resolver.

También puede ser que la situación haga que mi YO, experimente una fuerza que me enceguezca y reaccione brutalmente contra la causa que produce la misma. Cuantas veces vemos personas que defienden ciegamente a un amigo, ante determinada situación que para el no reviste tanta gravedad, pero para éste es el desencadenante de una violencia y se muestra como el defensor.
En nuestra vidas hay infinidad de situaciones en la que algunas veces reafirmamos vivencias agradable, satisfactorias, otras no etc.

Un día caminado con mi esposa por el barrio, nos llamo la atención como un niño en el jardín de su casa, estaba jugando en una fuente cargado de agua. El niño, habrá tenido dos añitos, estaba asombrado, queriendo atrapar en su manecitas la mayor cantidad de agua posible y al escurrirse de ella, lanzaba una carcajada, realmente estaba feliz con los descubrimiento que hacia, como para festejar chapuceaba en el agua, pero otra vez la sorpresa, las gotas de agua caían en su rostro y volvía a explotar de alegría. Era toda una experiencia tierna y bella la que presenciábamos. El había descubierto algo fantástico en su mundo que le mostraba sorpresa tras sorpresas y a cada unas de ellas lo expresaba con algarabía, estas situaciones le abrían paso a paso una realidad que en los primeros momentos le resultaba inhóspito.

Su madre miro por la ventana, y como si fuese un gran dragón que tiraba fuego por su narices, se le acerco al bebe, éste como compartiendo lo ocurrido miro a su madre con una hermosa sonrisa, como diciendo “mamá mira lo que he descubierto”, pero e ahí el problema, la óptica del niño no es la misma que la de su madre y las sensaciones y sentimientos tampoco. Diríamos, a mamá esta escena le representaba un abrigo que hablaba de dolor.

Tomó al niño y le pego de distintas formas con gritos de distintos tonos, por supuesto, qué iba a entender el niño, la madre había desencadenado en una conducta violenta, y el niño como muñeco de trapo se contorneaba al compás de los golpes.

Estas escenas que la madre presenta son mudas, ella no dice el por qué actúa así, quizás no lo comprende, tan solo dirá, porque se mojo la ropa. Incluso para ella fue una fuerza despiadada, que la sacó de si, como si estuviera arrebatado por un profundo y ciego dolor que fuerza la salida de la oscuridad de su yo, ve la raíz del problema, pero lo expresa como una necesidad, como algo que no puede contener. Después cuando todo vuelve a la normalidad, cuando el volcán ya explotó, seguro que se hará mil interrogantes, en un momento de silencio, se sentirá culpable.

Por otra parte, el niño estaba en una actividad hermosamente feliz, de descubrimiento lleno de satisfacción y este momento tiene un final traumático, como todo lo que es traumático su YO, lo grabará, lo guardará y ocultará en la profundidad de su ser. También tendríamos que preguntarnos ¿como influirá en la vida de él cuando sea grande?

Esta violencia ciega que va de la madre al hijo, es una transferencias generacional, habría que nombrar aquellas que son de un grupo social, las discriminaciones, los rechazos ya sea del papá, o de la mamá la falta de aceptación por parte de la familia.

Es decir, son muchas las violencias que los niños y jóvenes padecen, Violencia se la recibe en bruto, es un trauma o sufrimiento no resuelto por parte de quien entrega actos violentos.

Este es un tema para dialogarlo, sin caer en una explicación intelectual con conceptos oscuros, sino con imágenes para que todos comprendamos estos procesos y comprendamos que algunas veces necesitaremos un terapeuta para curarnos de estas violencias sin rostro que nos transforman en monstruos y los que sufren son los inocentes.-
Cuando uno que ya es grande, seguimos viviendo situaciones similares a las que uno vivió cuando era niño. Siempre hay una necesidad que se da en una determinada situación existencial, es decir, en el aquí y ahora que requiere ser resuelta, o satisfecha ya sea de índole afectiva o intelectual , ya sea que uno busca respuesta a determinado problemas existenciales para la armonía de mi vivir.

Pero pienso, no sé si a ustedes les ha ocurrido, que su mejor amigo esta pasando por una situación que ha ustedes les pasa desapercibida, que no le encuentra significación, ni valoración en cambio a su amigo le afecta tremendamente, quizás el “YO” busca en su memoria relacionar la situación con el abrigo que corresponde y no lo encuentra, sentirán que están ante algo nunca visto, una situación nueva o quizás a la altura de la vida, pasa como algo vació de valoración alguna.

Quizás esta situación te llega a ti también, pero el YO ve que el abrigo que tiene no es suficiente, creando en nosotros una situación de ansiedad aferrándonos a la experiencia de nuestro amigo y la vivimos como propios como si fuera mía, como si todavía no la termine de resolver.

También puede ser que la situación haga que mi YO, experimente una fuerza que me enceguezca y reaccione brutalmente contra la causa que produce la misma. Cuantas veces vemos personas que defienden ciegamente a un amigo, ante determinada situación que para el no reviste tanta gravedad, pero para éste es el desencadenante de una violencia y se muestra como el defensor.
En nuestra vidas hay infinidad de situaciones en la que algunas veces reafirmamos vivencias agradable, satisfactorias, otras no etc.



Un día caminado con mi esposa por el barrio, nos llamo la atención como un niño en el jardín de su casa, estaba jugando en una fuente cargado de agua. El niño, habrá tenido dos añitos, estaba asombrado, queriendo atrapar en su manecitas la mayor cantidad de agua posible y al escurrirse de ella, lanzaba una carcajada, realmente estaba feliz con los descubrimiento que hacia, como para festejar chapuceaba en el agua, pero otra vez la sorpresa, las gotas de agua caían en su rostro y volvía a explotar de alegría. Era toda una experiencia tierna y bella la que presenciábamos. El había descubierto algo fantástico en su mundo que le mostraba sorpresa tras sorpresas y a cada unas de ellas lo expresaba con algarabía, estas situaciones le abrían paso a paso una realidad que en los primeros momentos le resultaba inhóspito.


Su madre miro por la ventana, y como si fuese un gran dragón que tiraba fuego por su narices, se le acerco al bebe, éste como compartiendo lo ocurrido miro a su madre con una hermosa sonrisa, como diciendo “mamá mira lo que he descubierto”, pero e ahí el problema, la óptica del niño no es la misma que la de su madre y las sensaciones y sentimientos tampoco. Diríamos, a mamá esta escena le representaba un abrigo que hablaba de dolor.

Tomó al niño y le pego de distintas formas con gritos de distintos tonos, por supuesto, qué iba a entender el niño, la madre había desencadenado en una conducta violenta, y el niño como muñeco de trapo se contorneaba al compás de los golpes.

Estas escenas que la madre presenta son mudas, ella no dice el por qué actúa así, quizás no lo comprende, tan solo dirá, porque se mojo la ropa. Incluso para ella fue una fuerza despiadada, que la sacó de si, como si estuviera arrebatado por un profundo y ciego dolor que fuerza la salida de la oscuridad de su yo, ve la raíz del problema, pero lo expresa como una necesidad, como algo que no puede contener. Después cuando todo vuelve a la normalidad, cuando el volcán ya explotó, seguro que se hará mil interrogantes, en un momento de silencio, se sentirá culpable.

Por otra parte, el niño estaba en una actividad hermosamente feliz, de descubrimiento lleno de satisfacción y este momento tiene un final traumático, como todo lo que es traumático su YO, lo grabará, lo guardará y ocultará en la profundidad de su ser. También tendríamos que preguntarnos ¿como influirá en la vida de él cuando sea grande?

Esta violencia ciega que va de la madre al hijo, es una transferencias generacional, habría que nombrar aquellas que son de un grupo social, las discriminaciones, los rechazos ya sea del papá, o de la mamá la falta de aceptación por parte de la familia.

Es decir, son muchas las violencias que los niños y jóvenes padecen, Violencia se la recibe en bruto, es un trauma o sufrimiento no resuelto por parte de quien entrega actos violentos.







Este es un tema para dialogarlo, sin caer en una explicación intelectual con conceptos oscuros, sino con imágenes para que todos comprendamos estos procesos y comprendamos que algunas veces necesitaremos un terapeuta para curarnos de estas violencias sin rostro que nos transforman en monstruos y los que sufren son los inocentes.-
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8 de octubre de 2008

LOGOTERAPIA - EXPERIENCIA EN EL CAMPO DE CONCENTRACION

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VICTOR EMIL FRANKL MOMENTOS DE SU VIDA

"Entre los recuerdos más preciosos del pequeño Viktor estaba el de un despertar matutino en el frescor del verano: incluso antes de abrir los ojos a la luz del nuevo día se sintió invadido por un beatificante sentimiento de seguridad y ternura. Cuando abrió los ojos vio que se padre estaba inclinado sobre él y le sonreía. Aquel verano fue particularmente fecundo en emociones: el hogar de los Frankl era frecuentado por una amiga de la familia que se ocupaba de problemas educativos; experimentaba mucho cariño por Viktor que la acosaba a preguntas, de tal modo que mereció, por parte de ella, ser nombrado 'el pensador'.

Con la primera guerra mundial y el hundimiento del Imperio, la familia Frankl sufrió una grave crisis económica. Después de Viktor había nacido otro hermano y una hermana. En Südmähren, pueblo natal del padre, los tres niños tuvieron que mendigar el pan y quizá robaron calabazas por los campos". (Bazzi y Fizzotti, 1989, pg. 14).

"Experimentum crucis".

Antes del internamiento "En medio de la tragedia de aquella situación (invasión alemana de Austria) recurrió a todo con el fin de sabotear las leyes que imponían la eutanasia; se dedicó con tenacidad a todo aquello que podía sostener la moral de sus compatriotas, convirtiéndose incluso en organizador de los momentos de oración.


Esperando escapar de la terrible suerte, a principios de 1942 se había casado con Tilly, una joven judía que conocía desde hacía tiempo, pero hacia el final de aquel mismo año las cosas empeoraron (...). Viktor y Tilly se habían quedado en Viena y los ancianos señores Frankl insistían para que (...) se pusieran a salvo. La idea de poder finalmente difundir las conclusiones de sus investigaciones y la posibilidad de garantizar una existencia serena a su familia -la mujer esperaba un hijo- le impulsaba a marcharse, pero experimentaba toda la angustia de dejar a sus padres solos frente a un destino cruel.


El apresamiento sobrevino en noviembre de 1942 y, en el momento de separarse de su mujer, Viktor resuelve otro conflicto moral: Tilly era una mujer muy hermosa y quizá la salvación de su vida podría depender de ceder ante las lisonjas de los SS. Según su opinión, se presentaba un dilema entre el mandamiento: 'No matarás' y el otro: 'No cometerás adulterio'. Si no la desligaba anticipadamente de la fidelidad conyugal, se sentiría corresponsable de su muerte. Por esto le dijo: "Conserva la vida a toda costa. Haz cualquier cosa con tal de poder sobrevivir'. Le pareció que la excepcionalidad de aquella situación exigía tal opción." (Bazzi y Fizzotti, 1989, pg. 22).

Campo de concentración (Frankl, 1988. 9ª ed.)
"Este relato trata de mis experiencias como prisionero común, pues es importante que diga, no sin orgullo, que yo no estuve trabajando en el campo como psiquiatra, ni siquiera como médico, excepto en las últimas semanas... Yo era un prisionero más, el número 119.104, y la mayor parte del tiempo estuve cavando y tendiendo traviesas para el ferrocarril" (pg. 15-16).

Internamiento en el campo
"Unas 1500 personas estuvimos viajando en tren varios días con sus correspondientes noches; en cada vagón éramos unos 80. Todos teníamos que tendernos encima de nuestro equipaje, lo poco que nos quedaba de nuestras pertenencias. Los coches estaban tan abarrotados que sólo quedaba libre la parte superior de las ventanillas por donde pasaba la claridad gris del amanecer". (pg. 19).

"Como el hombre que se ahoga y se agarra a una paja, mi innato optimismo (que tantas veces me había ayudado a controlar mis sentimientos aun en las ocasiones más desesperadas) se aferró a este pensamiento: los prisioneros tienen buen aspecto, parecen estar de buen humor, incluso se ríen, ¿quién sabe? Tal vez consiga compartir su favorable posición.

Hay en psiquiatría un estado de ánimo que se conoce como la 'ilusión del indulto'..." (pg. 20). "Nadie podía aceptar todavía el hecho de que todo, absolutamente todo, se lo llevarían. Intenté ganarme la confianza de uno de los prisioneros de más edad. Acercándome a él furtivamente, señalé el rollo de papel en el bolsillo interior de mi chaqueta y dije: 'Mira, es el manuscrito de un libro científico. Ya sé lo que vas a decir: que debo estar agradecido de salvar la vida, que eso es todo cuando puedo esperar del destino. Pero no puedo evitarlo, tengo que conservar este manuscrito a toda costa: contiene la obra de mi vida. ¿Comprendes lo que quiero decir?'. Si, empezaba a comprender. Lentamente, en su rostro se fue dibujando una mueca, primero de piedad, luego se mostró divertido, burlón, insultante, hasta que rugió una palabra en respuesta a mi pregunta, una palabra que siempre estaba presente en el vocabulario de los internados en el campo: '¡Mierda!'. Y en ese momento toda la verdad se hizo patente ante mí e hice lo que constituyó el punto culminante de la primera fase de mi reacción psicológica: borré de mi conciencia toda vida anterior" (pg. 24).

"Mientras esperábamos a ducharnos, nuestra desnudez se nos hizo patente: nada teníamos ya salvo nuestros cuerpos mondos y lirondos (incluso sin pelo); literalmente hablando, lo único que poseíamos era nuestra existencia desnuda. ¿Qué otra cosa nos quedaba que pudiera ser un nexo material con nuestra existencia anterior? Por lo que a mi se refiere, tenía mis gafas y mi cinturón, que posteriormente hube de cambiar por un pedazo de pan." (pg. 24).


"Las ilusiones que algunos de nosotros conservábamos todavía las fuimos perdiendo una a una; entonces, casi inesperadamente, muchos de nosotros nos sentimos embargados por un humor macabro. Supimos que nada teníamos que perder como no fuera nuestras vidas tan ridículamente desnudas. Cuando las duchas empezaron a correr, hicimos de tripas corazón e intentamos bromear sobre nosotros mismos y entre nosotros. ¡Después de todo sobre nuestras espaldas caía agua de verdad!" (pg.26).

"Lo desesperado de la situación, la amenaza de la muerte que día tras día, hora tras hora, minuto tras minuto se cernía sobre nosotros, la proximidad de la muerte de otros -la mayoría- hacía que casi todos, aunque fuera por breve tiempo, abrigasen el pensamiento de suicidarse. Fruto de las convicciones personales que más tarde mencionaré, la primera noche que pasé en el campo me hice a mí mismo la promesa de que no 'me lanzaría contra la alambrada'. Esta era la frase que se utilizaba en el campo para describir el método de suicidio más popular..." (pg. 27). "Pasados los primeros días, incluso las cámaras de gas perdían (...) todo su horror; al fin y al cabo, (...) ahorraban el acto de suicidarse." (pg. 28).

La vida en el campo "El prisionero pasaba de la primera a la segunda fase, una fase de apatía relativa en la que llegaba a una especie de muerte emocional." (pg. 31).

"Estuve algún tiempo en un barracón cuidando a los enfermos de tifus; los delirios eran frecuentes, pues casi todos los pacientes estaban agonizando. Apenas acababa de morir uno de ellos y yo contemplaba sin ningún sobresalto emocional la siguiente escena, que se repetía una y otra vez con cada fallecimiento. Uno por uno, los prisioneros se acercaban al cuerpo todavía caliente de su compañero. Uno agarraba los restos de las hediondas patatas de la comida del mediodía, otro decidía que los zapatos de madera del cadáver eran mejores que los suyos y se los cambiaba. Otro hacía lo mismo con el abrigo del muerto y otro se contentaba con agenciarse -¡imagínense qué cosa!- un trozo de cuerda auténtica. Y todo esto yo lo veía impertérrito, sin conmoverme lo más mínimo. Pedía al 'enfermo' que retirara el cadáver. Cuando se decidía a hacerlo, lo cogía por las piernas, (...) y lo arrastraba (...). Acto seguido nos distribuían la ración diaria de sopa. (...).
Mientras mis frías manos agarraban la taza de sopa caliente de la que yo sorbía con avidez, miraba por la ventana. El cadáver que acababan de llevarse me estaba mirando con sus ojos vidriosos; sólo dos horas antes había estado hablando con aquel hombre. Yo seguía sorbiendo mi sopa. Si mi falta de emociones no me hubiera sorprendido desde el punto de vista del interés profesional, ahora no recordaría este incidente, tal era el escaso sentimiento que en mí despertaba". (pg. 32-33).


"Por extraño que parezca, un golpe que incluso no acierte a dar, puede, bajo ciertas circunstancias, herirnos más que uno que atine en el blanco. Una vez estaba de pie junto a la vía del ferrocarril bajo una tormenta de nieve. A pesar del temporal nuestra cuadrilla tenía que seguir trabajando. Trabajé con bastante ahínco, repasando la vía con grava, ya que era la única forma de entrar en calor. Durante unos breves instantes hice una pausa para tomar aliento y apoyarme sobre la pala. Por desgracia, el guardia se dio media vuelta y pensó que yo estaba holgazaneando. El dolor que me causó no fue por sus insultos o sus golpes. El guardia decidió que no valía la pena gastar su tiempo en decir ni una palabra, ni lanzar un juramento contra aquel cuerpo andrajoso y demacrado que tenía delante de él y que, probablemente, apenas le recordaba al de una figura humana. En vez de ello, cogió una piedra alegremente y la lanzó contra mí. A mí, aquello me pareció una forma de atraer la atención de una bestia, de inducir a un animal doméstico a que realice su trabajo, una criatura con la que se tiene tan poco en común que ni siquiera hay que molestarse en castigarla. (...)
El aspecto más doloroso de los golpes es el insulto que incluyen. En una ocasión teníamos que arrastrar unas cuantas traviesas largas y pesadas sobre las vías heladas. Si un hombre resbalaba, no sólo corría peligro él, sino todos los que cargaban la misma traviesa. Un antiguo amigo mío tenía una cadera dislocada de nacimiento. Podía estar contento de trabajar a pesar del defecto, ya que los que padecían algún defecto físico era casi seguro que los enviaban a morir en la primera selección. Mi amigo se bamboleaba sobre el raíl con aquella traviesa especialmente pesada y estaba a punto de caerse y arrastrar a los demás con él. En aquel momento yo no arrastraba ninguna traviesa, así que salté a ayudarle sin pararme a pensar. Inmediatamente sentí un golpe en la espalda, un duro castigo, y me ordenaron regresar a mi puesto. Unos pocos minutos antes el guardia que me golpeó nos había dicho despectivamente que los 'cerdos' como nosotros no teníamos espíritu de compañerismo." (pg. 34-35).
"... cuando en el curso de nuestra diaria búsqueda de piojos, veíamos nuestros propios cuerpos desnudos, llegada la noche, pensábamos algo así: Este cuerpo, mi cuerpo, es ya un cadáver, ¿qué ha sido de mí? No soy más que una pequeña parte de una gran masa de carne humana... de una masa encerrada tras la alambrada de espinas, agolpada en unos cuantos barracones de tierra. Una masa de la cual día tras día va descomponiéndose un porcentaje porque ya no tiene vida." (pg. 40).

"Una mañana vi a un prisionero, al que tenía por valiente y digno, llorar como un crío porque tenía que ir por los caminos nevados con los pies desnudos, al haberse encogido sus zapatos demasiado como para poderlos llevar. En aquellos fatales minutos yo gozaba de un mínimo alivio; me sacaba del bolsillo un trozo de pan que había guardado la noche anterior y lo masticaba absorto en un puro deleite." (pg. 41).

"Cuando los prisioneros sentían inquietudes religiosas, éstas eran las más sinceras que cabe imaginar y, muy a menudo, el recién llegado quedaba sorprendido y admirado por la profundidad y la fuerza de las creencias religiosas. A este respecto lo más impresionante eran las oraciones o los servicios religiosos improvisados en el rincón de un barracón o en la oscuridad del camión de ganado en que nos llevaban de vuelta al campo desde el lejano lugar de trabajo, cansados, hambrientos y helados bajo nuestras ropas harapientas. (...)

A pesar del primitivismo físico y mental imperantes a la fuerza, en la vida del campo de concentración aún era posible desarrollar una profunda vida espiritual. No cabe duda que las personas sensibles acostumbradas a una vida intelectual rica sufrieron muchísimo (su constitución era a menudo endeble), pero el daño causado a su ser íntimo fue menor: eran capaces de aislarse del terrible entorno retrotrayéndose a una vida de riqueza interior y libertad espiritual. Sólo de esta forma puede uno explicarse la paradoja aparente de que algunos prisioneros, a menudo los menos fornidos, parecían soportar mejor la vida del campo que los de naturaleza más robusta." (pg. 43-44).
"Mientras marchábamos a trompicones durante kilómetros, resbalando en el hielo y apoyándonos continuamente el uno en el otro, no dijimos palabra, pero ambos lo sabíamos: cada uno pensaba en su mujer. De vez en cuando yo levantaba la vista al cielo y veía diluirse las estrellas al primer albor rosáceo de la mañana que comenzaba a mostrarse tras una oscura franja de nubes. Pero mi mente se aferraba a la imagen de mi mujer, a quien vislumbraba con extraña precisión. La oía contestarme, la veía sonriéndome con su mirada franca y cordial. Real o no, su mirada era más luminosa que el sol del amanecer. Un pensamiento me petrificó: por primera vez en mi vida comprendí la verdad vertida en las canciones de tantos poetas y proclamada en la sabiduría definitiva de tantos pensadores. La verdad de que el amor es la meta última y más alta a que puede aspirar el hombre. Fue entonces cuando aprehendí el significado del mayor de los secretos que la poesía, el pensamiento y el credo humanos intentan comunicar: la salvación del hombre está en el amor y a través del amor. Comprendí cómo el hombre, desposeído de todo en este mundo, todavía puede conocer la felicidad -aunque sea sólo momentáneamente- si contempla al ser querido. Cuando el hombre se encuentra en una situación de total desolación, sin poder expresarse por medio de una acción positiva, cuando su único objetivo es limitarse a soportar los sufrimientos correctamente -con dignidad- ese hombre puede, en fin, realizarse en la amorosa contemplación de la imagen del ser querido. Por primera vez en mi vida podía comprender el significado de las palabras: 'Los ángeles se pierden en la contemplación perpetua de la gloria infinita'. (...)
No sabía si mi mujer estaba viva, ni tenía medio de averiguarlo (durante todo el tiempo de reclusión no hubo contacto postal alguno con el exterior), pero para entonces ya había dejado de importarme, no necesitaba saberlo, nada podía alterar la fuerza de mi amor, de mis pensamientos o de la imagen de mi amada. Si entonces hubiera sabido que mi mujer estaba muerta, creo que hubiera seguido entregándome -insensible a tal hecho- a la contemplación de su imagen y que mi conversación mental con ella hubiera sido igualmente real y gratificante: 'Ponme como sello sobre tu corazón... pues fuerte es el amor como la muerte' (Cantar de los Cantares, 8,6.). (...)

A medida que la vida interior de los prisioneros se hacía más intensa, sentíamos también la belleza del arte y la naturaleza como nunca hasta entonces. Bajo su influencia llegábamos a olvidarnos de nuestras terribles circunstancias. Si alguien hubiera visto nuestros rostros cuando, en el viaje de Auschwitz a un campo de Baviera, contemplamos las montañas de Salzburgo con sus cimas refulgentes al atardecer, asomados por las ventanucas enrejadas del vagón celular, nunca hubiera creído que se trataba de los rostros de hombres sin esperanza de vivir ni de ser libres. A pesar de este hecho -o tal vez en razón del mismo- nos sentíamos transportados por la belleza de la naturaleza, de la que durante tanto tiempo nos habíamos visto privados. (...)
Mientras trabajaba, hablaba quedamente a mi esposa o, quizás, estuviera debatiéndome por encontrar la razón de mis sufrimientos, de mi lenta agonía. En una última y violenta protesta contra lo inexorable de mi muerte inminente, sentí como si mi espíritu traspasara la melancolía que nos envolvía, me sentí trascender aquel mundo desesperado, insensato, y desde alguna parte escuché un victorioso 'sí' como contestación a mi pregunta sobre la existencia de una intencionalidad última. En aquel momento y en una franja lejana encendieron una luz, que se quedó allí fija en el horizonte como si alguien la hubiera pintado, en medio del gris miserable de aquel amanecer en Baviera." (pg. 45-48).

"Mi suerte se vio incrementada (...). Al cuarto día de mi estancia en la enfermería y a punto de ser asignado al turno de noche -lo que habría supuesto mi muerte segura-, el médico jefe entró apresuradamente en el barracón y me sugirió que me ofreciese voluntario para desempeñar tareas sanitarias en un campo destinado a enfermos de tifus. En contra de los consejos de mis amigos (y a pesar de que casi ninguno de mis colegas se ofrecía), decidí ir como voluntario. Sabía que en un grupo de trabajo moriría en poco tiempo y si tenía que morir, siquiera podía darle algún sentido a mi muerte. Pensé que tenía más sentido intentar ayudar a mis camaradas como médico que vegetar o perder la vida trabajando de forma improductiva como hacía entonces. Para mí era una cuestión de matemáticas sencillas y no de sacrificio." (pg. 55-56).

"Pasé una última visita rápida a todos mis pacientes (...). Me acerqué a un paisano mío (...). Con la voz cascada me preguntó: '¿Te vas tú también?'. Yo lo negué, pero me resultaba muy difícil evitar su triste mirada. Tras mi ronda volví a verlo. Y otra vez sentí su mirada desesperada y sentí como una especie de acusación. Y se agudizó en mí la desagradable sensación que me oprimía desde el mismo momento en que le dije a mi amigo que me escaparía con él. De pronto decidí, por una vez, mandar en mi destino. Salí corriendo del barracón y le dije a mi amigo que no podía irme con él. Tan pronto como le dije que había tomado la resolución de quedarme con mis pacientes, aquel sentimiento de desdicha me abandonó. No sabía lo que me traerían los días sucesivos, pero yo había ganado una paz interior como nunca antes había experimentado. Volví al barracón, me senté en los tablones a los pies de mi paisano y traté de consolarlo; después charlé con los demás intentando calmarlos en su delirio." (pg. 63).

"Por segunda vez, mi amigo y yo decidimos escapar. Nos dieron la orden de enterrar a tres hombres al otro lado de la alambrada. (...). Hicimos nuestros planes (...). Después de tres años de reclusión, me imaginaba con gozo cómo sería la libertad, pensaba en lo maravilloso que sería correr en dirección al frente. Más tarde supe lo peligroso que hubiera sido semejante acción. Pero no llegamos tan lejos. (...) venía un delegado de la Cruz Roja de Ginebra y el campo y los últimos internados quedaron bajo su protección. (...). Ya no teníamos necesidad de salir corriendo ni de arriesgarnos hasta llegar al frente de batalla. (...)

El guardia que nos acompañaba (...) se volvió de pronto extremadamente amable. Vio que podían volverse las tornas y trato de ganarse nuestro favor: se unió a las breves oraciones que ofrecimos a los muertos antes de echar tierra sobre ellos. Tras la tensión y la excitación de los días y horas pasados, las palabras de nuestras oraciones rogando por la paz fueron tan fervientes como las más ardorosas que voz humana haya musitado nunca." (pg. 64-65).

"Los que estuvimos en campos de concentración recordamos a los hombres que iban de barracón en barracón consolando a los demás, dándoles el último trozo de pan que les quedaba. Puede que fueran pocos en número, pero ofrecían pruebas suficientes de que al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas -la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias- para decidir su propio camino" (pg. 69). "Fundamentalmente, pues, cualquier hombre podía, incluso bajo tales circunstancias, decidir lo que sería de él -mental y espiritualmente-, pues aún en un campo de concentración puede conservar su dignidad humana. Dostoyevski dijo en una ocasión: 'Sólo temo una cosa: no ser digno de mis sufrimientos' y estas palabras retornaban una y otra vez a mi mente cuando conocí a aquellos mártires cuya conducta en el campo, cuyo sufrimiento y muerte, testimoniaban el hecho de que la libertad íntima nunca se pierde. Puede decirse que fueron dignos de sus sufrimientos y la forma en que los soportaron fue un logro interior genuino. Es esta libertad espiritual, que no se nos puede arrebatar, lo que hace que la vida tenga sentido y propósito." (pg. 69-70).

"El hombre tiene la peculiaridad de que no puede vivir si no mira al futuro: sub specie aeternitatis. Y esto constituye su salvación en los momentos más difíciles de su existencia, aun cuando a veces tenga que aplicarse a la tarea con sus cinco sentidos. Por lo que a mí respecta, lo sé por experiencia propia. Al borde del llanto a causa del tremendo dolor (tenía llagas terribles en los pies debido a mis zapatos gastados) recorrí con la larga columna de hombres los kilómetros que separaban el campo del lugar de trabajo. El viento gélido nos abatía. Yo iba pensando en los pequeños problemas sin solución de nuestra miserable existencia. ¿Qué cenaríamos aquella noche? ¿Si como extra nos dieran un trozo de salchicha, convendría cambiarla por un pedazo de pan? (...). ¿Qué podía hacer para estar en buenas relaciones con un 'capo' determinado que podría ayudarme a conseguir trabajo en el campo en vez de tener que emprender a diario aquella dolorosa caminata?.

Estaba disgustado con la marcha de los asuntos que continuamente me obligaban a ocuparme sólo de aquellas cosas tan triviales. Me obligué a pensar en otras cosas. De pronto me vi de pie en la plataforma de un salón de conferencias bien iluminado, agradable y caliente. Frente a mí tenía un auditorio atento, sentado en cómodas butacas tapizadas. ¡Yo daba una conferencia sobre la psicología de un campo de concentración!. Visto y descrito desde la mira distante de la ciencia, todo lo que me oprimía hasta ese momento se objetivaba. Mediante este método, logré cierto éxito, conseguí distanciarme de la situación, pasar por encima de los sufrimientos del momento y observarlos como si ya hubieran transcurrido y tanto yo mismo como mis dificultades se convirtieron en el objeto de un estudio psicocientífico muy interesante que yo mismo he realizado." (pg. 75-76).

"Había sido un día muy malo. (...). Hacía unos días que un prisionero al borde de la inanición había entrado en el almacén de víveres y había robado algunos kilos de patatas. (...). Cuando las autoridades del campo tuvieron noticia de lo sucedido, ordenaron que les entregáramos al culpable; si no, todo el campo ayunaría un día. Claro está que los 2500 hombres prefirieron callar. (...). Los estados de ánimo llegaron a su punto más bajo. Pero el jefe de nuestro barracón era un hombre sabio e improvisó una pequeña charla sobre todo lo que bullía en nuestra mente en aquellos momentos. Se refirió a los muchos compañeros que habían muerto en los últimos días por enfermedad o por suicidio, pero también indicó cuál había sido la verdadera razón de esas muertes: la pérdida de la esperanza. Aseguraba que tenía que haber algún medio de prevenir que futuras víctimas llegaran a estados tan extremos. Y al decir esto me señalaba a mí para que les aconsejara.

Dios sabe que no estaba en mi talante dar explicaciones psicológicas o predicar sermones a fin de ofrecer a mis camaradas algún tipo de cuidado médico de sus almas. Tenía frío y sueño, me sentía irritable y cansado, pero hube de sobreponerme a mí mismo y aprovechar la oportunidad. En aquel momento era más necesario que nunca infundirles ánimos. (...) Seguidamente hablé del futuro inmediato. Y dije que, para el que quisiera ser imparcial, éste se presentaba bastante negro y concordé con que cada uno de nosotros podía adivinar que sus posibilidades de supervivencia eran mínimas (...). Pero también les dije que, a pesar de ello, no tenía intención de perder la esperanza y tirarlo todo por la borda, pues nadie sabía lo que el futuro podía depararle y todavía menos la hora siguiente. (...) Por ejemplo, cabía la posibilidad de que, inesperadamente, uno fuera destinado a un grupo especial que gozara de condiciones laborales particularmente favorables, ya que este tipo de cosas constituían la 'suerte' del prisionero.

Pero no sólo hablé del futuro y del velo que lo cubría. También les hablé del pasado: de todas sus alegrías y de la luz que irradiaba, brillante aun en la presente oscuridad. Para evitar que mis palabras sonaran como las de un predicador, cité de nuevo al poeta que había escrito: '(...), ningún poder de la tierra podrá arrancarte lo que has vivido'. No ya sólo nuestras experiencias, sino cualquier cosa que hubiéramos hecho, cualesquiera pensamientos que hubiéramos tenido, así como todo lo que habíamos sufrido, nada de ello se había perdido, aun cuando hubiera pasado; lo habíamos hecho ser, y haber sido es también un forma de ser y quizá la mas segura.
Seguidamente me referí a las muchas oportunidades existentes para darle un sentido a la vida.
Hablé a mis camaradas (que yacían inmóviles, si bien de vez en cuando se oía algún suspiro) de que la vida humana no cesa nunca, bajo ninguna circunstancia, y de que este infinito significado de la vida comprende también el sufrimiento y la agonía, las privaciones y la muerte. Pedía a aquellas pobres criaturas que me escuchaban atentamente en la oscuridad del barracón que hicieran cara a lo serio de nuestra situación. No tenían que perder las esperanzas, antes bien debían conservar el valor en la certeza de que nuestra lucha desesperada no perdería su dignidad ni su sentido. Les aseguré que en las horas difíciles siempre había alguien que nos observaba -un amigo, una esposa, alguien que estuviera vivo o muerto, o un Dios- y que sin duda no querría que le decepcionáramos, antes bien, esperaba que sufriéramos con orgullo -y no miserablemente- y que supiéramos morir. (...). Mis palabras tenían como objetivo dotar a nuestra vida de un significado, allí y entonces, precisamente en aquel barracón y aquella situación, prácticamente desesperada. Pude comprobar que había logrado mi propósito, pues cuando se encendieron de nuevo las luces, las miserables figuras de mis camaradas se acercaron renqueantes hacia mí para darme las gracias, con lágrimas en los ojos. Sin embargo, es preciso que confiese aquí que sólo muy raras veces hallé en mi interior fuerzas para establecer este tipo de contacto con mis compañeros de sufrimientos y que, seguramente, perdí muchas oportunidades de hacerlo." (pg. 82-84).

Después de la liberación "No podíamos creer que fuera verdad. ¡Cuántas veces, en los pasados años, nos habían engañado los sueños!. Habíamos soñado con que llegaba el día de la liberación (...). Y entonces un silbato traspasaba nuestros oídos -la señal de levantarnos- y todos nuestros sueños se venían abajo. Y ahora el sueño se había hecho realidad. ¿Pero podíamos creer de verdad en él?." (pg. 90). "Un día, poco después de nuestra liberación, yo paseaba por la campiña florida, camino del pueblo más próximo. Las alondras se elevaban hasta el cielo y yo podía oír sus gozosos cantos; no había nada más que la tierra y el cielo y el júbilo de las alondras, y la libertad del espacio. Me detuve, miré en derredor, después al cielo, y finalmente caí de rodillas. En aquel momento yo sabia muy poco de mí o del mundo, sólo tenía en la cabeza una frase, siempre la misma: 'Desde mi estrecha prisión llamé a mi Señor y él me contestó desde el espacio en libertad'. No recuerdo cuanto tiempo permanecí allí, de rodillas, repitiendo una y otra vez mi jaculatoria. Pero yo sé que aquel día, en aquel momento, mi vida empezó otra vez. Fui avanzando, paso a paso, hasta volverme de nuevo un ser humano." (pg. 91).

Nota sobre estas citas: "Fue escrito (este documento) en diciembre de 1945 a pocos meses de la liberación, bajo la intensa emoción experimentada por la comprobación de la muerte en el campo de concentración de su padre, su mujer y su hermano; en cuanto a su madre, la había visto personalmente entrar en la cámara de gas. A causa del dolor se sumergió durante nueve días en un aislamiento catártico y dictando su historia intentó renacer. Este escrito, respecto a otros que explican la misma trágica experiencia, tiene una originalidad que merece ser subrayada. El autor se coloca en el punto de vista profesional, intentando objetivar al máximo la tarea tratada. Más que un relato de las atrocidades de los campos es un documento sobre la anulación de las personas implicadas en las mismas, comprendidos los Kapos y los SS. En el centro de la atención está sobre todo la propia vivencia personal de sobrevivencia ética sostenida por la inquebrantable convicción de que el hombre puede, en cualquier condición de vida, encontrar un significado digno para su propia situación. Por ello puede afirmarse que el 'experimentum crucis' fue para Frankl análogo a lo que Freud llamó autoanálisis". (Bazzi y Fizzotti, pg. 21).

"... yo no sentí culpabilidad alguna de sobrevivir a los campos de concentración, pero sí sentí la responsabilidad de sobrevivir. Se lo explicaré en una forma anecdótica; (...). Cuando el Papa Pablo VI me recibió en compañía de mi esposa en una audiencia especial, me dirigió unas palabras muy gratas pero no necesariamente merecidas, ante las cuales tuve una profunda reacción y rápida respuesta. Le dije al Papa que sus palabras me habían entristecido, porque él sólo veía y mencionaba lo que yo había realizado en mi vida, pero que mientras oía sus palabras cada vez cobraba más conciencia de lo que yo debía haber hecho y no hice. Adicionalmente le dije que por favor tenía que entender que alguna persona que sí había estado en el andén del tren de Auschwitz, -y que había sido bendecido con la gracia de sobrevivir a pesar de la relación 1 a 29, que era la tasa de sobrevivencia,- ese individuo debía preguntarse diariamente si había sido merecedor de esa gracia, y si había aprovechado día tras día la oportunidad de haber hecho lo que tenía que hacer, y que lamentaba mucho que esa persona tendría que contestar que no lo ha hecho siempre, o por lo menos no totalmente." (pg. 16-17).

Espero que toda esta experiencia de vida de quien fue el creador de la LOGOTERAPIA, nos ayude a responder nuestros propios interrogantes y en especial a lo que hace a la raíz de nuestra existencia.
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