26 de marzo de 2009

HISTORIAS DE INMIGRANTES

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Escribe Adela Alvarez Faur

Los africanos en nuestro país. Muchos estudiosos han negado la presencia de gente de color, en nuestro suelo. Algunos historiadores se refirieren a ellos como “fueron muy pocos,” y en realidad no es así.

Mal que le pese a muchos, la presencia negra estuvo incorporada a nuestra sociedad, quizás no como estuvo, y está, la inmigración europea.

Los africanos provenían de distintas partes de África, algunos de Bantú, Guinea, Senegal, Angola y Cabo Verde. A veces, Buenos Aires, era para estos desdichados apenas una parada para seguir después rumbo a otros destinos. La venta de esclavos constituía el mejor negocio para aquellos que querían enriquecer rápidamente.





Solían llevarlos para venderlos a Perú o al Alto Perú donde se los hacía trabajar en las minas. Los negreros, pasaban por Tucumán y Salta, dejando muchas veces en esos lugares, buena parte de la “mercadería”.
Otra vía que tomaban era por Córdoba hacia Mendoza, y desde allí pasaban a Chile. Los precios oscilaban entre uno y otro lugar. Los lugares que salían de la ruta obligada, debían pagar mayor precio por los esclavos, ya que el flete se encarecía, y esto suscitaba enojos entre los lugareños.

Entre los años 1776 y 1810, en Buenos Aires, la tercera parte de los esclavos que allí habitaban compraron su libertad mediante un procedimiento que se le llamó la manumisión. Aquello era más accesible a mujeres y niños. Los negros que lograron esto, lo hicieron con gran sacrificio, ya que el que quería ser libre debía pagar 400 pesos, suma en la que estaba tasado. Por lo general, este dinero inalcanzable para muchos, salía del trabajo de toda una familia y de amigos del barrio que durante mucho tiempo ahorraban.




Otra forma de libertad, fue bajo la promesa de servir a su amo hasta la muerte de éste. También se liberaban casándose con mujeres libres, y si a veces esto no resultaba, por lo menos obtenían la libertad para sus futuros hijos. La unión entre negros e indias dieron
una descendencia a los que se les denominó: mulatos, morenos y pardos, también ellos podían hacerse dueños de la tan ansiada libertad.

Otras de las estrategias que usaban las mujeres esclavas, era, unirse a hombres blancos, con el propósito de tener hijos más claros de piel. También se unían sexualmente a sus amos, sabiendo de antemano que los hijos que nacieran de esa unión, estarían bajo el amparo de su dueño y a la larga llegarían a ser libres y un poco más claros que ellos.

Sin embargo, ni alcanzando la libertad los negros accederían a los mismos derechos que los blancos. No podían asistir a las mismas escuelas de los blancos, ni portar armas, ni vestirse de manera ostentosa.
Tampoco debían desempeñar cargos militares, eclesiásticos o civiles. Las mujeres no podían vestirse con sedas o encajes ni lucir joyas, o salir de noche.
Mucho tendríamos para seguir hablando sobre este apasionante tema, pero se nos acaba el tiempo y el papel.



Mi pregunta es: ¿Debemos definir a los africanos como parte de la inmigración, o simplemente como la esclavitud insertada en Argentina?... Tengo dudas sobre lo que podría responder a esta pregunta. Lo cierto es que de ellos recibimos un importante legado, como de todos aquellos de distintas lenguas y culturas que habitaron, éste, nuestro suelo argentino.

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3 de marzo de 2009

PITUCHO

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¡Pitucho ven para acá! El se acercaba con mucho temor y medio encorvándose para recibir los golpes de doña Clara, quien asestaba varios varillazos en su espalda, como quien descarga sus enojos ante la vida.

Esta mujer, su madre, sentada en una silla de ruedas, invalida por el dolor y la deformación de una enfermedad a los huesos. El dolor y el sufrimiento sin explicación y aceptación calo hondo, hasta desmoronar sus huesos.

Los vaivenes de la vida la dejo, con sus hijos, en la total pobreza sin un lugar a donde vivir.
Fue a integrar, como todos los carenciados, a la orilla del canal norte, ahí con sus hijos, Coca, Cuca y Pitucho, ayudaron a su madre a hacer un rancho precario.

Hacia ya dos años que nos habíamos cambiado al Colmenar, tierra extraña, con lugares descampados, a los lejos un tambo, con casas precarias y muchos sitios baldíos.
Pronto, con nuestros vecinos se nos transformo en un lugar de total aventura, donde jugábamos subiéndonos a los árboles y entre la maleza.

Un día, sentí que golpean la puerta de casa, voy a ver quien era, estaba ahí un chico que me llamo la atención, tenia dos dientes extremadamente grande que se abría pasos entre sus gruesos labios, como que estos se imponían de tal forma, que dejaba la boca entre abierta.
Su ojo izquierdo, se movía alocadamente de aquí para allá, como queriendo ver todo los movimientos de su interlocutor arrastrando ligeramente su ojo derecho.
Era un niño de diez años, que había que descubrirlo, ya que por su apariencia que le dio la vida, era una grotesca figura, al que los chicos del barrio asustaba. Detrás de esta figura, había un ángel.

Por mandato materno, todas las mañana salía temprano a pedir, hasta el medio día. Cuando pasaba por frente mi casa, cargando con orgullo lo que la divina providencia le regalo y con agradecimiento a la misericordia de la gente.

Todos éramos un poco necesitados y menesterosos, pero sabíamos que siempre hay alguien peor que nosotros, a los que Dios, la vida, el ser, nos ponía en esa encrucijada del compartir.

Pitucho llevaba en su hombro la faena del día, ya tenía que comer su madre y sus hermanas. Pero lo que mas grande que el valoraba, es la sintética y escueta sonrisa de aprobación de su madre. Es que para ella, no había término medio, como que la vida no le enseño gesto de flexibilidad y paciencia. Si Pitucho no traía nada, seguro que estaba el golpe certero en su espalda. Pero a el le gustaba esa sonrisa austera de su madre. Ella no entendía que algunas veces la misericordia de la gente y la providencia divina estaban muy esquivas, como tampoco entendía la niñez de ese ángel, que se distraía jugando a las bolillas conmigo y sin medir el tiempo siempre se le pasaba la mañana.

Sus hermanas Coca y Cuca poco las veía, se que la mas chica trabajaba en una casa de familia y volvía a la tarde y a Coca muy rara ves.
Ya había pasado el tiempo, nuestra vida corría sin detenerse, sin dejar de lado el escenario del Canal Norte.
En época que no corría agua, se trasformaba en un lugar preferido para jugar con nuestras bicicletas. Nos bajábamos cada uno con sus carritos, al que tirábamos a alguien a lo largo del canal, no importaba el calor de la loza hirviendo, lo importante era el viaje. Pasábamos por frente de la casa de Pitucho, estaba ahí, mirándonos como queriendo estar en el grupo, pero no se tenia que alejar de su madre. Siempre sentía que al pasar, el viajaba en el carrito que yo tiraba.


Algunas veces, en verano cuando llovía mucho, el agua levantaba una loza lateral del canal, horadando la tierra, formando cuevas, en la que nos reuníamos para cocinar y comer algo. Cada uno traía de la casa un elemento de cocina, otros traía las verduras otro el fideo y el que no podía, tenia la obligación de juntar leña y hacer el fuego. Todo era una aventura sin tener en cuenta el grado de contaminación del agua que traía el canal. La asepsia a la hora de comer en esa edad no la teníamos presente, no conocíamos que era contraer una enfermedad.


Pitucho tenía una pierna derecha encogida e igual su mano derecha, no tan solo tenia que lidiar con su cuerpo minusválido sino que era el tema de las irónicas cargadas de los chicos del barrio.
Algunas veces, mi madre me mandaba para que llevase una caja de leche en polvo, al entrar a su casa, encontraba a su madre Doña Clara, pálida como un vaso de leche, al que le resaltaba el color renegrido y espeso de su cabellera, adornado naturalmente con algunos mechones canoso. A la par de su silla estaba El, con un cepillo, cepillando esa larga cabellera. Ella agradecía el gesto, y le decía a Pitucho “chango da la gracias”.


Ya tenia mis dieciséis años, era pleno gobierno militar, donde la pobreza, la guerra contra la subversión, la desaparición de estudiantes y personas hacia que la vida tenga sus momentos virulentos y difíciles. La pobreza hacia crecer al vecindario en la orilla del canal. Todo se renovaba, las casas vacías que quedaban después del control militar, eran ocupados con gran rapidez.

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23 de febrero de 2009

MI CUERPO Y EL AUTOESTIMA

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Era su primera experiencia, ya hacia tres años que salía con Susana, como ambos pensaban en contraer matrimonio decidieron hacer el amor. Todo era majestuoso, Pedro la había invitado a cenar en una parrillada lujosa, eligió las bebidas más delicadas como antesala del gran evento.
Llegaron al hotel de San Javier, pidieron una habitación espectacular para enamorados, que incluía un ramo de rosas y un champán. Llegaron a la habitación, los nervios mataban, el respirando profundo daba lugar a que Susana diera comienzo y el acompañaba a la iniciativa con gesto de caballero experimentado, en todo momento sus gesto eran como dijese “mi amor, primero las damas”.
Susana después de quedar obnubilada por el ramo de rosas y mareada con los ojos chispeantes por el champán, entro al baño y desvistiéndose, le dijo a Pedro, mi amor por favor apaga la luz, es más romántico.
Pedro sin hacer ninguna pregunta, respetuosamente apago la luz, Susana rápidamente se metió debajo de las sabanas, El no cuestionaba nada, creía que era parte del hermoso rito del amor.
El se desvistió, y acompaño a Susana en la iniciativa.
Pero después de pequeño momento, Pedro dijo, Mi amor, podrías por lo menos prender la luz del velador, mira siempre me as gustado y deseo ver tu hermoso cuerpo, deseo acariciarlo, Susana helada como si estuviera por ver algún capitulo de terror, le contesto, mi vida, se que este es un gran momento, pero, tengo unos rollitos de mas, quisiera que no me acaricies la cintura y no deseo verme expuesta ante la luz, me da vergüenza. Pedro, era todo un caballero, fingía muy bien ser experimentado en el tema.
Aunque parezca toda una parodia en una primera noche, pero siempre ocurre esta sensación en mujeres y barones cuando no se aceptan a si mismo. Es un sufrimiento que llevan a avergonzarse de su propio cuerpo y deseando el cuerpo de otras personas. Hasta en los momentos de amor que son tan delicados y especiales se puede entorpecer cuando uno tiene miedo a mostrarse. Muchas mujeres, le molesta desvestirse delante del marido o que el marido se desvista. El momento de amor y entrega se pone tenso y un baldazo de agua fría al momento tan especial, provocando una inseguridad en la relación.
Todo esto es un proceso de baja estima, cuando yo no me acepto como soy, es por que no me estoy aceptado como soy, no me estoy valorando y siempre esta buscando aceptación de los demás. Parece una paradoja, pero en esta instancia la única persona que me va a valorar como soy esa soy yo. Las otras, pueden valorarme o no, pero esa valoración no curara mi falta de amor a mi mismo. Este temor a no mostrar su cuerpo, la necesidad de no sentirse expuesta y ocultarse, a aplazar encuentros con su pareja, o crear condiciones en la que no se exponga fácilmente hace que la excitación del momento no se produzca y corre el peligro de cortar toda expectativa tan delicada como el compartir y con el ser amado todo de si.
En general, la autoestima es la mezcla entre confianza y respeto hacia uno mismo, no se relaciona como uno es.
“La autoestima es uno de los factores que mas influye en el ejercicio de la sexualidad, dado que una buena o alta autoestima genera comportamiento positivos y permite al individuo establecer relaciones sanas y direccionalas hacia la búsqueda de metas conjuntas” DR. JUAN CARLOS KUSNETZOFF
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19 de febrero de 2009

ANSIEDAD, NEUROTRANSMISORES Y OTRAS YERBAS

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Ricardo Rojas Romero, ya había pasado tres meses preparándose en el examen final de su carrera, nada menos con Psicología Clínica, el Eligio esta materia, ya que en su momento, sentía seguridad de rendirla con éxito.

Pero la vida, como siempre ocurre, uno piensa o cree una cosa pero la realidad le dijo otra y así en un cuadro de total inseguridad, le hacia sentir una profunda ansiedad, que tan solo se calmaba cuando tomaba sus mates mas dulce de lo inusual, con sus consabido y santificados biscochitos salado. Ahí sentía una sensación de tranquilidad y la armonía que le ayudaba o era una compañía en el estudio. Como muchos estudiantes es necesario el mate con biscocho para estudiar.

Esto también ocurría al despertar, las ganas que sentía de comer algo dulce era tan fuerte que instintivamente corría a comer galletas.

Es que en un trabajo intelectual y en cualquier persona que pasa por un cuadro de ansiedad, las neuronas al trabajar intensamente, (en este caso RICARDO, no dejaba de pensar en los resultados del “EXAMEN FINAL”), consume mucha glucosa y es el alimento necesario para estas, por eso el cerebro crea un neurotransmisor (son sustancias químicas), que se llama serotonina, la abundancia o la escasez de esta, genera cambio en las emociones.

Cuando a las neuronas le hace falta glucosa, por que es el combustible para seguir trabajado, el cerebro avisa al cuerpo la escasez de serotonina y la urgencia de conseguirlo a través de la ingesta de alimentos con alto tenor de glucosa, donde se encuentras esta sustancia química. Al adquirir el cuerpo esta necesidad, produce una sensación de placer, de felicidad, ya que la demanda ya fue saciada.



Se ha encontrado que la serotonina está íntimamente relacionada con la emoción y el estado de ánimo. Poca cantidad de serotonina en el organismo, se ha mostrado que lleva a la depresión, ocasionando problemas con el control de la ira, el desorden obsesivo-compulsivo, y el suicidio. También lleva a un incremento del apetito por los carbohidratos (comidas rica en almidón y glucosa) y problemas con el sueño, lo cual también esta asociado con la depresión y otros problemas emocionales.
No es de menos que una persona que se ha dispuesto a realizar una dieta estricta, en la que va acompañada con el firme propósito de no claudicar, genera desde el comienzo ansiedad (el temor a claudicar), esta presión interna genera un autocontrol intenso que lleva aparejado un trabajo mental adicional del que el ser humano necesita para las tareas cotidianas, amen que las mismas también genera tensiones de problemas a resolver.

Es común ver como muchas personas caen en ingerir algo dulce, más bien lo desean pero se reprimen aumentando así la necesidad. Los principal que hay que tener en cuenta el cuadro de ansiedad, una dieta con ansiedad es anti - dieta.




Lo primero que tengo que averiguar es cual la finalidad tiene hacer dieta. Si es por la salud de mi cuerpo, ya que tengo un sobrepeso y lo tengo que cuidar, el lo necesita para que yo me sienta saludable, es muy bueno.

Esta situación no generara tanta ansiedad, como aquellas situaciones en la que la persona ya vienen con un cuadro de ansiedad al no aceptar su propio cuerpo, no conforme con el, quieren adelgazar para ellas sentirse bien, distintas, bellas y agradable, en otra palabra sentirse aceptadas, respondiendo a un esteriotipo de sex Apple, sex simbols.

Habría que responder o investigar dentro mío y responder ¿que no me acepto?.
Yo me tengo que amar primero, aceptarme tal cual soy, sentirme bien conmigo mismo. Después aparecerá el tema del sobrepeso que si es una problemática a resolver.





Para realizar una dieta, tiene que hacerse sin presiones internas, primero aceptarse uno como es, sacar ese cuadro de ansiedad antes de empezar la dieta. Ver a la dieta como un medio para conseguir algún bienestar y no un fin en si mismo.

También hay que ver los cuadros de ansiedad antes de las comidas principales, cuando uno se sienta a comer, con un cuadro de apetito que ya desfallezco, queriendo devorar todo, esto no esta bien.
Para tales ocasiones yo les diría que intenten :
1) Tomen un vaso de agua media hora antes de las comidas principales

2) Empezar el almuerzo o la cena con un caldo o sopa,

3) Luego el plato fuerte o principal. Comer de todo, pero ser consiente, que lo suficiente es un plato normal, es decir no hay que repetir.

4) Cuando estoy usando los cubiertos, una ve que lleves el alimento a mi boca, dejarlo al costado del plato, darse un tiempo a degustar la comida, si la comida es un momento hermoso de placer, démonos el tiempo necesario para degustar y sentir los distintos sabores y olores de la comida.

5) Si pueden hacerlo, no acostarse a dormir después del almuerzo o cena, sugiero que caminen o realicen una actividad que tengan que estar parado. Tratar que en la hora de la digestión, no estén sedentarios.-

Existen otros alimentos, por medio de los cuales se elaboran neurotransmisores que influye en nuestras emociones, es la dopamina. Cuando nos sentimos tristes, dolorido por afectivamente, sentimos que nada nos llena, como quien dice estamos cajoneados, en esta circunstancia el cuerpo reclamara otras clases de alimentos como los que son ricos en dopamina.


Este neurotransmisor que lo encontramos en el queso y el chocolate, es el encargado de generar en nosotros las ganas de hacer cosas, de seguir luchando, es la actitud “si me meten la goma bueno sigo estudiando y me da alegría tantas mesas de examen que hay tan solo para MI”, “si me deja mi novia, bueno hay 10 hermosas mujeres para MI” Por eso a los que están sufriendo por un desamor, es muy bueno comer chocolate negro o cacao, dije CHOCOLATE NEGRO.



Es increíble como sustancias químicas son la que nos da la armonía de las emociones, por estas son pasajeras.

Cuando tengamos la sensación de que el cielo se me viene encima, come un chocolate negro, y vas a sentir que todo esta manso y tranquilo.

Bueno, ustedes me preguntaran, que paso con RICARDO ROJAS ROMERO, bueno una semana antes de rendir, me hablo por teléfono, le dije que se tranquilizara, que todo iba a salir de diez, que cuando se sintiera con ansiedad tremenda, que tenga siempre a mano unos caramelitos de miel, que eso le iba a ayudar, y si el cuadro era un gran desanimo y miedo a seguir por temor a desaprobar, que tenga a mano una rica barrita de chocolates.



Justamente ayer, estuvimos conversando, se saco un honroso y victorioso 4 (cuatro), no le fue de diez, pero le fue de cuatro, jejeje, esta en Chaquiago, haciendo las maletas para venirse a Tucumán, dice que en su pueblo no tiene posibilidad de ejercer la profesión, le ofrecieron un trabajito como ayudante del almacén de don Miguel, se dedico mucho a charlar con las amas de casa, se daba un tiempito entre ventas y ventas para conversar con una vecina, bueno la terapia iba tan bien, que su marido casi la mata.
Bueno, veamos el punto positivo, el que esta en los negocios no esta en esos momentos en terapia, pero bueno, vale la iniciativa, pero las actividades no son compatible, y ya esta de vuelta, acá le tendré que hacerle un lugarcito.-

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10 de febrero de 2009

Y AHORA EL TEST A LA ANSIEDAD

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Califica cada una de las situaciones que te aparecen a continuación según el grado de ansiedad que te producen o producirían, con estas numeraciones:
1: No, nada
2: Un poco
3: Bastante
4: Sí, mucha
SITUACIONES
1. Decir "no" cuando te piden prestado el coche.
2. Hacer un cumplido a un amigo.
3. Pedir un favor a alguien.
4. Resistir ante la insistencia de un vendedor.
5. Disculparse cuando cometes una falta.
6. Rehusar una invitación a una cita o una reunión.
7. Admitir estar asustado y pedir comprensión
8. Hacerle saber a tu pareja cuando te molesta
9. Pedir un ascenso
10. Admitir tu ignorancia sobre un tema.
11. Decir "no" cuando te piden dinero prestado.
12. Cortar a un amigo demasiado parlanchín.
13. Hacer preguntas personales.
14. Pedir críticas constructivas.
15. Iniciar una conversación con un desconocido.
16. Hacer un cumplido a una persona de la que estás enamorado o por la que estás interesado.
17. Pedir una cita a alguien.
18. Pedir una cita a alguien aunque te haya rechazado en una ocasión.
19. Admitir tus dudas sobre algún aspecto en discusión y pedir las explicaciones necesarias para aclararlas.
20. Solicitar un empleo.
21. Preguntar a alguien si le has ofendido.
22. Hacerle saber a alguien cuando te cae bien.
23. Exigir que te atiendan cuando te hacen esperar más de la cuenta (p.ej. en un restaurante).
24. Discutir abiertamente con otra persona una crítica hecha sobre tu forma de actuar.
25. Devolver cosas defectuosas o en mal estado.
26. Expresar una opinión distinta a la de la persona con la que estás hablando.
27. Resistirte a proposiciones sexuales cuando no estás interesado.
28. Hacerle saber a alguien sobre algo hecho o dicho injusto para ti.
29. Aceptar una cita.
30. Contarle a alguien buenas noticias con respecto a ti.
31. Resistirte a la insistencia de alguien para que bebas.
32. Oponerte a una exigencia injusta de alguien importante.
33. Despedirte del trabajo.
34. Resistirte a las presiones de otros para relacionarse contigo.
35. Discutir abiertamente con alguien una crítica sobre tu trabajo.
36. Pedir que te devuelvan algo prestado.
37. Recibir cumplidos.
38. Seguir conversando con alguien en desacuerdo contigo.
39. Decir a un amigo o a un compañero de trabajo que algo que ha dicho o hecho te ha molestado.
40. Pedir a alguien quien te está molestando en público que se calle.
Valoración - TEST DE ANSIEDAD
De 0 a 60 puntos Nada te pone nervioso ni altera tu equilibrio emocional. Tener que enfrentarte a situaciones que para otros serían angustiosas te parecen un puro trámite. Eres una persona resistente al estrés y sumamente distendida. Te sientes muy seguro de ti mismo y no te da miedo decir lo que piensas en cualquier situación, por tensa que parezca.
De 61 a 100 puntos Te encuentras en un término medio entre las personas excesivamente controladas y seguras y las que se preocupan por todo, incluso sin motivo. Lo habitual es encontrarse dentro de estos parámetros, en equilibrio entre lo emocional y lo racional. Si te acercas mucho a la puntuación de 100, ten cuidado de no dejarte llevar por la ansiedad en algunos aspectos de tu vida, pues tiendes a preocuparte un poco demasiado.
De 100 a 160 puntosVives al borde de un ataque de nervios. Estás envuelto por una atmósfera de preocupación por lo que pueda pasar, que en la mayoría de los casos, si te pararas a pensarlo, carece de fundamento. Un consejo, relájate y no le des tantas vueltas a la cabeza, preocuparte antes de tiempo no te dará la solución al problema.
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ANSIEDAD

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Ricardo Rojas Romero, ya había realizado toda la carrera de Psicología, en la Universidad de Tucumán.
El, oriundo de Catamarca, sus padres habían apostados todos sus esfuerzo en el éxito de su hijo, como su novia, Carolina, que soporto el tiempo y la distancia tejiendo este amor con total abnegación.




Ellos al ver que era la ultima materia que Ricardo rendía (Psicología Clínica), vinieron de sus pagos (CHAQUIAGO), para esperar el examen final.
Durante toda su carrera, el rendir un examen no era traumático, pero sentía que este, era totalmente distinto. Por primera vez, sentía en su espalda, toda la ilusión de sus seres querido y el esfuerzo que ellos hicieron. El triunfo estaba en sus manos.
El pánico iba creciendo, a medida que la fecha se acercaba, aumentaba una cierta agitación, inquietud, un temor profundo al fracaso. De hecho había adelgazado, ya que se había instalado en la boca del estómago una dureza tal, que le quitaba el apetito.

Por dentro, prefería que no estuvieran sus seres queridos, pero eso no lo podía evitar, era lógico que sus padres y su novia desearan estar en estos momentos importantes y cruciales en su vida.
Algunas veces se le cruzaba por la cabeza, el fantasma del fracaso, esperar un tiempo mas y el esfuerzo humano de empezar todo de nuevo, para poder rendir.
Se le cruzaba por la cabeza el rostro desilusionado de su padre, el esfuerzo que hizo su madre y novia para poder viajar a Tucumán. Había una gran expectativa proporcional al gran esfuerzo que realizaron.

Lógico, no hay duda, a Ricardo le carcomía el temor al fracaso, sentía el peso de una gran espera y que tenia que responder positivamente ante un jurado ampliado que esperaban un final feliz.
Ricardo estaba muy ansioso y tenia momentos de angustia, deseando que por un sortilegio de la vida, entre un abrir y cerrar de ojos, tan rápido como un suave suspiro, tener la nota satisfactoria del examen y decir “por fin ya soy PSICOLOGO”.

Que es lo que le agitaba interiormente, es el temor, si el temor a fracasar, el temor ante el jurado, el temor a decepcionar y así podemos a realizar una gran lista.
El temor es la causa de muchos males, también el motor de la ansiedad. A la ansiedad se la siente en el cuerpo. Es un movimiento de muchas sensaciones, pero en el fondo es el miedo, a no alcanzar lo que anhelamos.

En los seres vivos es un mecanismo natural que nos alerta de un sentimiento tan fuerte en el ser humano como es el miedo y nos alerta de situaciones potencialmente peligrosas. Normalmente, ese estado de tensión psicológica de forma moderada, nos ayuda a hacer frente a los inconvenientes o temores de la vida diaria y a afrontar los retos que se nos van presentando.




Que nos anuncia o es la antesala del peligro. Es una emoción y como toda emoción pasa.
De otra manera podemos decir que, la ansiedad es una respuesta automática que se produce en nuestro cerebro ante el reconocimiento de un peligro inminente. Muchos psiquiatras coinciden en que a veces es necesaria para formar el carácter de la persona.
Pero esta es controlable y es necesario que así sea.

(Del lat. anxiĕtas, -ātis).
1. f. Estado de agitación, inquietud o zozobra del ánimo.
2. f. Med. Angustia que suele acompañar a muchas enfermedades, en particular a ciertas neurosis, y que no permite sosiego a los enfermos.

Angustia.
(Del lat. angustĭa, angostura, dificultad).
1. f. Aflicción, congoja, ansiedad.
2. f. Temor opresivo sin causa precisa.
3. f. Aprieto, situación apurada.
4. f. Sofoco, sensación de opresión en la región torácica o abdominal.
Pero para superar esta movimientos de sensaciones que nos oprime nos vamos a remitir a un hermoso verso:
Nada te turbe,
Nada te espante
Todo se pasa,
Dios no se muda,
La paciencia todo lo alcanza,
Quien a Dios tiene nada
Le falta sólo Dios basta.
Santa Teresa de Ávila

Como dice el proverbio árabe:
SI EL PROBLEMA TIENE SOLUCION, QUE PROBLEMA HAY
SI EL PROBLEMA NO TIENE SOLUCION, QUE PROBLEMA HAY
SI NO HAY PROBLEMA, DONDE ESTA LA PREOCUPACION.
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